Forbudt fornøjelse (Privado - R+18)

Suspiró mientras que caminaba agotada hacia su habitación.

Había sido una larga semana de clases, y ya se había estresado por culpa de sus alumnos rebeldes. Necesitaba dormir, o darse un baño caliente, o beber una cerveza... Mientras que metía la llave a la cerradura, pensó en pedir permiso para salir a la ciudad y pasarse por un bar. Necesitaba de verdad, quitarse toda esa tensión del cuerpo.

- ¿Ah? - murmuró confundida, al ver que su cerradura no tenía seguro. Eso la puso alerta, ¿acaso el profesor ese con tintes rusos había entrado a su habitación? Frunció el ceño y abrió de golpe la puerta, lista para comenzar a gritarle lo pervertido que era... hasta que notó quien era el que estaba en su cuarto - ... ¿Bent? - balbuceó, sorprendida - ¿qué haces aquí? - se cruzó de brazos, mientras que cerraba la puerta tras su espalda.

Un tic apareció en su ojo al escuchar la respuesta de él. ¡Ella no se había partido el lomo tratando de conseguirle una beca a sus hermanos como para que el idiota de Bent no la aprovechara! Fulminó con la mirada a su hermano menor, casi con un aura amenazante envolviéndola.

- Bent... no sé que opines, pero estamos en una escuela y se me tiene prohibido introducir bebidas alcoholicas aquí - se le acercó -. Además, no me importa si te tocó con un sueco o un alemán, ¡tienes prohibido entrar a las habitaciones de los profesores aún si soy tu hermana! - una vez que llegó a su lado, le pellizco con fuerza la mejilla - ¡Y deberías estar en clase, pedazo de holgazán! ¡¿Qué diría Cop si te viera, eh?! Forbandelse*...

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Forbandelse: Según el traductor de Google(?), maldición.

- Pues deberías de prestar atención, tonto. ¿Qué acaso no sabes que si repruebas perderás tu beca? - hizo una mueca de preocupación - ... y tendrías que irte de la escuela - susurró, ocultando el miedo que le provocaba el sólo pensar que su hermano podría regresar a aquella casa a la que alguna vez habían llamado "hogar".

Miró la ventana que le señalaba el otro, y no pudo evitar suspirar, tratando de reprimir un grito de ira (el cual seguramente terminaría en una golpiza extrema).

- En fin, ¿qué acaso no tienes otra cosa que hacer? No sé... ¿jugar con tu DS o salir a caminar con tus amigos? Es viernes, pueden salir de la Academia - dijo, colocando sus manos en su cadera.

Soltó otro suspiro, mientras que se sobaba las sienes en un intento por no comenzar a gritar.

- Bent, creí que te había dicho que no quería que te metieras en problemas. Y eso significa que no quiero que te estés peleando con cuanta persona se te cruce - lo abrazó cariñosamente, mientras que le acariciaba con cuidado la cabeza -. ¿Entonces qué planeas hacer en mi habitación, eh? Te digo de una vez que no tengo nada interesante más que libros y novelas, y no creo que quieras hacer un círculo de lectura, ¿verdad? - bromeó.

Conocía a la perfección a su hermano. Siempre le había encantado que le contara cuentos antes de dormir, pero nunca le había gustado hojear los libros con cuentos infantiles. A duras penas y abría los que tenían dibujitos para colorear. Rió un poco ante esos recuerdos, sonriendo melancólicamente sin darse cuenta.

Al escuchar aquello, no pudo evitar abrazar más a su hermano, haciendo que prácticamente enterrase su rostro entre sus pechos.

- ¡Aaayyyy~! ¡Ya sabía que era inevitable alejarte de søster~! - canturreó feliz, mientras que se contoneaba de un lado a otro, jalando consigo al danés. Raramente Bent le decía algo como eso, y cuando lo hacía, realmente se sentía muy feliz.

Creía que por su temperamento algo... bipolar sus hermanos le temerían, pero al parecer ese no era el caso. Lo siguió apretujando, sin perder aquella sonrisa un tanto infantil que se había formado en su rostro junto con aquel pequeño sonrojo.

Un ligero tinte color carmín se apoderó de sus mejillas al sentir los apretones en sus pechos. Soltó un suspiro, mientras que se aferraba con fuerza a la camisa de su hermano. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien le había tocado de esa manera? Ya había perdido la cuenta...

Negó con la cabeza, tratando de quitarse esos pensamientos. Se separó un poco de su hermano para mirarle fijamente a los ojos y fruncir el ceño.

- Bent, aquí no - murmuró, desviando un poco su mirada por culpa de la vergüenza -. E-estamos en la escuela, no podemos hacer eso...

Para ella, mantener relaciones sexuales con sus hermanos no era cosa del otro mundo. Era su forma de demostrarle su amor a sus consanguíneos, aunque si las demás personas se enteraban de aquello, no dudaba que le mirarían como si fuese algún demonio o algo por el estilo. Aunque en realidad a ella le importaba poco eso, lo único a lo que le temía era a que les descubrieran y echaran a su hermano fuera de la Academia.

Tembló ligeramente al sentir las caricias en sus pechos. Su cuerpo estaba deseoso de más, pero su cordura - la cual por milagro seguía intacta - le decía que aquello no estaba bien en ese momento. Odiaba que su hermano fuese tan... impulsivo en ocasiones.

- I-Ingen, Bent... p-podrían d-descubrirnos y nos i-iría mal a los d-dos... - comenzó a decir, soltando un par de jadeos en el proceso y sonrojándose cada vez más. Sin embargo, calló cuando sintió el roce en sus labios, y mandando muy por allá a sus estúpidos pensamientos cuerdos, abrazó por el cuello a su hermano, atrayéndolo hacia sí para poder besarle con cierto desespero en los labios.

Lo necesitaba. Deseaba sentir sus manos recorriendo su cuerpo. Deseaba sentirlo dentro una y otra vez. A pasos torpes, lo jaló hacia la cama, tropezándose con uno de los extremos de esta y haciendo que quedasen acostados, él encima de su cuerpo. Se separó de sus labios por falta de aire, para luego mirarle con ojos suplicantes, sabiendo que su hermano comprendería el mensaje al instante.

Se permitió soltar suspiros de placer, puesto que de lo contrario comenzaría a gemir y temía que sus compañeros de trabajo los escuchasen. Cerró los ojos con fuerza, temblando ante las caricias y besos de su hermano. Sentía como si su cuerpo se derritiese debido al calor que comenzaba a envolver su cuerpo. ¿Tan desesperada estaba? Rió un poco ante ese pensamiento, y llevó sus manos hasta la corbata del menor, quitándosela también.

De esto prosiguió a desabrocharle el saco, queriendo sacarle cuanto antes aquella molesta ropa escolar para volver a contemplar su cuerpo desnudo. Quería tocarlo; reconocer aquella piel que se había encargado de marcar con besos y chupetones desde hacía ya varios años.

Soltó un jadeo ante la caricia, para luego fulminar con la mirada a su hermano. Sabía que a él le gustaba torturarla, pero esa noche no tenía la paciencia ni el humor como para aguantar sus "jueguitos". Desvió la mirada ante sus palabras, ligeramente avergonzada.

- Cá-cállate - espetó mientras que fruncía el ceño -. Y-ya teníamos tiempo sin hacerlo, idiota - se excusó, no queriendo decirle que en realidad estaba urgida y que quería que la penetrase de una vez por todas.

Casi sin pensarlo, comenzó a mover sus caderas contra la mano del menor, buscando más de aquella fricción que le hacía perder el hilo de sus pensamientos y aceleraba su pulso.

Se mordió los labios con fuerza al sentir los dedos del otro rozar su clítoris. Su cuerpo tembló de placer, pero aquello no le bastaba, y antes de que pudiese decirle algo a su hermano, este selló sus labios con los suyos. Correspondió el beso sin dudarlo, desahogando en este aquellos gemidos que deseaban escapar de su boca.

Siguió moviendo de manera insistente sus caderas contra la mano del menor, para luego sentir como este comenzaba a morder uno de sus pezones, haciéndole soltar un jadeo.

- ¡Nnnhh~! ¡B-Bent...! - gimió en voz baja, casi en un susurro inaudible. Sus manos prácticamente le arrancaron la camisa, haciendo que un par de botones salieran disparados hacia algún punto de la habitación. Comenzó a acariciar su pecho desnudo, mientras que echaba la cabeza hacia atrás y cerraba los ojos con fuerza.

Al notar lo que su hermano quería hacerle, le volteó a ver (como pudo) con una mirada suplicánte. Sabía que si comenzaba a gemir con más fuerza, alguien podría escucharlos, y aunque admitía que se le hacía excitante el pensar que podrían descubrirlos, aquello la aterraba en cierta manera.

Negó lentamente con la cabeza, como queriendo decirle que no accedería a sus "peticiones". Soltó un par de jadeos placenteros antes de apretar con fuerza los labios, haciendo que un par de lágrimas de placer escaparan de la comisura de sus ojos. Esto era algo realmente frustrante, y no creía poder soportarlo por mucho tiempo.

Sin siquera detenerse a preguntarle a su hermano, los hizo girar, quedando ahora encima de él. Le lanzó una mirada molesta, como la que les daba a sus alumnos cuando no hacían lo que ella pedía. Comenzó a descender hasta llegar al pantalón del menor, y sin mucho esfuerzo, logró quitarle el cinturón y desabrocharle la cremallera. Con cierta desesperación, sacó su miembro para poder comenzar a chuparlo y lamerlo, queriendo que él sufriese como ella había sufrido momentos atrás.

Gimió un poco cuando su hermano tiró de sus cabellos. Decidió complacerlo, pero antes de eso se divertiría un poco.

Con sus manos sujetó la base de su miembro, mientras que con sus labios se encargaba de besar su punta. Lamió, chupó y mordió como si se tratase de una paleta, y una vez que se cansó de ello, comenzó a introducir lentamente el miembro en su boca. Con sus dientes rozaba la delicada piel del tronco, mientras que con su lengua estimulaba su glande. Siguió así hasta que metió lo más que pudo.

Después de esto, comenzó a chupar y succionar. Sacaba y metía el miembro del menor con rápidez, queriendo hacerle soltar tan siquiera unos pequeños gemidos de placer. Y sus manos, mientras tanto, se entretenían jugando con sus testículos y sujetando con fuerza la base del miembro.