Porque podemos entendernos [Priv. Ivan]

A la americana el habían concertado una reunión con el ruso ex-comunista. Emily había llegado un poco antes de la hora, por lo que decidió pasar antes a la sala y tomar asiento. Mientras esperaba a que fuera la hora indicada, bebía un Nestea y jugaba con su móvil. Iba vestida como siempre solía, pantalones cortos, una camisa de verano y su chaqueta de aviación. Su jefe no le había dicho mucho sobre la reunión, pero sabía que la mandaba a ella, porque podía ser mucho más civilizada y educada que su hermano, Alfred. Movía sus pies con lentitud, estos estaban envueltos en unas botas al más puro estilo, del oeste. Washintog suspiró con pesadez, había demasiado trabajo y poco tiempo para hacerlo todo. Acabó de tomar la lata de su té-refrescó y la lanzó a la papelera. Desvío su mirada azul hacia el reloj, ya faltaba un minuto para la hora acordada. Esperaba que el ruso, mantuviera su puntualidad.

En efecto, el ruso llegó puntual a la reunión, entendía porque su jefe había acordado una cita con la americana y no con Alfred, de cierta forma le tranquilizaba más hablar con ella, ya que el gringo en ocasiones dejaba volar su loca imaginación y se alejaba de los temas centrales. En fin.

Esa mañana había sido cansada y mucho. Más que nada, conflictiva. No era fácil a veces, lidiar con Putin. Intentó sacarse esos pensamientos de la mente, abriendo la puerta de la sala de reuniones.

Ella ya se encontraba ahí. El eslavo sonrió tal cual su costumbre.
-Pryvet, Amerika.-le saludó de forma cortés. Gringa o no, la otra era una mujer y había que ser educado.

Se levantó al escuchar la puerta abrirse, justo cuando las manecillas marcaron en punto, el ruso entró por la puerta. Ahora que lo pensaba, ninguno de los dos llevaban papeles ¿De que iban a hablar? ¿La crisis? ¿La destrucción del planeta? ¿Qué China la tenía bien cogida y podía hundir su economía? Dejó de pensar en aquellas tonterías y caminó hacía él.

- Hello Rusia... - ok, no sabía que más decirle, no es que odiara o algo así al ruso, pero bien sabía que su hermano era non grato. Movió los pies inquieta y jugó con sus dedos, sí es que estaba hecha un manojo de nervios.

Observaba las reacciones de la menor, se notaba nerviosa y de cierta manera eso le extrañaba un poco, al tener entendido que tanto ella como Alfred eran bastantes seguros de si mismos. La verdad, no creía darle miedo, más aparte ella no le caía mal... Tan solo era gringa, y ese era su único defecto.

-¿Como han estado?-preguntó, tranquilamente, refiriéndose tanto a ella como a su nación, mientras le saludaba con un apretón de manos. No se había quitado los guantes, hacía frío afuera. Sin más, tomó asiento, viendo que ninguno de los dos traía carpetas o algo para tratar todo de lo que tenían que hablar. Seguro se le habían olvidado a la rubia.

Suspiro, bien, al parecer la rubia era igual que Alfred.

Se sintió un poco extraña al notar el apretón que él le había dado, la mano de Rusia no estaba fría, gracias al guante que él llevaba. Después del saludo se sentó al lado suyo.

- Well...muy bien no estamos, en cualquier momento China nos puede pedir el dinero y eso...sería catastrófico, la quiebra - suspiró - odio que no sepan gestionar bien la economía, no es tan difícil - volvió a suspirar - ¿Y tú como has estado? He escuchado que Putin, os está dando problemas

Le observó con sus ojos azules y llegó a la conclusión de que buscaba papeles o similares.

- No me han dado nada concreto para esta reunión ¿Y a ti?

Asintió a las palabras dichas por la menor, si, la situación era bastante difícil no solo en su casa sino en varios sitios más, había hablado con algunos de sus ex-territorios, escapando hábilmente del acoso de los bielorrusos. Se quedó un momento en silencio, pensativo. Al escuchar su comentario de economía, no pudo menos que mirarle, sin borrar la sonrisita de su rostro.

-¿No lo ves tan difícil? ¿Acaso tu podrías mantener estables las cosas? - Comento, aunque sin mala intención, y desde luego que se refería a ella nada más, ya que Alfred no había quedado bien en ese aspecto. Aunque bueno, la rubia le daba la impresión de tener mas neuronas que el otro. -Estamos bien, spasibo.-No pensaba decir más de su situación, ahora estaba estable... relativamente.

Al escuchar lo último que dijo, negó con la cabeza.
-Seguro quieren que hablemos nada más.- La idea la verdad, le resultaba un tanto estresante. En fin, esperaba que la gringa respondiese a su pregunta.

- Estudie economía... - dice avergonzada mientras se sonroja de sobremanera - ya sabes, soy un país y no puedo ir por ahí, si saber como llevar las cosas... - musita - el problema es toda la especulación, la corrupción y la malversación. Sí los humanos fueran educados en la moral...seguro que no pasaba nada de esto - movía con nerviosismo los pies - también creo que, los países deberían dejar sus odios y rencores históricos - tose - debemos trabajar juntos, no destruirnos unos a otros

La estadunidense no levantaba la mirada, no quería saber que cara puso el ruso ante sus palabras. A ella no le caía mal, ni nada parecido y tal vez, se había pasado un poco con todo aquello. Le dio una palmadita en el hombro.

- Sí necesitas ayuda con Putin ya sabes, a mí no me gusta, tu gente no debería tener que soportarlo - quiso morderse la lengua con aquello, pero no pudo - ni tú tampoco

Le escuchó con atención. A decir verdad, esperaba escuchar alguna cosa, cualquiera, típica del gringo, pero para su buena suerte, no fue así. Se había quedado gratamente sorprendido pero no se lo hizo saber, atinando tan solo a no apartarse al sentir su palmada. Sonrió un poco.

-Me gustaría decir que si tu tienes problemas también puedes contar conmigo, pero no creo que eso le agrade a América.- Respondió soltando una risita. -Ya fue mucha plática por hoy, ¿No crees? Aunque no nos hayan dado papeles, trabajo es trabajo. -No se había sentido bien últimamente, pero no quería comentarle nada al respecto a la otra. -Empezamos. ¿Da?-

- Lo que le agrade o no a Alfred, no es cosa mía - Washinton arrugó ligeramente el cejo, no le gustaba que le dijeran que era una fotocopia de su hermano. Era estadounidense sí, pero no tonta y tampoco, sólo le importaba la comida basura, los games y cómics - Creo que ya habíamos empezado ¿Quieres hablar de algo en concreto? - la capital apagó su móvil, Alfred no dejaba de llamarla para ver donde estaba, la joven suspiró. Su hermano no podía dejar de ser pesado ni un solo segundo. No le dijo a donde iba, no quería que empezara su paranoia tan pronto en el día.