Ende einer langen Wartezeit [Emma y el que quiera participar.]

Bien, el día había llegado. Había procurado que en el transcurso del embarazo de su pareja -Ahora su prometida, ya que por obviedad iba a casarse con ella, si la amaba e iban a tener un hijo.- todo fuera lo más tranquilo y calmado posible, nada de sobresaltos debido al trabajo o a las crisis políticas, pero en ocasiones era en vano, ya que la belga no podía dejar de lado la política a pesar de su estado. Pero estaba seguro -O quería creer.- que el bebé nacería con toda salud. Por fin, por fin le tendría consigo, y esa idea le alegraba sobremanera. Bebió un poco más de café, intranquilo. Al menos se le había ocurrido comprarse la bebida en la cafetería del hospital mientras esperaba. Odiaba sentirse así de inútil, ya que no le habían permitido pasar al quirofano, bueno, era obvio que no se lo permitirían, pero aún así necesitaba saber que la rubia se encontraba bien...

Soltó un suspiro, dándole otro sorbo al café. Estaba visiblemente nervioso y ojeroso, ya que no había dormido bien últimamente.

Caminaba buscando la sala de espera del hospital. Venia a ofrecer apoyo moral a su tio, segun comentaba su padre en ssituaciones que no podia controlar se ponia muy nervioso. Se desabrocho lentamente aquel viejo abrigo perteneciente a su hermano y se aliso la falda sacada de uno de los trajes de sirvienta del letón. Debido a un golpe en la cabeza llevaba las gafas robadas a Estonia-si, nada de lo que vestia o llevaba era suyo-Ya que estaba en el hospital podia preguntar.

Suspiro mientras caminaba por los blancos pasillos. Ojala ella hubiera podido tener tantas comodidades si al final algunos de sus hijos hubiera llegado a nacer. Bueno el pasado es el pasado y no se puede cambiar ya. Quiso la Fortuna que su vista se posara en la cafeteria antes de pasar asala de espera. Incluso de espaldas era inconfundible. Sonriendo entro en la sala, haciendo que las botas militares resonasen aun mas ya que la cafeteria esta vacia-¿Nervioso, tio West?-comento sonriente una vez que llego a su lado.

Por otro lado la belga se encontraba afrontando una "guerra" bastante más grande que las que ha vivido. Dar a luz es un arduo trabajo, le habían puesto la epidural, un calmante local, aunque realmente aquel dolor no era nada como cuando atacaban su capital. Con su mano apretaba una de las enfermeras, el ginecólogo no paraba de decir que empujara. Emma no sabía porque no había dejado entrar a Ludwig, tal vez temían que se desmayara, había esa posibilidad, aunque sabía que su parido era un hombre fuerte un parto no hubiese podido con él ¿O sí?

Emma suspiró para poder coger aire, le había dicho que ya había salido la cabeza, lo cual era un gran alivio para ella, pues empezaba a sentirse cansada por todo el esfuerzo que estaba poniendo.

Se tensó al principio al escuchar una voz que le llamaba, para luego de pocos segundos procesarla y reconocerla, volteando hacia donde provenía esta y encontrándose con la menor. Negó suavemente con la cabeza, en un claro ademán de querer demostrar autocontrol, cosa que le estaba haciendo bastante falta en ese momento.

-N-Nein, todo esta bien.-respondió, esperaba que de verdad fueran así las cosas. Necesitaba saber como estaba Emma, quería estar con ella en el quirofano, pero se lo habían prohibido. Soltó un suspiro.

-Me alegra verte aquí.-dijo a la menor, sonriendo un poco ,solo un poco, para tranquilizarla, aunque más que nada, para calmarse él mismo.

Él, apenas se enteró que su hermanita estaba en trabajo de parto, fue inmediatamente al hospital donde Emma se encontraba. Se sentó en la sala de espera sin mirar a los lados. Sólo vio a los desconocidos que estaban al frente y luego bajó la vista al piso.

Odiaba los hospitales, en especial la sala de maternidad. Había una señal increíblemente grande de "NO FUMAR", se escuchaban llantos de niño cada 5 segundos y el olor le era desagradable. Lo otro que odiaba era que su hermanita pequeña estuviera dando a luz, DANDO A LUZ!! Además que no divisaba al padre. Una razón más para odiarlo.

Miró a la puerta que daba hacia afuera del edificio. Había unas personas fumando. "Cómo los detesto..." Pensó. Miró hacia el pasillo en el que se suponía que estaba la habitación en la que su querida hermanita pequeña se encontraba. Estaba impaciente. Nunca pensó que iba a ser tío antes que Emma. "Ha de haber sido culpa de otros el que yo aún no tenga pareja... quizás de España, quién sabe... Sí, es culpa de España." Pensó.

Miró su reloj de pulsera mientras que se bajaba del coche. Había intentado llegar lo antes posible al hospital, pero Skyler la entretuvo más de lo esperado y Bent no pudo hacer la gran cosa para calmarlo. Fue a penas un milagro que el niño la dejase ir.

Entró rápidamente al edificio, y fue directo hacia la primera enfermera que pasó. Pidió que le dijeran dónde se encontraban la belga y el alemán, y en cuanto escuchó las palabras "trabajo de parto", no pudo evitar preocuparse; tanto por Emma, como por el bebé y su hermano. Sabía que Ludwig era un tipo duro y que casi nada le afectaba, pero un parto era totalmente diferente. ¿Estaría en la habitación con Bélgica? Ya ni le preguntó a la enfermera, simplemente se encaminó hacia el cuarto.

Fue entonces que se encontró con el holandés en la sala de espera, haciendo que se sorprendiera un poco. No pensó verlo por allí, puesto que pensó que estaría afuera fumando o algo por el estilo.

- Lars, hallo - lo saludó, acercándose un poco a él -. ¿Sabes dónde está mi hermano? - quiso saber, intentando no mostrar tanto su preocupación.

Tresa aparentaria pocos años pero no era tonta y pocos la engañaban. No creia esa sonrisa de tranquilidad. En sus 800 años había vivido de todo y estaba preparada para averiguar cualquier mentira-No me engañas, tio West. Quieres ver ya a la tia Bel y al bebe. Nadie engaña al olfato de la awesome yo para dectectar mentiras-se dio unos toquecitos en la nariz con el dedo indice y luego rio.

Rebusco algo entre los bolsillos y de uno saco una petaca parecida a la de los vagabundos. Interiormente se deprimio por ese pensamiento pero se la tendio con una sonrisa.-La llene de cerveza alemana. La necesitaras. ¡Ah!-volvio a mirar en sus bolsillos y saco un pequeño oso de peluche con un lazo de regalo en el cuello-¿Crees que le gustara?-se lo mostro a su tio, sonriente, esperando que a él le gustara.

Aún buscaba, mentalmente, la razón por la cual él aún no era padre, no estaba casado ni tenía pareja. Alguna razón tenía que ser, no? O quizás era porque el destino le había dado la espalda... Bueno, en eso estaba hasta que escuchó la voz de la alemana.

-Hallo- Replicó, mirándola. - No, no lo he visto. - Volvió a mirar hacia el pasillo, aún impaciente. - Estará adentro con Bell-Bell, no crees?

Claro, un extraño podía ir a ver a su querida hermanita pero él no, qué sentido tenía eso? Tenía tan poco sentido para él como su soltería. De todas maneras no iba a causar problemas.... No demasiados.

Miró nuevamente afuera, donde estaban los fumadores. Reían. Parecía que se burlaban de él, pero no iba a ir a fumar, en cualquier momento podía dar a luz (DAR A LUZ!!!) y él se lo perdería. Podía esperar un rato.

Miró a Louise, esperando a ver si decía algo, pues él no iba a decir nada, no tenía nada que decir.

Tomó los regalos dados por la menor y no pudo evitar sonreír un poco. Si, sonreír, pasar tiempo con la belga le había contagiado de algo de su entusiasmo y buen humor, apenas un poco pero podía notarse la diferencia si se contemplaba al alemán con atención.

-Vielen danke.-agradeció a la chica, mientras le daba una palmadita cariñosa en la cabeza, sujetando con la mano izquierda los obsequios.
-Y por supuesto que le gustará.-añadió, Emma adoraba los peluches y suponía que el niño o niña heredaría tal gusto.

Decidió salir de la cafetería, ya que empezaba a impacientarse. El sitio no era mejor que la sala de espera, para nada. Con su sobrina al lado suyo, se dirigió al sitio, sorprendiéndose de inmediato al ver a Louise y a Holanda en el lugar, ya que no esperaba aún su visita.

-Louise, Lars.-atinó a decir, un tanto confundido, para luego reaccionar. -H-Hallo.-dijo al fin, queriendo sonar educado pero sobre todo, tranquilo.

Miró de un lado a otro buscando a alguien, cualquier persona, que le explicara que había pasado. Había recibido una llamada, justo cuando había encontrado a alguien con quien "pasar" la noche, diciendole que su sobrina belga estaba de parto, justo ahora.

Eso le hizo preguntarse el por qué ahora la mayoría de sus conocidas tenían hijos casi al mismo tiempo. ¿No sabían que el embarazarse estropea la figura y que los niños, aparte de ser muy lindos y acosables, eran realmente difícil de críar? Aunque en cierto modo eso la hacía sentirse sola...

Entonces vio a un enfermero pasear por allí y sonrió, acercándosele. Estaba en la sala de espera, ¿no? Pues esperaría, pero acompañada.

Media hora, 45 minutos después, el parto finalizó cuando le entregaron el bebe a Emma, había sido una niña de rubios cabellos y piel clara. Las pequeñas mejillas del bebé estaban adornadas por pequeñas peques, Emma sonrió al verla y acarició su pequeña mejilla. Las enfermeras las trasladaron a una habitación, ahora madre e hija tenían que descansar.

Una enfermera salió del paritorio y se dirigió a la sala de espera, al llegar se encontró con varias personas. Miró en la carpeta y buscó algún nombre relevante, Emma tenía muchos familiares, al menos allí escritos.

- ¿Ludwig Beilshmidt? - preguntó la enfermera - todo ha salido bien, sigame, el resto podrán pasar de dos en dos, recuerden que están casadas - la enfermera empezó caminar para indicarle el camino

- Tal vez - se limitó a contestar ante la pregunta del rubio.

Se dedicó a mirar a las enfermeras que iban y venían de un lado a otro, mientras que el holandés la miraba fijamente. No estaba acostumbrada a entablar conversaciones con él, y sabía a la perfección que el rubio tampoco. Tampoco era como si fuesen los mejores amigos del mundo, a decir verdad...

Respiró algo aliviada cuando su hermano apareció, seguido de Tresa. Sonrió a manera de saludo, sabiendo que aunque su hermano aparentaba estar lo más... "tranquilo" posible, por dentro era un manojo de nervios. Ella lo había vivido con Bent y Skyler, así que en cierta parte lo comprendía.

- Hallo, bruder - saludó, pero no pudo decir nada más puesto que la enfermera llegó para informarle del nacimiento de su hija.

Tomó asiento a un lado de Lars, todavía en silencio. Era raro hacerse a la idea de que ahora era tía, aunque no tanto como lo fue el pensar que ya era mamá. Miró a sus "acompañantes", esperando que alguno iniciara una plática o algo por el estilo, o de lo contrario sería muy incómodo estar allí en lo que pasaban a ver a la belga y a su hija.

Estaba algo impaciente. De hecho, muy impaciente. Miró hacia la habitación y luego a los fumadores. Habitación, fumadores. Así hasta que escuchó el saludo del alemán. Lo miró. - Hallo - Dijo de mala gana.

Pensaba que estaba adentro de la sala, por qué no estaba ahí? debería estarlo, pues es el novio y tiene que darle apoyo a su novia, que no es cualquiera, es Bell-Bell. Su queridísima hermanita estaba pasando uno de los momentos más cruciales, aterrorizantes y dolorosos de la vida de una mujer sola con un montón de extraños vestidos de blanco. Iba a explotar, pero se controló. Quiso fumar, pero se aguantó.

Escuchó a la enfermera llamar a alguien que, por su puesto, no era él, no, llamaron a su cuñado. Miró mal a la enfermera y a Ludwig.

De dos en dos. No podía pasar sólo él? Los hospitales son un lugar totalmente injusto, odioso y con un olor raro. Lo mejor era respirar hondo y calmarse hasta que llegara su turno.

La verdad la idea de ver a tanta 'familia' reunida le ponía aún más de los nervios, por el simple hecho de que la mayoría de las veces en que se reunían, todo terminaba en discusiones. Apenas iba a añadir algo más, un "'¿Como están?", algo trivial, algo tonto para romper el hielo, cuando escuchó como le llamaba la enfermera. Le escuchó con toda atención, ya había nacido, por fin...

No se despidió de nadie al momento en que se marchó, yendo tras la enfermera. Necesitaba ver a Emma y a la niña, ver que todo había salido bien.

Llegaron pues, a la habitación de la belga. Dio un suspiro para calmar los nervios, ya todo había pasado, ya todo estaba bien... ¿Se parecería a él? Momento, ¿Porqué estaba pensando eso?
Sin más, trago saliva y abrió la puerta.

Se encontró a su prometida cargando al bebé. Se acercó de a poco.
-¿Emma?-le llamó, acariciando sus cabellos, lucía cansada y era obvio el porqué. Volteó a ver al bebé, era una niña rubia...No recordaba haber visto en su vida algo más hermoso que ella.

La enfermera lo guió por los pasillos, enfermeros iban y venían atareados, los hospitales siempre estaban hasta arriba de trabajo. Se paró delante de una puerta y le indicó que esa era la habitación, entreabrió un poco la puerta y le dejó pasar, una vez que entró cerró la puerta y fue a informar al resto de la familia.

Emma estaba sentada en la cama, con la espalda apoyada en varias almohadas, se le notaba cansada, sobretodo en el rostro, estaba algo sudorosa y con el pelo revuelto, desprovisto de adorno ninguno. La cinta blanca que solía adornar sus rubios cabellos se encontraba en la mesilla, toda estirada y arrugada. Entro los brazos de Bélgica, había un bultito cubierto con una manta blanca. Sonrió al ver el alemán entrar en la habitación y cerró los ojos cuando sintió la caricia sobre su pelo.

Descubrió un poco a la bebé para que pudiera verla, la niña tenía la piel clara, unas pequeñas pecas adornado su rostro y el poco cabello era rubio, tenía los ojitos cerrados y entre una de sus pequeñas manos, sujetaba uno de los dedos de Emma.

- Ya esta aquí - le dijo Emma en voz baja y dulce a Ludwig

No respondió a lo dicho por la belga, se limitó a asentir en silencio. Tampoco podía despegar la vista de la bebé. Sencillamente, no podía creer que algo tan hermoso fuera parte de él. De la rubia por supuesto, pero de él...

Por un momento, todo el pasado se hizo trizas, simplemente dejo de existir. Ahora solo estaban él, su pareja y ella, la niña, su niña...Su HIJA.
Tomó asiento en la cama, cerca de la belga, con cuidado de no lastimarla, ni ella ni a la niña. La contemplo de nuevo, y una sonrisa se dibujaba en su rostro.

-E-Es hermosa.-comentó a su pareja. La bebé seguía dormida, y él esperaría paciente a que abriese los parpados para seguirla contemplando. Podría estar así todo el día. Todo estaba bien ahora, absolutamente todo.

Sonríe con ternura al escucharle, se acerca a él y le da un corto beso en los labios. Ludwig podía ser tan dulce. Con cuidado dejó a su hija en los brazos de su padre y se recostó, estaba muy cansada. Los ojos se le cerraron y su respiración se hizo más pausada, se dormiría en cualquier momento.

- Como tú Lud, tú también eres hermoso... - susurró antes de quedarse dormida, todo el esfuerzo había podido con ella, hubiera querido seguir observando a ambos, pero el cansancio era mucho mayor.
Emma estaba feliz, inmensamente feliz pro aquel día. Se acurrucó lentamente contra las almohadas.

[Ala ~ ir pasando a conocer vuestra sobrina ~]

Espero un tiempo prudencial a que sus tíos tuvieran intimidad antes de ir a visitar a su nueva primita. Sonreía de camino a la habitación que le indicaron pero cuanto más se acercaba una sensación de hormigueo en el bajo vientre fue creciendo, hasta que esa sensación se paso a unas ganas de llorar. Primero fueron lagrimas pequeñas hasta que lloro de forma que parecía que había que había muerto un ser querido.

Ella tenia una apariencia juvenil, estancada por su época en la región helada. Podía haber sido una mujer adulta, aparentando mas que su tío y tal vez que su padre. Se sentó en el suelo mientras lloraba. Se refugio en el abrigo, intentando desaparecer. Un nacimiento debería de ser algo feliz pero no para ella.

Estuvo allí llorando, acurrucada, intentando calmarse, pensar en el futuro, no en aquel pasado horrible. Saco de algún bolsillo un paquete de pañuelos y se limpio la nariz y las lagrimas con cuidado. Se la notaba triste y deprimida cuando llamo suavemente a la puerta, para ver si podía pasar. Cuando mas tardaran mejor, conseguiría calmarse algo más.

Cuando les avisaron que ya podían pasar a ver a la bebé, no pudo evitar ponerse de pie como un resorte. Estaba nerviosa, ¿y para qué ocultarlo? Ya había vivido esa experiencia antes con Skyler, así que entendía como debía de estar Emma en esos momentos. Sólo le haría una visita rápida y los felicitaría, no quería molestarlos en su pequeño momento.

A paso nervioso, fue hacía la habitación de la belga, encontrándose de repente con su sobrina, Tresa. Parpadeó sorprendida al notar el estado que se encontraba, y no supo bien qué decir o hacer cuando llegó a su lado.

- Ha-ham... hola, Tresa - saludó de forma nerviosa, en lo que les abrían la puerta de la habitación. Casi no había tratado con ella desde la Segunda Guerra, pero por lo que sabía, debía de vérselas negras con el ruso -. ¿Co... cómo has estado? - aquella era una pregunta tonta, pero realmente no se le ocurría que más decir.