Telas de araña (Libre)

Esta vez había emergido al mundo terrenal de un charco. No supo decir donde estaba, aunque bueno... la mayoría de las veces salía de lugares extraños, como la vez que salió de dentro del inodoro y el pobre y asustado usuario tuvo que explicarle qué era y para qué servía.

Estaba dentro de una oscura y algo tenebrosa cabaña de madera. Alzó la vista, encontrando un hueco en el techo por donde se filtraba la luz de la luna, y supuso que el charco se debía a alguna lluvia.

Recorrió la primera planta de la casa, completamente descuidada. Todo estaba lleno de polvo y telas de araña.

-¿Hay alguien por aquí?- Preguntó, haciendo sonar su voz en un eco por el resto del lugar.

Tenía sed desde hacía un rato, y sentía sus colmillos extrañamente más largos de lo usual...

Miró a su alrededor. Una y otra vez. Hizo una mueca y su cola se enroscó. Genial, se había perdido.

¡Pero es que no era su culpa! ¡Todas las malditas puertas la llevaban una y otra vez al mismo lugar! ¡¿Quién había sido el pobre tipo sin vida social que había hecho aquella estúpida casa?! Le iba a patear el trasero, y luego lo mataría. O tal vez lo mataría primero y luego le patearía el trasero. A fin de cuentas, iba a patearle el trasero.

Siguió caminando, con las manos dentro de su chamarra. Sus alitas se agitaron molestas tras su espalda, mientras que una de sus mejillas se inflaba con un infantil puchero. Debía de encontrar a alguien y preguntarle donde demonios estaba la salida.

Sus pensamientos al parecer fueron escuchados después de un rato, ya que escuchó una voz a lo lejos. Curiosa, se encaminó hacia el lugar de donde provenían, sólo para encontrarse... a un tipo más raro que la casa.

- Hem... Hallo? - enarcó una ceja, confundida -. Hey, tú, ¿sabes como salir de aquí? Mi grandiosa persona está perdida - admitió, cansada.

Se sintió aliviado cuando finalmente obtuvo respuesta. Giró entonces para ver a quien le había devuelto el saludo, encontrándose con una curiosa mujer con apariencia de demonio...

-¡Salud, persona de la superficie!- Alzó una de sus largas mangas, emocionado, para luego hacer una ligera reverencia, como era su costumbre ante un extraño.

-¿Salir?- Ladeó la cabeza algo confundido y luego miró de reojo el charco mediante el cual había llegado.

Pues sí, si por salida ella se refería a transportarse de un medio acuático a otro para desembocar en otra parte, él podía hacerlo... pero dudaba que ella tuviera la capacidad.

-¿Crees que puedas salir por el charco?- Volvió a mirarla, apuntando con su mano escondida en la manga a dicho charco.