Bedste 2x1 (Privado)

Se encontraba viendo entretenido las portadas de los libros de la biblioteca del centro comercial. ¡Tenían de todo allí! Pero lo que a él más le encantaba eran las historias de terror, por lo que se la pasó todo el rato que estuvo esperando a su hermano -que prácticamente se internó en la sección de historia- mirando y eligiendo unos cuantos libros de miedo.

Sonreía ampliamente, encontrándose especialmente feliz ese día. Las cosas le estaban saliendo de maravilla, comenzando por que no había tenido ninguna recaída en todo el día y pudo salir un rato. Pero lo que más contento lo tenía era el hecho de que su gemelo le había regalado una nueva cinta para el cabello, negra y del largo perfecto para amarrarse una pequeña coleta en un lazo, tal y como se acostumbraba en los tiempos antiguos.

Eligió un par de libros más para llevar, sin dejar de mirar entretenido la larga fila de fantasmas y monstruos que continuaban dibujados en las portadas a lo largo de los estantes.

Miró la larga colección de libros que había allí, decidiéndose entre si llevar "Cómo tratar a tu novio/a si tu eres alemana/alemán y él/ella un idiota" o "Cómo sobrevivir a tu novio si es danés y no morir en el intento". Con un suspiro, optó por llevarse los dos.

Caminó hacia la recepcionista para hacer el papeleo y llevarse los libros a casa. Debía de comenzar a "aprender" como tratar a Bent si es que no quería terminar en un manicomio. Amaba al danés, pero había veces en las que la sacaba de quicio con sus... idioteces y perversidades. Pasó por unos estantes, mirando sin mirar a la gente que había por allí... hasta que una peculiar cabellera roja le hizo detenerse y regresar para poder observarle mejor.

¿Acaso ese no era Bent? Parpadeó, y lo miró mejor. Estaba dándole la espalda, pero juraba que era él. Notó que traía el cabello sujetado en una coleta baja, y se le hizo algo extraño. Nunca antes (en las citas que llevaban) lo había visto peinado de esa manera. Tomó rápidamente uno de sus libros y buscó algún consejo que le pudiera servir para una situación como esa.


... bueno, eso sonaba muy practico.

Agarrando firmemente sus libros, respiró hondo, con las mejillas totalmente sonrojadas. Bien, debía de hacer el intento. Raramente se mostraba cariñosa con el danés, puesto que este siempre la hacia enojar y terminaba golpeándolo. No tendría nada de malo si trataba de ser como toda una novia normal por un día... ¿cierto? Casi corriendo, abrazó al pelirrojo por la espalda con algo mucha fuerza, haciendo que sus pechos se pegaran por completo a él.

- Ha-hallo - balbuceó, tímida, esperando alguna risa o broma de su parte.

Se encontraba de lo más entretenido mirando las portadas de los libros, cuando repentinamente sintió que alguien lo abrazaba con fuerza descomunal por la espalda, haciéndole soltar todo el aire e impidiéndole recuperarlo... Sintió que moriría por esa descomunal fuerza... hasta que sintió algo suave pegarse contra su espalda... algo que reconoció de inmediato como pechos, ya que su hermana Clady tenía la costumbre de saludarlo siempre de esa manera -con mucha menos fuerza claro- ... pero había un pequeño detalle. Esa no era Clady, estaba seguro...

Su rostro enrojeció como tomate y de un momento a otro comenzó a balbucear cosas incoherentes por culpa de los nervios, comenzando ya a temblar. Afortunadamente, sintió que aflojaban el agarre, cosa que aprovechó para escabullirse rápidamente y mirarla para saber de quién se trataba.

-A-a-ammm... y-yo... esto... n-no fue mi intención...- Estaba tan nervioso que ni podía articular. -¡L-lo lamento, señorita!- Hizo varias reverencias, sin saber realmente por qué se disculpaba cuando la verdadera víctima allí era él, pero era lo más cuerdo que se le ocurría en ese momento.

Al escucharle balbucear y temblar, algo en su cabeza hizo "click". Lo soltó rápidamente, sonrojándose más de lo que ya estaba, mientras que veía al chico que había confundido con el pelirrojo. Eran idénticos, salvo porque él tenía sus facciones más... "inocentes" y su ojo derecho no estaba tapado por un parche.

- ¡N-no tienes p-porqué d-disculparte! - se apresuró a decir, totalmente nerviosa -. ¡L-lamento ha-haberlo abrazado d-de improvisto!

Esto era realmente vergonzoso... ¡¿cómo pudo haber confundido a Bent?! Se cubrió el rostro con las manos, queriendo que la tierra se la tragara, literalmente. Sin embargo alzó la mirada cuando escuchó que la llamaban. Esta vez sí era el danés, su danés. Estuvo a punto de saludarlo, cuando de pronto, su mirad se posó nuevamente en el otro pelirrojo.

Miró a Bent y luego al otro. Al chico y luego a Bent. Hizo esto varias veces, mientras que un leve tic crecía en su ojo. Esto tiene que ser una broma...

- S-son... iguales - balbuceó, señalándolos.

Aún rígido y temblando por lo anterior, sintió cómo su hermano lo usaba de soporte y los presentaba. Todavía tenía la mirada gacha y su rostro totalmente sonrojado. Por educación, alzó un poco la vista para verla, jugando algo nervioso con sus manos.

-U-un gusto c-conocerla... señorita L-Louise- Balbuceó por culpa de los nervios, teniendo que apartar la mirada otra vez al no sentirse capaz de seguir manteniendo el contacto visual.

Por lo menos estaba con Bent, y aquello lo ayudaba un poco a que no le diera taaaanta pena como le habría dado de haber estado solo.

Lo fulminó con la mirada cuando lo escuchó reírse de ella. Y lo hubiera golpeado, si no fuera porque seguía avergonzada por el hecho de que le había... aplastado sus pechos contra la espalda de alguien que no era su prometido.

Un prometido que no te ha dado anillo pensó, y eso hizo que se sonrojara todavía más.

- I-Ich freue mich a-auch* - balbuceó en respuesta, bajando nuevamente la mirada. Se rascó la mejilla, sin saber qué hacer ahora. No había leído en ningún libro que hacer si tu novio tenía un hermano gemelo y tú habías llegado a confundirlos. Por primera vez, comenzó a envidiar a Ottawa y a Canadá.

Se quedó quietecita y callada, sin tener ni la más remota idea de qué hacer ahora.

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Ich freue mich auch: Un placer conocerte.

-Bien bien, ya que los tres estamos aquí...- Se vio en la necesidad de romper el silencio, pasando ambos brazos por los hombros de los dos para atraerlos más en un abrazo algo torpe. -¡Vayamos a comer helado! y luego una película, así de paso se conocen más- Completó finalmente la idea y sin esperar respuesta de los otros dos, los sacó del local.

No los soltó hasta divisar algún puesto de helado, queriendo saciar el antojo que había tenido desde que vio el local tan pronto entraron... Además de que ya le había dado hambre, considerando que ni había desayunado y pasó todo el medio día metido en la librería.

-¿Qué sabor quieren?- Preguntó antes de dejarlos sentados en unas banquitas para ir a la pequeña heladería.

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Más fail imposible...

Se sobresaltó un poco al sentir el repentino "abrazo" de su hermano, siendo luego casi arrastrado hacia la heladería que vieron momentos atrás.

-U-umm... y-yo quiero uno de fresa, bedes*- Tartamudeó un poco por el hecho de que la alemana se encontraba allí.

Se dedicó a observar cómo su hermano se iba contento al puesto de helados tras tomar también el pedido de la otra, quedándose nuevamente en un lapsus de silencio incómodo. Jugó con sus pies algo nervioso, mientras acomodaba sus libros a un lado suyo, tratando de hacer tiempo hasta que Bent regresara... Pero había fila en la heladería, indicándole que sí se tardaría. Tomó aire para tratar de darse fuerzas y así poder mirar a la rubia.

-E-emm...- Se rascó nervioso la parte trasera de la cabeza, sin saber muy bien cómo iniciar una plática. -B-Bent me ha contado sobre ti... me alegra q-que por fin haya podido conocerte- Comentó algo apenado, manteniendo una ligera sonrisa amable en los labios.

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Bedes*: Por favor.

Su rostro se encendió al sentir el brazo del danés mayor rodeándola en un torpe muy torpe abrazo, pero se dejó llevar, puesto que no tenía excusas para poner resistencia alguna o golpearlo. Una vez que el otro la obligó (literalmente) a sentarse, centró su mirada en algún punto del suelo, todavía avergonzada.

- Hu-hum..... d-de vainilla e-estaría bien, bitte - murmuró quedito, casi en un susurro, y cuando se fue, no pudo evitar soltar un suspiro. ¿Cómo demonios se habían metido en esto? Ella esperaba salir de la librería e ir directo a su casa para leer un poco. Le tenía un cierto temor a las citas improvisadas. No tenían ni inicio ni final. No estaban planeadas. No tenían pasos a seguir. ¡¿Cómo esperaba que ella pudiera tener una cita si no había orden?!

Estuvo a punto de sacar una bolsa de papel para comenzar a respirar hondo con ayuda de esta, hasta que escuchó lo que le dijo el otro pelirrojo.

- ¿D-de verdad? - y allí estaba de nuevo ese gran sonrojo. ¿Bent le había hablado sobre ella a su familia? Se le hizo un gesto muy lindo, y de haber sido Tokio, estaría chillando cómo "fangirl". Agradeció no serlo - ... ¿q-qué t-te ha d-dicho? - susurró, usando sin querer un tono que bien podría pasar como amenazante, aunque en realidad se moría de los nervios. Era curiosa, pero le daba mucha vergüenza admitirlo.

Estuvo a punto de chillar como lo haría un italiano ante aquél tono amenazante, teniendo que tragárselo y poniéndose rígido para luego comenzar a sudar por culpa de los nervios. Tragó grueso antes de contestar, sintiéndose repentinamente como si estuviera en un interrogatorio policial.

-D-dijo q-que había encontrado a l-la chica perfecta para él...- Volvió a tragar grueso, sintiéndose terriblemente intimidado por esa mirada. -N-no a parado de decir q-que quiere derrotar a bror lo antes posible para c-casarse contigo- Agregó, sin poder dejar de temblar.

¿Cuánto más se tardaría su hermano con los helados? ¡No era bueno hablando con gente desconocida!

Se sonrojó más y lentamente se acercó al danés, poniendo una cara casi similar a la de Suecia(?), aunque por dentro era un manojo de nervios y emoción que reprimía con todas sus fuerzas.

- ¿E-eso dijo? - balbuceó, contenta, pero sin perder su tono amenazante. Ni había notado el temblor del otro - ¿q-qué o-otras c-cosas ha d-dicho s-sobre mí? - preguntó, tomándole de las manos y mirándolo con cierta emoción en los ojos.

Según sus libros, una buena forma de comenzar la relación era sabiendo todo acerca de tu pareja, y una de esas cosas era saber qué pensaba el danés mayor sobre su persona. ¿La consideraba linda? ¿Gruñona? ¿Marimacha? ¿Anticuada? ¿Tonta...? Apretó un poco las manos del pelirrojo, ansiosa por la respuesta

¿Que si estaba asustado? ¡Claro que no! Asustado no, la palabra correcta sería: Aterrado. Todo el miedo que no le daban los fantasmas y las historias de ultratumba se lo daba ella, cosa que se evidenciaba en su rostro ya pálido y su temblor. Un poco más y la gente pensaría que estaba convulsionando o algo.

-D-dijo q-que...- Tragó grueso. -Dijo que... l-le gustaba tu fuerza v-varonil y tu a-actitud ruda...- Estuvo a punto de chillar como si fuera italiano, presintiendo que aquello no le agradaría a la alemana.

¿Pero qué otra cosa podía hacer? Su hermano era todo un misterio con las mujeres, se había acostado con miles, miles de ellas y de las que tanto dice odiar, pero a la hora de elegir pareja seriamente optaba por la más marimacha de todas...

Sin siquiera darse cuenta, apretó con más fuerza las manos del danés.

¡¿Eso era lo que pensaba Bent de ella?! Aceptaba que no era la chica más femenina del mundo, pero... ¡¿Fuerza varonil?! ¡¡Era una mujer, por todos los Dioses!! Un leve tic apareció en uno de sus ojos. Tan pronto tuviera un momento a "solas" con el mayor de los gemelos, lo molería a golpes. Lo dejaría en silla de ruedas o, sí era mejor, en cama durante una semana.

- Ya veo... - dijo, en un tono sombrío y con el tic más pronunciado. Claro está, no estaba molesta con él, pero simplemente no podía contenerse. Y tan sumergida estaba en sus pensamientos que siguió sin notar todavía el temblor del menor, o de lo contrario se habría vuelto a disculpar y trataría de reconfortarlo.

De acuerdo, ahora sí. Si antes estaba aterrado, ahora se encontraba al borde de un colapso nervioso. La situación lo superaba, entre que no estaba acostumbrado a tratar con el sexo opuesto, tenía mucha menos experiencia en el área de tratar a la novia de su hermano.

Sentía que se desmayaría ahí mismo, además de que un poco más de presión en sus manos y sus huesos se romperían. Logró deslizar disimuladamente sus manos por entre las de ella para zafarse, y una vez logrado su cometido, retrocedió lo más que pudo hasta situarse al otro extremo de la banquita.

Afortunadamente, su hermano llegó al rescate con los helados, y tuvo que reprimir el impulso de lanzársele encima para esconderse tras él.

Aceptó el helado, no sin antes mandarle una mirada asesina al mayor de los daneses. Comió en silencio, desviando la mirada hacia otro lado con tal de no lanzársele a Bent y molerlo a golpes en ese instante. Realmente le había molestado eso de "fuerza varonil"; si bien no le agradaba del todo la idea de ser chica, no le gustaba que se refirieran a ella como chico. Al menos Budapest y Hungría habían logrado que se considerara alguien del sexo femenino.

Terminó su helado después de un rato, y se quedó en silencio. Se cruzó de brazos y de piernas, aún sin dignarse a mirar a su "prometido". Un par de chicos que pasaban por allí le sonrieron a manera de coqueteo, y estuvo tentada a regresarles el gesto sólo para molestar al pelirrojo, pero se contuvo. Ella no era de "esas".

Ni tampoco de las que perdonaban rápido. Sólo esperaba la oportunidad perfecta para irse de allí y regresar a casa.

A diferencia de su gemelo, él sentía sin problema alguno la matadora e incómoda tensión en el ambiente. De vez en cuando miraba de reojo a Bent comiendo feliz el helado, sin poder creer que realmente no notara el humor de perros de la otra. Suspiró quedito y bajó un poco la mirada, terminándose su helado y tratando de pensar en algo para reconciliarlos un poco.

Por más que trató de pensar en algo decente, concluyó que la forma más efectiva para reconciliarlos era dejándolos solos y que lo arreglaran ellos mismos... o más específicamente, que Bent arreglara todo ese asunto.

-Bror- Lo llamó, con su típica sonrisa en el rostro para expresar una no tan verdadera felicidad (como siempre). -Alex me comentó sobre unos videojuegos muy buenos en una de estas tiendas, mejor voy a ver antes de que cierren- Se puso de pie y tomó sus libros, y antes de que el otro dijera que lo acompañaba, agregó: -Son los mejores videojuegos de terror.

Tal cual como lo había predicho. Bent se quedó tieso en su lugar, y hasta comenzaba a ponerse algo pálido. Él aprovechó aquello para despedirse de la alemana con un ademán de la mano y retirarse, rogando para que la otra no asesinara a su hermano.

Atinó a despedirse del menor con un leve movimiento de manos, hasta que el otro danés también se levantó y le sonrió de aquella manera. En cualquier otro momento le hubiera regresado la sonrisa y se hubiera ido gustosa junto a él, pero en ese instante no.

Quería golpearlo o torturarlo de diferentes maneras. Le había herido el orgullo, y aquello no era algo que los alemanes perdonaban fácilmente.

- Hump - se limitó a responder, ignorando la mano que el otro le tendía y poniéndose de pie por su cuenta.

Caminó sin esperar a que el otro le siguiera, yendo esta vez en dirección a una tienda de ropa. No es que necesitara comprar nuevos atuendos, con los que tenía le bastaban (aunque bueno, no eran muy femeninos que digamos...). Pero debía de distraerse con algo si es que no quería explotar, de una manera u otra.

Ignorando de manera olímpica al danés, se dedicó a mirar un conjunto para nada "lindo", como los otros que se estaban llevando las demás chicas en el local. Y por eso se llevó varias miradas raras que también ignoró. Estaba más que acostumbrada a que la gente la mirara raro por agarrar ropa que bien podría ser de hombre.

Sentía la mirada del otro sobre su persona, y aunque estuvo tentada a voltear a hablarle, se tuvo que morder los labios con fuerza para no ceder. ¡Se suponía que estaba enojada con el danés por decirle hombre de una manera u otra! ¿Acaso ya no tenía orgullo?

Soltó un suspiro y decidió entrar a la tienda para probarse el conjunto que había estado viendo. A fin de cuentas, ¿qué tenía de malo que se comprara un conjunto nuevo? Fue directamente a buscar algo de su talla, sin volver a esperar al pelirrojo, y luego se encaminó hacia los vestidores.

Frunció el ceño al ver que estos eran de cortina y no con puertas con seguros. Conocía al danés lo suficiente como para saber que no dudaría en meterse con ella. Suspiró de nuevo, esperando que él se entretuviera con cualquier otra cosa y la dejara cambiarse la ropa en paz.

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Random y... fail o7o

Mientras que terminaba de quitarse el chaleco y la camisa, sintió una presencia detrás de ella, haciéndole suspirar. Había pasado ya mucho tiempo junto al danés como para saber que haría... eso. Se giró para verle, importándole ya poco que se encontrara únicamente en pantalones y con el sujetador.

- ¿Qué acaso no sabes que está ocupado? - preguntó, con el ceño fruncido -. Estoy probándome unas cosas, así que salte - señaló la salida como pudo. El lugar era muy pequeño, a lo mucho cabían dos personas.

Siguió mirándole fijamente, queriendo decirle que no estaba jugando ni nada por el estilo.