¿Té? (Privado)

Sirvió con cuidado el humeante té que acababa de preparar, para luego colocar las dos tazas y la tetera sobre la redonda bandejita de madera. Se puso de pie y salió de aquella habitación, cerrando luego la puerta de shoji.

Caminó un poco por uno de los corredores externos de madera, de modo que pudo apreciar las los pétalos de cerezo danzar en el aire hasta tocar suelo. Definitivamente, de todas las casas, la principal, donde se alojaba su hermano y se llevaban a cabo los eventos importantes y reuniones entre todos los japoneses, era la más hermosa y espaciosa.

Una vez llegó a la habitación de su querido hermano, dejó la bandejita en el suelo para poder así hacer la reverencia correspondiente.

-Onii-sama, te he preparado algo de té- Avisó, para luego alzar la cabeza.

Al no escuchar respuesta, supuso que el mayor debía de estar demasiado ocupado como para contestar, por lo que todavía arrodillada, corrió delicadamente la puerta del shoji para ver dentro.

-Con tu permiso, onii-sama...- Comenzó diciendo, pero se detuvo al encontrarse a Yashiro ahí dentro.

... ¿Qué estaba haciendo él allí? Tras mirarlo por unos momentos, algo curiosa, buscó a Kiku con la mirada por el resto del cuarto, pero no había rastro de él. Le sonrió levemente a Yashiro, ahora que lo pensaba, hacía bastante que no lo veía.

-Konbanwa, Yashi-chan- Lo saludó, sin poder dejar de llamarlo de esa forma. Ahora que lo pensaba, siempre llamaba así a todos sus demás hermanos que no fueran Kiku. -Perdona... ¿Interrumpo algo?- Inquirió con cierta cautela, algo apenada.

Se encontraba de lo más tranquilo fumando su kiseru, mientras que esperaba a que su hermano se desocupara para poder conversar con él sobre algunas cuestiones económicas en su casa. No es que careciera de dinero, para nada, pero quería ver si podía ayudar un poco con la reconstrucción de Tokio y las demás ciudades afectadas. Él también había sido afectado por el terremoto, pero no tanto como sus hermanos.

Aunque bueno, de todos nosotros, Azumi y Rin siguen sufriendo... pensó para sí mismo, mientras que le daba una calada a su pipa y exhalada el humo, el cual tomó unas curiosas formas circulares en el aire. Se encontraba tan en paz, que dudaba seriamente en que algo fuera a romper con esa tranquilidad...

O bueno, eso pensaba hasta que escuchó la voz de su hermana.

Casi se traga su kiseru por culpa de la sorpresa. Se golpeó varias veces el pecho, sin dejar de toser, y colocó la pipa en un cenicero que tenía sobre la mesita que se encontraba frente a él. Le sonrió nervioso, mientras que su pulso se disparaba.

- K-Konban...w-wa, Sakura-san - balbuceó, fallando épicamente en tratar de aparentar seriedad y "estilo" - E-eh... n-no, no interrumpes n-nada, sólo esperaba a onii-san.

-Oh, ya veo...- Contestó, con una sonrisa algo triste al notar que él tampoco sabía donde estaba Kiku.

Aquello la hizo sentir mal, de seguro seguía allí, ayudando como pudiera a las víctimas del terremoto y los otros desastres... Ella debería de estar con él, pero su hermano había insistido en que ella debía mejor descansar, que él se ocuparía de todo.

Miró luego las dos tazas del humeante té, para luego observar a su hermano.

-¿Te gustaría acompañarme con el té?- Le preguntó, ya cambiando su expresión a una más alegre.

El rojo subió a su rostro en diferentes matices y colores. ¿Tomar el té? ¿Con ella? ¿Realmente estaba sucediendo aquello? ¿No estaría alucinando? Balbuceó de nuevo, para después asentir con la cabeza de una manera un tanto desesperada.

- Ha-hai! - se puso de pie enseguida, sin saber que hacer. Miró la bandeja que la otra se encontraba cargando y se le acercó un poco, de manera torpe y temblorosa -. ¿Q-quieres que te ayude, n-nee-san? - preguntó, nervioso.

Desvió la mirada, totalmente sonrojado y avergonzado. Sólo con su hermana dejaba aquel lado "sádico" y "malvado" que mostraba frente a los demás para dejarse ver como realmente era.