Pidiendo ayuda a "onee-chan" [Privado]

Aun podia huir, estaba a tiempo. Siempre se podia quedar en alguna cafeteria a pasar el tiempo hasta volver a casa, pero su deber como cápital era afrontar todo esto, sin dejarse afectar por los sentimientos, o por las relaciones familiares como era este caso.

Debia pedir ayuda a su "hermana". ¿Por que a ella? Podia haber pedido ayuda a otra capital, pero no, sus superiores ordenaron que debia ir a Oslo. Se nego, claramente, sabia lo que le pediria a cambio de lo que le proponia, que la dijera "onee-chan". Maldicion, eran adultas, o al menos eso creia ella. No, su hermana todavia tenia una mente demasiado infantil, asi que al final habia cedido y alli se encontraba, con su traje de chaqueta, enfrente de la puerta de su hermana

Tras contar hasta 10, llamo a la puerta, esperando que no estuviera en casa. Abrazo aun mas las carpetas donde guardaba todos los informes. Esperaba que la ayudara a salir de esta sin tener que recurrir a llamarla "onee-chan"

Nada, no se encontraba haciendo absolutamente nada en su hogar, solo estaba sentada en un sofá que tenía en frente una televisión. No quería verla, pero tampoco tenía ganas de leer (raro en ella). A esta hora siempre estaba el danés gritando a los cuatro vientos tanta idiotez se le ocurriera, y en su casa, era la peor parte. Pero ahora estaba sola, sola acariciando a su conejo de felpa rosa como si fuera la única entretención que tuviera, y efectivamente, lo era.

Se planteó ir a dar una vuelta hacia algún lugar, cualquiera la verdad. Pero no quería salir afuera, ni mucho menos sin compañía. Se resignó y se puso de píe, para que acto seguido escuchara que tocaron a la puerta. ¿Visitas? no había quedado con nadie, y si fuera algún danés ya habría destrozado su puerta, otra vez.

Dejó su conejito en el lugar que anteriormente se encontraba y fue hasta la puerta para recibir a la ''molestia''. Encontrándose, para su sorpresa, con Reikiavik, Erla. En otras palabras: ''su hermanita''. No se explicaba que hacía la chica allí, pero no importaba del todo.

—... Buenos días, ¿se te ofrece algo?— Dijo con un auto-control digno de dioses, además de su cara extremadamente neutral. Por ahora se aguantaría las ganas de lanzarse sobre la de cabellos platinados.

Estuvo a punto de echarse a correr encuanto Ane abrio la puerta. Fue, era y lo sera una mala idea el venir-Halló Ane-La miro a los ojos, intentando parecer seria y calmada, aunque su miedo todavia seguia muy presente.-Vengo por asuntos de trabajo-Queria dejar eso bien claro. No vendria a visitarla aunque fuera la última persona que quedara en la Tierra. Eran asuntos mayores los que la habian levantado de la cama a las 6 de la mañana.

Intento ver por detras de Ane su casa para averiguar que estaba haciendo. Lo unico que llego a ver fue el conejito rosa, ¿tadavia seguia jugando con él? Recordaba cuando ella misma jugaba con él de pequeña, a saber lo que habia pasado aquel peluche.-¿Puedo pasar?-no queria quedarse en la puerta, aunque entrar significaria restar sus oportunidades de escapar