Pageidavimų kraujo [Privado]

Observo a su alrededor, todos parecian felices, con sus amigos o con sus parejas...Vaya, esa eran cuestiones muy complicadas para ella. ¿Felicidad? Fingida. No era feliz desde que su unica preocupacion era vencer a su padre en su particular competicion de ver quien mataba mas paganos. ¿Amigos? Estar 200 años encerrada en Siberia no ayuda a tenerlos. Podria considerar a su hermano como tal, pero se habian distanciado bastante. ¿Pareja? Eso ultimo mejor olvidarlo.

Empezo a camaniar, no sin algo de torpeza.Se había vestido con el traje tradicional japones, cedido por Laika. No sabia de donde lo habia sacado, pero era mejor no preguntarselo, era su unica "aliada" en la casa rusa. Sabía que su amabilidad se pagaba de otra manera, deberia llevarle algun regalo del festival, seguro que le gustaría.

Llebava en su mano el deseo que iba a pedir a las estrellas. Era simple, claro y es lo que pedia siempre que le decian que escogiera un deseo. La hacia ver predecible, si, ¿y a ella que le importaba? Desde hacia mucho tiempo las cosas importaban más bien poco.

Spoiler:

Suspiró cansado mientras caminaba a paso lento por entre la multitud. Había poco papeleo y trabajo últimamente, e Ivana le dijo que ella misma se encargaba de ello... probablemente sólo buscaba una excusa para encerrarse en su despacho, lejos del bielorruso.

Mientras tanto, él consiguió dar con un evento que parecía ser interesante... no tenía ni la más mínima idea de las costumbres niponas para con esas cosas, por lo que en lugar de participar simplemente se limitaba a andar por allí vagando y mirando lo que los demás hicieran. Llevaba puesto un simple yukata entre celeste y blanco, combinando así con su característico ambiente nativo de nieve y hielo.

En una mano llevaba un típico abanico oriental que acababa de comprar allí, sería un grato recuerdo para llevar a casa, además de que ese lugar era bastante cálido y bien podía usarlo.

Evitaba a toda la gente que paseaba, intentaba no tocar a nadie, ni rozarla. El recordar Siberia le había recordado cosas...cosas que ella echaba de menos. Sus pequeños...Ninguno había podido ver la luz de las velas que habia en las habitaciones. Aunque hubieran nacido victimas de violaciones no le importaba, ella era capaz de amarlos...aunque tal vez no inmediatamente, pero si con el paso de los años.

Tal vez por eso ahora tenia un instinto maternal demasiado desarollado. Por eso tenia una muñeca vieja de trapo escondida en su armario que la sacaba por las noches y la acunaba como si en verdad fuera un bebe...Sacudio la cabeza y alzo la cabeza. No se puede volver al pasado, estaba orgullosa de la decision que tomo de hacerse pasar por su hermano en aquella batalla.

Intentar autoanmiarse iba funcionando hasta que vio al ruso. Lo mejor sería mostrarse fuerte, altiva, pero que cuanto más se acercaba hacia donde estaba iba bajando hasta que cuando paso a su lado iba cabizbaja-Privet...-Saludó en un susurro, sin nisiquiera detenerse, para que al otro no se le ocurriera entablar una conversacion con ella.

Caminaba por allí de lo más tranquilo, entretenido con sus cosas y su alrededor tan interesante. Interesante porque en su casa sólo veía nieve, nieve y más nieve. Lo único que podía hacer para entretenerse era matar o torturar gente. Eso sí, le encantaba ver la nieve manchada de rojo... resaltaba tan bien.

De repente, sintió que una vocecita conocida lo saludaba en ruso. Se volteó apenas para ver de quién se trataba, puesto que allí era raro encontrar alguien que no fuera asiático.

Al estar de espaldas a él, tardó en reconocerla, pero luego supo de inmediato de quién se trataba. Tresa, era inconfundible.

-Ohh, Teresa, privet~- Saludó con su sonrisa amable y buen humor, empleando ese nombre que bien sabía, tanto la hacía enfadar.

Se quedo en silencio, quieta, pensando que podria hacer. No queria hablar con el, podia seguir tranquila, pero que la llamara de esa forma siempre le ponia nerviosa. Y despues de todo lo que habían pasado....Tenia ganas de responderle, pero ahora no estaba de muchos animos.

Cerro con fuerza el puño, pensando que narices hacer. Al final decidio girarse y acercarse a él, tranquila, sumisa. No iba a gritar.-Perdone, señor Sergey...-comento con un hilo de voz.-Se volvio a confundir con mi nombre...-miro al suelo, sin alzar la vista.

Si su mente no hubiera estado divagando, le hubiese contestado como debia.-Y ahora, si me disculpa-hizo una leve inclinacion de cabeza y volvio a retomar su camino. Ahora queria irse rapido de alli, a cualquier sitio, a esconderse y a llorar tranquila, hasta que se le pase todo esto y vuelva a ser ella.