Brüderlichkeit (Privado)

- Huumm... - medio gruñó, como lo hacía de pequeño y sus hermanos se negaban a explicarle un tema.

Quiso seguir con el tema, puesto que al fin había encontrado algo con lo cual pudiera hablar con el menor sin la necesidad de que creyera que iba a matarlo o algo por el estilo. Debía de aprovechar la oportunidad, puesto que conociendo a su hermano y lo desconfiado que se había vuelto, no se presentaría otra vez en mucho tiempo.

- M-mi doctor dijo que tenía que leer algo parecido - comenzó a decir, sonrojándose de manera casi invisible. No le había mencionado a nadie que había empezado a ir con un psicoanalista, salvo a Brandeburgo y a Berlín. Sentía que sus demás hermanos se burlarían de él, y aquello no le gustaba - ... a-aunque bueno, me pareció algo aburrido y dejé los libros por allí - balbuceó, rascándose la nuca y desviando la mirada.

El que el otro comentara sobre eso hizo que se pusiera más nervioso. Bueno, si es que se podía. Desde que crecieron, él y Kellen se habían distanciado de una manera u otra, y ya no eran tan cercanos como cuando niños. Tal vez se debiera a él o a su hermano. Pero eso no importaba, a fin de cuentas el "daño" ya estaba hecho.

- E-empecé a ir hace unos meses - comenzó a decir, avergonzado -. Más que nada porque M-Maria me lo pidió. Al principio me molestaba estar allí, y traté en dos ocasiones de matar a mi doctor - dijo como si nada, recordando al pobre hombre escondiéndose tras su silla -. Pero... después noté que desahogarme me hacía bien - susurró aquello último sin darse cuenta.

Y es que era verdad, desde que su doctor y él habían comenzado la terapia, podía manejar mejor sus emociones y "encerrar" al yo que únicamente deseaba manchar sus manos de rojo sangre.

No se molestó en mirar a su hermano. Supo, a pesar del tono calmado e inexpresivo que usó, que él se imaginaba que su manera de "desahogarse" era matando a alguien. Vale, no era la persona... ciudad más pura del mundo. Pero eso no significaba que todo fuera matar. Él se arrepentía de todo lo que hacía, claro, siempre y cuando se encontrara calmado y "cuerdo".

- Sí, desahogarme - se limitó a responder, con un tono algo molesto. No quería que el otro notara que se encontraba triste.

¿Es que acaso él iba a ser el malo del cuento toda su vida? ¿Acaso ya ni su propio hermano creía en su salvación? No lo culpaba, ¿cuantas veces no había intentado matarle? Aún así, esperó a que Kellen confiara en él y le ayudara a atravesar aquella difícil situación.

Pero como siempre, se dio cuenta de que estaba solo. Absolutamente solo.