Mitternacht [Privado R+18]

Se sonrojó intensamente. Era verdad, se suponía que ella estaba esperando a la persona "indicada" para ello.

Pero de verdad quería hacerlo con él. No porque tuviese "ganas" ni nada por el estilo. Lo... amaba (tal vez no como a una pareja, pero estaba cien por ciento segura de que aquello no era simple amistad o algo por el estilo), y aunque sabía que el danés era capaz de dejarla antes de que despertara, quería correr el riesgo. ¿Cada cuando se enamoraba de alguien? ¿Cada cuando alguien la trataba de la forma en la que el danés lo hacía? Sabía que él no le amaba ni nada por el estilo, pero quería... quería decirle de una manera u otra lo que sentía por él.

- E-estoy segura - susurró, volteando a verlo con decisión -. Q-quiero... hacerlo contigo.

Y cerró los ojos, más por la pena que por otra cosa. Si el danés le rechazaba... sería la vergüenza más grande de su vida.

Asintió, temblando no sólo por la vergüenza y los nervios, sino también por el miedo que le provocaban los truenos y los relámpagos. Se negaba a abrir los ojos, y menos lo hizo cuando sintió que el danés le abrazaba y juntaba sus labios con los de ella.

Se estremeció, y su mente le trajo los recuerdos de aquella noche en el bar. Se habían besado con intensidad, pero juraba que había sido sólo culpa del alcohol. Al principio correspondió el beso de una manera torpe, puesto que no estaba acostumbrada a ese tipo de "contacto" (y sí, aunque ya no fuera su primer beso, aún seguía siendo una principiante). Cuando al fin agarró el suave movimiento de los labios del otro, sintió su lengua dentro de su boca cuando se detuvo para tomar un poco de aire.

Se apartó rápidamente, con los ojos abiertos y el rostro rojo a más no poder. Se cubrió la boca con las manos, para luego desviar la mirada, completamente apenada.

- L-lo lamento... - balbuceó. No había sido su intención separarse de él, pero aquello le había tomado por sorpresa.

Volvió a cerrar los ojos cuando sintió que el menor le cargaba con delicadeza y la llevaba hacia la cama. Y se negó a abrirlos cuando este se colocó encima de ella. Su corazón latía a mil por hora y sentía que su respiración se aceleraba por culpa de los nervios.

Al notar la mano del otro sobre su mejilla, entreabrió apenas los ojos, totalmente sonrojada. Frunció un poco el ceño ante la sonrisa altanera del otro, sin poder evitar molestarse todavía por ese tipo de reacciones por parte del danés. Pareciera ya costumbre, la verdad. Cuando él le beso, no supo hacer otra cosa que corresponder el beso, volviendo a cerrar los ojos por instinto, y de manera tímida, rodeó su cuello con sus brazos para atraerlo más hacia ella.

Sin poder evitarlo, soltó un pequeño jadeo al sentir como el otro comenzaba a recorrer su cuerpo con sus manos. Sin saber que hacer, se quedó quieta y se separó de sus labios, con la respiración agitada y mirándole con algo de miedo.

Su corazón seguía palpitando con fuerza, y sentía que en su estómago no habían mariposas, sino... palomas o murciélagos. Poco a poco comenzó a tranquilizarse ante las caricias del otro, pensando que después de todo, si el danés se lo proponía, podía llegar a ser alguien lindo.

Se sonrojó intensamente ante ese pensamiento.

Pero su rostro se sonrojó todavía más ante sus palabras. ¿De verdad quería hacerlo... ahora? Sabía que esta era su última oportunidad para perder su virginidad, y sobre todo, para entregársela a la persona que relativamente amaba. Cerró los ojos con fuerza, y en un torpe movimiento, le besó con dulzura los labios. Tenía miedo, eso sí. Y muchos nervios. Pero aún así deseaba con toda su alma entregarle su cuerpo al pelirrojo.

Sus manos recorrieron tímidamente el torso del otro, deteniéndose inconscientemente sobre las cicatrices que encontraban y acariciándolas con extrema delicadeza.

Soltó un par de jadeos al sentir la mano del otro sobre su pecho. Se estremeció un poco, y su espalda se arqueó levemente. Cuando sintió la lengua del pelirrojo nuevamente dentro de su boca, hizo todo su esfuerzo para no apartarlo y corresponderle, pero antes de lograr hacerlo, él se apartó e hizo una ligera mueca de dolor. Asustada, apartó sus manos de su torso y se pegó lo más que pudo al colchón, temiendo haberle lastimado o algo por el estilo.

- L-lo lamento - balbuceó, apenada - S-sí q-quieres p-podemos... d-dejarlo ha-hasta aquí - apartó la mirada. No quería que por su culpa saliese lastimado.

... pero tampoco quería apartarlo. Habían llegado muy... "lejos" como para detenerse ahora, pero siempre estaba primero la salud. Sin atreverse a verlo todavía, se aferró inconscientemente a la mano que aún tenía él sobre su pecho.

Quiso decirle "¿Seguro?", pero los labios del otro no le permitieron. Soltó más jadeos que poco a poco pasaron a ser gemidos. Jugó con la lengua del otro, al principio de manera torpe, pero poco a poco comenzó a acostumbrarse y a seguirle la corriente. Se sentía muy extraña; pequeñas corrientes de placer recorrían su espalda, haciéndole temblar y arquearse un poco, logrando que sus pechos se pegaran más al torso del pelirrojo.

Se sonrojó intensamente ante ello, sobre todo al darse cuenta de que comenzaba a hacer calor en la habitación, a pesar de que afuera la lluvia parecía no dar tregua. Por un momento, la idea de que las personas de los cuartos vecinos les escucharan hizo que la vergüenza la abrumase un poco y volviese a corresponder el beso algo torpe, pero luego pensó en que se encontraban en la suite matrimonial y que aquello ya debería de ser normal...

A-aunque claro, ellos no eran pareja ni nada por el estilo...

Más y más jadeos salían de sus labios tan pronto estos fueron liberados. Se estremeció al sentir los labios del menor en su cuello, y su corazón latía con tanta fuerza que temió que se le saliera del pecho... o que el danés escuchara sus latidos.

Sintió cómo su cuerpo reaccionaba ante las caricias del pelirrojo, y se sintió algo avergonzada. ¿Era normal reaccionar así de... "rápido"? ¿O es que acaso ella estaba muy "caliente", como vulgarmente se decía? Tuvo ganas de volver a taparse el rostro con las manos por la pena, pero se abstuvo. No quería echar todo a perder.

Un pequeño grito de sorpresa y de placer salió de su boca en cuanto los dedos del otro acariciaron de aquella forma su intimidad. Tembló, y sus manos se aferraron fuertemente a sus hombros. Arqueó levemente su espalda y cerró los ojos con fuerza, y para sorpresa suya, sus caderas se movieron contra sus dedos de manera inconsciente, en busca de más de esas caricias.

- A-aah.... - gimió quedamente, con el rostro más rojo que nunca y con la mente hecha un caos.

Gemía cada vez con más fuerza, mientras que su espalda se arqueaba más y más. Se sentía extraña, pero no en el mal sentido. Aquellas sensaciones de placer eran totalmente nuevas para ella, y no sabía bien como reaccionar ante estás. Insistente, no dejó en ningún momento de moverse contra los dedos del danés, queriendo todavía más.

No notó los chupetones que el otro comenzaba a dejarle en el cuello, se encontraba más concentrada en sus dedos jugueteando con su pezón. Gimió un poco más fuerte, y sin siquiera pensarlo, enrolló sus piernas en la cadera del menor y lo atrajo más hacia ella. Sus manos recorrían su espalda y su pecho, cada vez con menos timidez. De una manera u otra, parecía que se estaba entregando al placer y a la lujuria.

- M-mehr, mehr~ - pidió entre jadeos y sin abrir los ojos. Sabía que si se dignaba a mirar el rostro del otro, toda su "valentía" se iría muy por allá y nunca terminarían esto.

Al sentir sus pechos liberados de esa manera, trató de tapárselos con sus brazos. Le daba mucha pena que alguien la mirase desnuda, y más si lo hacían como el danés en aquellos momentos. Pero no pudo hacerlo, puesto que pronto sintió la boca del otro sobre uno de sus senos, mientras que el otro era atendido por la mano del chico. Ya no sabía qué hacer, si gemir o jadear (aunque realmente sus jadeos se habían vuelto ahora chillidos de placer).

Se aferró a los hombros de él nuevamente, y otro grito escapó de sus labios cuando los dedos de él acariciaron de aquella manera su entrepierna. ¡Se estaba sintiendo tan bien! Nunca habría pensado sentir tanto placer como en ese momento. No quiso imaginarse lo que sentiría cuando el danés se dejara de juegos y pasara a "lo siguiente".

Entreabrió un ojo lentamente, sólo para encontrarse con la imagen del pelirrojo tocando su cuerpo de aquella manera. Se sonrojó todavía más, si es que se podía, y tratando de mirar hacia otro punto, su vista se centró en la entrepierna del menor. ¿Acaso lo que veía allí era un... bulto? Los colores se le subieron más, y tras dudar unos instantes (en los que gemía y se retorcía del placer), llevó tímidamente su mano hacia la entrepierna del otro, para luego acariciarle de manera sutil allí.

- ¡C-cállate! - balbuceó como pudo, soltando un par de jadeos en el proceso y sonrojándose intensamente, para luego cerrar los ojos con fuerza por culpa de la vergüenza.

Su cuerpo temblaba ante las caricias en su entrepierna, pero los gemidos escapaban de su boca por culpa del placer que sentía ante los tratos que el otro hacía en su clítoris. Cuando el danés mordió y pellizcó sus pezones, su espalda se arqueó mientras que un grito retumbaba en la habitación y la mano que tenía en la entrepierna del menor apretaba con fuerza su miembro. No fue que lo hiciera a propósito (puesto que no tenía ni la más remota idea de cómo acariciarle allí), sino por culpa de la impresión que el otro le ocasionó.

Sus nervios regresaron a ella cuando notó lo duro que se estaba poniendo el danés... y lo "grande" que era. ¡¿P-pensaba meter eso allí?! Casi sin darse cuenta, se separó un poco de él, asustada.

Al escuchar eso y verle apartándose, se asustó más, e incluso se alteró un poco. Se aferró a sus brazos, impidiendo que pudiese quitarse de encima y le miró directamente a los ojos.

- N-Nein! - gritó, casi sin darse cuenta. Su rostro volvió a enrojecer y apartó la mirada, no queriendo que el otro le mirase con burla ante esa reacción - e-es que... t-tengo miedo... - admitió apenada, para luego cerrar los ojos.

Sus brazos cubrieron sus pechos, puesto que el pudor comenzaba a invadir nuevamente su cuerpo y comenzaba a sentirse... "desnuda" y avergonzada. Tembló ligeramente ante el hecho de que el otro decidiera dejar las cosas así, y más aún... que no correspondiera sus sentimientos (que si bien ella todavía no los tenía muy claros, le asustaba la idea del rechazo).

Ante cada beso que el otro le daba, sentía como si su corazón se detuviese. Su mente se quedaba en blanco, haciendo que tardase un poco en reaccionar ante sus palabras. Parpadeó un par de veces, y una vez que analizó lo que él había dicho, su rostro enrojeció como nunca.

¡¿Qué clase de pregunta era esa?! ¡Claro que no estaba lista! ¡Tenía miedo, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer ni de como reaccionar ante sus caricias! ¿Le lastimaría? ¿le dolería? ¿sangraría? Tenía muchas dudas, pero no se atrevía a decirlas por temor a que el otro pensara de que era una tontería. Respiró hondo, tratando de calmar sus nervios, para después asentir con suavidad.

Cerró los ojos con fuerza y le abrazó, pegándose por completo a él, sin dejar de temblar y sin dejar de sentir aquel estúpido miedo. Quería entregarle su cuerpo, deseaba ser suya tan siquiera por esa noche. No le importaba sentir dolor alguno, lo único que quería era estar con el danés y sentirse querida, aunque eso fuese una simple mentira.