¡Café Maid!~ (Libre)

-Enseguida, amo-contestó haciendo otra reberencia antes de darse la vuelta y caminar en busca de la húngara.

Caminó durante un rato pero no la encontraba y, justo cuando se iba a rendir y decirle al húngaro que su hermana no estaba disponible, la vio. Estaba subida a unas escaleras montables colocando una especie de aparato. Carraspeó.

-Ellizabeta un amo la pidió, mesa 3-le dijo antes de irse sin querer saber qué era lo que la hungara hacía.

Habia decidido ir al cafe solo por ver a su queridisima hermana Ivana vestida con ese ridiculo vestido de criada, aunque no era quien para decirlo ya que iba vestida con el traje tipico chino. Entro con una sonrisa en el bar, haciendo que por un momento el sitio se quedara en silencio. Se fijo en la chica que habia en la entrada.
-¿Tu no serias una con San Petersburgo, da~~?-sonrio. Aunque fuera la mayor se veia como una niña pequeña cuando sonreia. Miro a su alrededor mientras seguia a la chica hasta su mesa

Suspiró cuando escuchó a la pelirroja y se bajó de las escaleras. Estaba terminando de colocar la última cámara y por culpa de aquel "amo" no la había podido terminar, solo rezaba para que no pasara nada emocionante en esa zona.

Se dirigió a la mesa indicada viendo a su hermano y haciendo un gran esfuerzo por no moler a palos al danés por tratar así a su Lou-chan, no por algo la estuvo cuidando junto a su hermano.

-¿Qué haces aquí, testvér?-le preguntó con su tono habitual. Él era su hermano por lo que dejaría de lado aquello de "amo", aunque ojalá Sakura no la viese. No quería perder aquella oportunidad de grabarlo todo.

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*testvér=hermano

Tragó grueso en el momento que vió a la rusa entrar por la puerta.

-B-bienvenida ama

¿Hacerse uno con ella? ¡Prefería un millón de veces seguir en la posición en la que estaba con su padre de país antes de ser uno con un/a russo/a! Pero ese comentario se lo calló.

-L-lo siento, ama, pero no soy independiente. Yo sigo las órdenes de mi far. Ahora, si es tan amable de seguirme hasta su mesa...-le pidió mientras la llevaba lo más rápido posible hasta la mesa- C-cuando haya elegido el o la maid que quiera dígalo en voz alta y la persona que usted haya pedido la atenderá-le dijo antes de huir literalmente de su lado. Jamás sería uno con un ruso.

Asintio y empezo a ver los maid disponibles. Pudo reconocer a Arthur, al alocado de Feliks, y la pequeña Tresa, que no le bastaba con trabajar en casa si no que venia a un bar. Sonrio al ver a su hermana Ivana en la lista. En su bolsillo tenia la camara de fotos que habia traido para luego hacerle cantaje. Iba a llamarla cuando otro nombre la llamo la atencion. Era el ultimo de la lista, pero para ella debia ser el primero
-Yao~~ ¿Podias atenderme, da~~?-¿Que mejor para molestar a Ivana que estar con el chino? Se arreglo un poco el vestido y el pelo para estar presentable para el

Sonrió cuando su hermana llegó a su lado. Se apoyó en la palma de su mano, mientras que jugaba con el menú que tenía en su mano libre.

- Lo mismo que haces tú aquí, nővére* - respondió contento, mientras que su sonrisa crecía más -. He venido para tener más material para mis doujinshis~ - confesó, recargándose en el respaldo del sofá -. Así que esperaba que me ayudaras con eso, y yo hasta te podría ayudar también, ¿qué opinas?

Su mirada ahora se posó en el danés y a alemana, y una sonrisa algo macabra adornó ahora sus labios.

- Y hasta podríamos "jugar" con él - señaló la cabellera roja.

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nővére: Hermana

Cerró los ojos y suspiró antes de entrar ¿ Qué estaba haciendo ahí exactamente? Se pregunto por trillonésima vez en el día. La respuesta era simple: Estaba aburrido, y por esas casualidades de la vida se enteró del café.

Bien, estaba decidido. Así que dio un paso dentro del local y miró en todas direcciones. Fijándose de que había una buena cantidad de países y ciudades.

Sonrió de medio lado. —Bien, tal vez, no fue una mala idea... — Y se quedó mirando el techo mientras que esperaba a que le atendieran.

Se cruzó de brazos mirándole con autosuficiencia.

-Para tu información, testvér, yo ya lo tengo todo listo para sacar mi material-miró hacía donde le señalaba su hermano y una pequeña sonrisa macabra se formó en sus labios-Pero me parece bien... De esta manera podríamos grabar más ángulos de los que tengo previstos y "jugar" con él-esta vez su sonrisa se volvió algo burlona.

Claro que "jugarían" con él y se divertirían.

Ni si quiera entró del todo a la sala de empleados para buscar al chino. Simplemente abrió un poco la puerta, lo suficiente como para asomar su cabeza y en el momento que vió al chino habló:

-China, mesa 8, ¡ya!-le ordenó antes de cerrar la puerta e ir hacia su posición viendo al estadounidense.-Bienvenido, amo, ¿me podría seguir hasta su mesa, por favor?-le pidió haciendo una reberencia antes de empezar a caminar hacia la una mesa cualquiera y esperar a que se sentase-¿Qué maid desea, amo?



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No me pidan más, ando radom(?)

Hizo un gesto de disgusto ante la orden. ¿Pero quién se creía él para hablarle de esa manera? Está bien que fuese su... c-camarera (aún no podía hacerse a la idea de eso), pero tampoco era para que la tratase como a una esclava o algo por el estilo.

- No le mataría decir "por favor", amo - frunció el ceño, para luego hacer, muy a fuerzas, otra pequeña reverencia -. En seguida le traeré su pedido - murmuró, algo mosqueada.

Se fue de allí sin perder ni un segundo más. No aguantaba estar cerca suyo, y menos si se ponía en ese plan estúpido de querer joderle el día. No le daría el gusto... aunque tampoco se hacía responsable de sus acciones por si llegaba a tirarle la bandeja o la malteada en la cabeza...

... Y fue allí dónde una brillante idea surgió en su cabeza. Mientras que le daba los pedidos a Sakura, una sonrisa algo maliciosa creció en sus labios. Oh, vaya que se divertiría mucho.

Estuvo tentada a aplaudir al chino cuando le vio hacer la reverencia.
-¿No te alegras de verme, da~~? Y eso que vengo solo por ti-Bueno, tecnicamente venia a molestar a Ivana, pero era capaz de dejar su pequeñas redencillas con su hermanita por él. Cogio el menu y empezo a verlo, aunque se mostraba mas interesada en Yao.
-Quisiera algo de vodka, ¿da~~?. Pero antes...-Saco del escote un papel enrollado y un boligrafo-Firmaras esto,¿da~?-Estaba casi todo tapado, tal vez para que Yao no supiera que era un certificado de matrimonio. Asi por fin seria uno con ella

- Bien, entonces es un trato~ - dijo animado, mientras que notaba a la alemana, quien se iba molesta a entregar los pedidos del cabeza de zanahoria. Con un suspiro, tomó el menú y comenzó a hojearlo sin muchas ganas. Realmente no tenía hambre, pero se vería raro que no pidiese nada.

Después de unos segundos, terminó por pedir algo simple.

- ¿Podrías traerme una malteada de vainilla, por favor? - le pidió a su hermana con una sonrisa -. Mientras yo instalaré mis cámaras~ - le dijo divertido.

—Claro~ —Miró con una pequeña sonrisa a la chica y la siguió hasta la mesa, se sentó y tomó en sus manos el menú de maids— Bueno... —Observó detenidamente cada nombre en la lista. La rusa, a ella podría molestarla un rato, pero detuvo sus pensamientos al leer una palabra en especial"Kirkland". ¿Cejas estaba aquí? y lo más importante ¿De maid?

—Ok ¡Ya me decidí! —Cerró el menú de golpe con una sonrisa más amplia que antes. —Tráeme a Arthur.

-Enseguida, amo-le contestó a su orden haciendo una reberencia antes de dirigirse a la cocina. Se paró en seco en el momento que vió al inglés con una gran olla de contenido marrón y deforme. ¡¿Pero qué coño estaba haciendo?! ¡¿Qué havía él cocinando?! ¡¿Es que quería matar a todos?! No dudó ni un instante más y se le acercó corriendo estirándole de su traje para que retrocediese y apagando cuando pudo el fuego- ¡¿Pero qué haces?! ¡¿Quieres matarnos o qué?!-le preguntó histérica.

Si algo había aprendido de lo poco que conocía al inglés era no dejarlo cocinar y menos sin ninguna supervisión de un adulto responsable que supiese cocinar.-¡Mejor que no me lo digas!-le cortó- Sal afuera y atiende al nuevo cliente, te han pedido a ti, así que vete ya y no tardes más. ¡Venga!-le gruñó mirando a todos lados en busca de Sakura, a la cual no logró ver. Suspiró resignada y se volvió a la puerta por si venía algún cliente. ¿Es que el mundo se había vuelto loco?

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Listo iggy, algo fail pero bueno(?)

Al no ser solicitado durante un buen rato, sumando su aburrimiento y sus ganas de movilizarse, se dirigió a la cocina. Aunque nadie le deja entrar a ese habitáculo el no hacía caso a las advertencias que solían ser ''No entres allí, sabes que tu comida es algo... extraña. Y no queremos matar a los clientes''.

Los encargados de dicho sector le miraron un rato con terror, mas, no se sintió aludido y fue hasta una olla que estaba al fuego. Tomó un cucharon cualquiera y sacó de lo que había en la olla, cuyo contenido era desconocido para el. Probó la mezcla de lo que sea que había y no le agrado del todo, así que la modificaría a su gusto y resultó algo marrón y sin forma, por un momento pensó en que había creado vida ya que la mezcla se movía de manera sospechosa y extraña.

Dio un pequeño salto gracias al susto que le había causado la mini-danesa. La cual le quito la olla violentamente y apago el fuego. No alcanzo ni a protestar y menos al responder la pregunta al sentirse interrumpido por ella y empujado fuera de la cocina, por ella también. ¿Qué anciano gordo y calvo pudo haberle ordenado? De pronto como si fuera un rayo un pensamiento cruzo su frente, habían muchas naciones o capitales de las cuales tenía todo el derecho de dudar, pero era mejor dejar esos pensamientos de lado y se dirigió a la mesa, de la cual le habían solicitado.

Al llegar hizo una reverencia inmediata, no quería ver de quien se trataba el cliente. Pero eso no significaba que no moría de curiosidad, al mirar hacía abajo pudo notar que era un hombre. Por lo tanto no se esforzó mucho en sonreír, es mas, no lo hizo. -Bienvenido, amo. ¿Puede decirme que es lo que desea?- Alzo la mirada finalmente para encontrarse con la única persona en la que no pensó. Frunció el ceño discretamente y gruño levemente. Pero sintió la presencia de la japonesa no muy lejos, y no se encontraba feliz (?) así que sonrió ''moemente'' sin dejar de fruncir el ceño, no podía, estaba molesto.

El menor aún no contestaba luego de un rato, así que se tomo la molestia de apresurarle, claro... solo como el puede. -¿Vas a ordenar algo sí o no? No tengo todo el día, imbécil.-

Preparaba postres y algunos otros pedidos en la cocina con algunas otras chicas, asomándose cada tanto por la puerta para vigilar el comedor y regañar mentalmente a las maids que no se estaban "comportando".

Pasó lista mentalmente, mirando una por una a sus empleadas para cerciorarse de que no estuvieran holgazaneando en alguna parte. Pero notó que faltaba un nombre en su lista mental. Volvió a fijarse más detenidamente, una por una, confirmando que efectivamente, le faltaba una maid.

Suspiró, haciéndose una idea de dónde estaba. Se secó las manos con una pequeña toalla y le avisó a las chicas que le ayudaban en la cocina que regresaba enseguida. Se dirigió hacia los vestuarios, ignorando las cámaras de vigilancia que no recordaba haber instalado, para luego fijarse en una puerta que permanecía cerrada. Sonrió "moemente" mientras que se encaminaba hacia aquél lugar, con un yandererismo oculto tras esa mueca que sólo sus hermanos serían capaces de notar.

Rápida y silenciosa como un ninja, abrió de golpe la puerta, topándose con la temblorosa y asustada muchacha que no dejaba de mecerse en el piso, lloriqueando y balbuceando un "estúpido Don" una y otra vez.

-Ceci- Susurró, para que sólo ella pudiera oírla, llamando así su atención y sobresaltándola un poco. -Vamos, ya abrimos, debes salir a trabajar- Y sin esperar respuesta de la otra, la tomó de la mano y la sacó de allí.

Asintió a la danesa en el momento en que esta le dijo que ya iba por el ingles. Aunque la verdad no había escuchado ni media palabra de lo que había dicho y sólo cuando se fue, supuso que sería para ir a buscar al otro.

Se quedó pensando mientras estaba a la espera de que el ojiverde llegara a pedir su orden. Escuchó unos gritos a lo lejos pero no se inmutó y siguió absorto en sus pensamientos, intentando imaginar mentalmente más o menos como se vería el británico en un traje de maid. Y olvidándose totalmente de que tenía que pedir algo para comer.

Fue interrumpido con una voz en particular luego de unos segundos, sin duda era Arthur. Alzó la mirada para poder distinguirlo, si era sincero se veía mejor de lo que había pensado en todo este rato, pero no por eso era menos graciosa la escena del mayor sirviendole a él.
Se cubrió la boca con una mano intentando disimular en algo la risa que no había logrado contener del todo. Sobretodo por los gestos del ingles, se notaba que no esperaba que fuera él el que lo había ordenado.

—¡Vamos, no seas tan cascarabias! al menos sonríe ¿ Eres una maid, no? — Tomó un poco de aire para dejar de reírse y que el otro no le diera una paliza en medio del café, aunque era probable y mucho, que lo terminara haciendo de todas formas.

—Claro que voy a ordenar algo, quiero un GRAN -—Hizo énfasis en esta última palabra, sin borrar todavía la sonrisa algo burlesca de su cara. —helado de vainilla, una hamburguesa y coca-cola

Regresó con los pedidos del danés a la mesa en la que se encontraba este.

- Aquí están sus pedidos, amo - dijo, con un tono sumiso, inocente y algo infantil. Se inclinó para dejar los pedidos en la mesa, dejando que sus pechos sobresalieran un poco por el pequeño escote del vestido. Sabiendo que el otro le miraba embobado esa zona, aprovechó para tirar "accidentalmente" la malteada encima de él - ¡Hay, no! ¡Lo lamento mucho amo! - medio gritó, totalmente "preocupada" y "asustada" - Que torpe soy, no debería de ser su maid... - desvió la mirada, mientras que un par de lagrimitas se asomaban por la comisura de sus ojos.

Que diga que sí, que diga que sí... suplicó mentalmente. Prefería mil veces ser la maid de Múnich que seguir siendo la de él.

Tan pronto como supo que sus hermanas estaban trabajando en aquel local, no dudó ni dos veces en ir corriendo hasta allá.

Llámense celos de hermano o no. No le agradaba la idea de que alguien estuviese mirando de aquella manera pervertida a Maria, ni a Louise. Mucho menos a Louise. Castraría, decapitaría, desmembraría y todas las cosas que terminen en "ría" al bastardo que se atreviera a hacerles algo a sus hermanas. Entró al local, buscando con la mirada a sus hermanas, casi sin notar la presencia de la mini-danesa que estaba frente a él, "dispuesta" a llevarlo hasta su mesa.

- Demonios... - farfulló, molesto al no ver ni a la prusiana ni a la alemana.

Cuando vio entrar al alemán ni siquiera se molestó en hacer una reberencia ni en darle la bienvenida. Se veía perfectamente que la iba a ignorar y como no le gustaba perder el tiempo únicamente tosió para llamar su atención y una vez la miró, habló-Amo, no sé que estará buscando en un lugar como este pero, ¿qué le parece si le llevo a su mesa y allí me dice qué es lo que busca y yo intentaré ayudarle?-le ofreció sonriéndole- Sígame, por favor.

Lo guió justamente en la dirección contraria que hacía donde guió a su tío. No tenía ni idea de por qué había venido el alemán pero si algo sabía de ellos es que eran muy sobreprotectores con sus hermanas y no quería hacer de niñera por lo que directamente los alejó-¿Y bien, amo, qué es lo que desea?

Con un ligero tic en una de sus cejas al ver al menor reírse tanto y mirarle con burla, ya vería ese inútil en otro momento. Le daría la paliza de su vida y probablemente le dejaría infertil, era una buena opción considerándolo todo. Cuando estaba dispuesto a apresurarle nuevamente la voz del joven del rulo le interrumpió.

¿Cascarrabias? el no lo era, el otro simplemente era un estúpido infantil que se lo toma todo a juego. -¿Sonreír? No lo haré si eres tú el que tengo en frente, git.- Sentenció, sintió que sonó hiriente pero era la verdad, no le sonreiría a un pervertido que viene a un café maid.

Hizo una leve reverencia al escuchar el pedido, y se vio obligado a decir una frase que no le agradaba absolutamente nada. -En seguida traeré su orden, amo.- Y dicho esto se retiro, sin querer escuchar más o seguir siendo mirado. Repasando la orden en su mente pudo percatarse de que era solo comida chatarra, bueno, ¿que más podría esperarse de ese idiota?. Al llegar a la cocina dio la orden que había que hacer y los cocineros se dispusieron a prepararla. Y otro pensamiento cruzo su mente.

Muchas mujeres disponibles, ¿por qué le eligió a el?, la auto contestación que se hizo fue bastante coherente y extraña, pero no para el. ''de seguro me ordeno a mi para burlarse luego y sacármelo en cara, es típico de ese estúpido y malagradecido niño'', aunque no le importaba del todo, había ocasiones en las cuales se reía de nada o se burlaba por mera maldad, sacando en cara un error. Claro, había excepciones pero eran muy importantes. Sacudió levemente la cabeza al darse cuenta de que ya tenía la orden lista para llevar en una bandeja que se encontraba en sus manos, eso fue rápido o quizás el pensó muy lento.

Salió de la cocina con la bandeja encargada y se dirigió nuevamente a la mesa, dejando la orden sobre la mesa frente al americano y teniendo unas ganas terribles de lanzarle la comida con bandeja y todo en la cara. -Aquí está su orden, amo. Solo dígame si desea algo más.- Odiaba actuar así frente a el, pero le tenía algo de miedo a la japonesa y a su imaginación. Sentía que era mirado con odio cuando no se comportaba moemente, así que sonrío leve y tiernamente, más bien, su sonrisa era tierna, y ya estaba más calmado así que no fruncía tan marcadamente el ceño, tenía la esperanza de que el de ojos azules le dijera ''puedes retirarte''.

Un tic apareció en su ojo al escuchar todo lo que el danés le decía. ¡¿Quién se creía él que era?! ¡¿La Reina de Inglaterra o qué?! Se contuvo para no pegarle con la bandeja en la cabeza o golpearlo como lo había echo una vez en la playa. Respiró hondo, y cuando consideró que estaba lo suficientemente calmada, habló.

- Como diga, amo - respondió secamente. Bien, si el imbécil quería tratarla como sirvienta, ella lo trataría como a un señor altanero, estúpido, arrogante y egoísta (Y ¡oh, sorpresa! El danés era así).

Tomó una de las servilletas y comenzó a secarle sin mucha delicadeza. Le importaba poco si le arrancaba el cabello o la cara en el proceso (y era sincera, también le importaba poco lo que la japonesa le hiciera después de esto). Cuando terminó, tomó la copa vacía y regresó a la cocina, para luego ir de nuevo con el pelirrojo y dejar la nueva malteada de vainilla sin mucho cuidado en la mesa, haciendo que un par de gotas mancharan la fina mesa de madera.

- ¿Es todo.... amo? - preguntó, mientras que se cruzaba de brazos y fruncía el ceño.