¡Café Maid!~ (Libre)

Tan pronto terminó de acomodar la última mesa, corrió hacia la cocina, dando sin poder evitarlo algunos brinquitos de alegría. Estaba tan emocionada con ese café, que por momentos se le hacía difícil mantener su actitud seria y conservadora. Tantos meses de planificación, y hoy por fin se inauguraba el local.

Apenas abrió la puerta de la cocina, se topó con sus lindas empleadas, ya con sus trajes de maids y listas para atender a los clientes.

-¡Bien, chicas! Hoy es el día. ¿Están listas?- Preguntó sin poder ocultar de ninguna forma su emoción, queriendo cerciorarse de que todo estaba en orden para abrir de una vez.

Maldijo nuevamente a su tío Bent y a su padre por luchar tanto. Por su culpa se había perdido mucho dinero y ahora tocaba recuperarlo. ¿Cómo? Pues trabajando en aquel estúpido café Maid.

Se miró nuevamente de arriba a abajo. El vestido era muy bonito pero lo veía demasiado corto escotado para ella aunque ese pensamiento hizo que se le formase una pequeña sonrisa divertida. Sería divertido tratar con aquellos viejos pervertidos que requerirían de sus servicios, pero ella iría por el camino más fácil. Ella se encargaría de darle la bienvenida a los clientes y de guiarlos hasta alguna mesa libre.

-¡Sí! Yo ya estoy Sakura-se le acercó con una sonrisa de niña buena- ¿Le podría pedir un favor? ¿Puedo encargarme de darle la bienvenida a los clientes? Es que no me fio de que pueda hacer bien el resto de cosas...-murmuró mirando hacía otro lado aparentando estar avergonzada.

Ya que iba a trabaja en un café Maid lo mínimo era intentar parecer linda, ¿no? Aunque eso de ser amable con otros países no fuese mucho con ella.

Tragó fuerte. ¿Qué hacía ella allí? ¿En aquel local dónde las camareras, o mejor conocidas como Maids, atendían, con aquellos vestidos cortos y bastante escotados, a sus clientes llamándoles "amo"? ¡Ah sí! ¡Era verdad! Ella trabajaría allí a partir de hoy y todo gracias a una maldita apuesta con Barcelona. ¡Era la última vez que hacía una apuesta relacionada con el fútbol!

El caso era que en estos momentos estaba vestida con aquel traje, apunto de salir ahí a fuera y humillarse ante todos trabajando como maid. Pero ese no era su mayor problema, no que va.
Miró su cuello de nuevo en aquel pequeño espejo que traía.

Su mayor problema era por culpa de cierto italiano y del escote del vestido. Con su ropa normal no tenía problema porque se ponía cuello alto y así se tapaba pero con aquel vestido de Maid tan escotado su cuello estaba totalmente expuesto. Expuesto su cuello y aquellas marcas rojizas que tenía en él gracias al italiano.

Miró su moño y llevó sus manos a él soltando su pelo y mirándose nuevamente. Por suerte ya no se le veían tanto aunque aún se seguían notando por lo que buscó con la mirada algo con lo que cubrirse hasta que lo vió.

Era una gargantilla negra con un cascabel en el centro. Estaba tan desesperada que no tardó en ponérsela haciendo que el cascabel sonase y, para después, mirárse nuevamente en el espejo, esta vez uno de cuerpo entero. Un gran sonrojo se instaló en sus mejillas.

Ya no sólo iba con aquel vestido tan ajustado, sino que que aquella gargantilla y el pelo suelto le daba un aspecto que no estaba acostumbrada a llevar y para colmo aquel cascabel sonaba y si movía demasiado su cuello se le podrían ver los chupetones.

¡Hoy era su peor día de todos!

Salió de los vestuarios y se dirigió a la cocina junto a las demás chicas viéndo como la japonesa entraba poco después que ella.

-S-sí...-murmuró sonriendo nerviosa y esperándo ver las acciones de las demás.

Se miró al espejo una y otra vez, mientras que reía quedamente y se agachaba un poco, queriendo comprobar que la falda se la había subido lo suficiente como para permitir que los clientes se dieran un... ¿cómo diría México? "un taco de ojo".

- ¡Oi, Lulu~~! - medio gritó, mientras que llamaba emocionada a su hermana, quien se encontraba a un lado suyo probándose su uniforme - ¿Verdad que este traje se me ve muy awesome? Aunque claro, es normal, yo soy awesome, kesesese~~ - rió, tratando de fingir que la reciente pérdida del austriaco no le afectaba para nada.

Se acomodó un poco el escote, queriendo mostrar de más, y terminando de colocarse su diadema, caminó hacia donde se encontraba la mini danesa y la española, abrazando a esta última de la cintura como viejas amigas que eran.

- ¡Claro que estamos listas~! - dijo, entusiasmada. Se moría por ver los rostros de todos esos pervertidos.

No podía creerlo. De verdad que no. ¡¿Cómo demonios era posible que ella terminase usando ese estúpido traje que no dejaba mucho a la imaginación?! Casi se infarta con ese escote, pero estuvo a punto de colapsar cuando vio lo corta que era la falda. Totalmente sonrojada, comenzó a tirar de esta hacia abajo, como queriendo alargarla para que cubriese totalmente sus piernas.

- Hu-humm... s-sí, claro, lo que digas, schwester.... - balbuceó.

Al ver que no podía hacer nada para taparse más, caminó a paso lento hacia las demás, sin terminar de acostumbrarse a la falda. Extrañaba sus pantalones militares como nunca en su vida...

¿Que hacia la awesome yo aqui? No bastante con trabajar para el señor Ivan como sirvienta, me habian arrastrado a esta bar a trabajar como sirvienta y encima con un traje, que bueno....arruinaba todo lo que yo queria ocultar. Sakura me iba a pagar todo el maquillaje que me habia hecho usar. Aunque si trabajaba aqui, podia pagarme la cosostosa operacion y decir adios a los fatidicos tatuajes y asi podria hacer cosas indecentes con Thoris....
Estaba en mis pensamientos cuando hoy la voz de Sakura, me termine de poner la diadema, deje que la cruz de hierro callera sobre mis pechos, tome saliva y me coloque junto Karen
-La awesome yo esta lista, señorita Sakura-No podia con esto, seguramente de alguna manera u otra el maquillaje se correria y adios secreto, hola preguntas incomodas, bueno, por ahora solo podia hacer lo que mejor se me daba, hacer de criada

Terminó de acomodarse el escote de su vestido, para luego mirarle con orgullo en el espejo. Era la que más tenía "personalidad" en ese lugar, sin duda alguna, todos los clientes desearían que ella los atendiera. Rió ante ese pensamiento, y dando brinquitos, fue a reunirse con las demás.

Ojalá Bent-chan o Kent-chan estuvieran aquí... pensó, suspirando con cierta nostalgia. De sólo imaginarse que sus hermanos fuesen sus clientes le hacía querer sacar al señor Fusta y reír perversamente.

... o bueno, esos eran sus pensamientos hasta que su vista se posó en cierta rubia. Lort!! ¡¡Tenía más que ella, y eso ya era decir mucho!! ¡¿Cómo osaba esa rubia oxígenada a tener más que ella?! Un ligero tic apareció en uno de sus ojos, mientras que sus manos iban a parar hasta sus propios pechos.

Esa era la guerra, definitivamente.

Comenzó a dar brinquitos de la alegría cuando se miró finalmente al espejo. ¡Realmente se veía como una de esas maids que salían en los animes que tanto le encantaban! Rió emocionada, para luego ir con las demás chicas, colocándose a un lado de las germanas y de la danesa.

Contempló con una sonrisa a las que serían sus "compañeras"... hasta que notó que todas tenían más que ella. Una pequeña lágrima se asomó por la comisura de uno de sus ojos, mientras que su sonrisa se borraba y pasaba a ser una expreción de total perplejidad.

Bajó la mirada y comenzó a "manosearse" el pecho, buscando tan siquiera algo. Pero no. Casi ni tenía nada, y si lo comparaba con la alemana o la danesa... realmente era una tabla de planchar.

- Fuck....

- Q-qué.. ¡¿Qué mierda?!- Exclama horrorizada, viendose frente a un espejo.

Esto no le convencía. Claro que no.
Buscó distintas poses frente al espejo, esperando que lo que llevaba puesto no fuese el uniforme de trabajo.

Sí, necesitaba trabajo pero sentía que esto era algo estúpidamente extremista. Salió del camarín de forma apresurada buscando con la mirada a alguien que le pudiese explicar qué rayos sucedía ahí.

- ¡ISABEL!-Gritó hecha una furia, caminando de forma rápida para llegar a su lado.

- Puedes explicarme .. ¿Qué es esto?!-Señala su vestimenta propia, mientras se podía notar como una pequeña vena palpitaba en su frente.

Levantó la vista para mirar a la española y quedó, algo shockeada.

-T-Tú.. ¡¿También?!-abrió la boca, mirandole de arriba a abajo, sin poder creerse lo que estaba viendo.

Sonrió ampliamente al ver su reflejo en el espejo - A que me veo totalmente genial! ~ - junto sus manos con un brillo en sus ojos a la vez que se daba una vuelta, para ver que tal se veía desde atrás.

Definitivamente había sido una buena idea venir hasta acá. Qué mejor que usar un lindo vestido y ganar dinero con eso?

Miro a las personas que estaban formandose. Como el estaba listo también, se acerco a ellas obervando a cada una detenidamente. Era extraño pero encontraba que todas se veían bien en esos vestidos tan monos.

- Estoy listo~ - levantó la mano emocionado con una enorme sonrisa en el rostro.

-Hmm~-no hacía más que mirarse al espejo pero a diferencia de las demás chicas ella no lo hacía para ver que tal estaba, claro que no. Su caso era totalmente distinto, ella no estaba aquí porque necesitase dinero o porque la hubiesen obligado, al contrario, ella estaba aquí porque quería...

Porque quería grabar a los chicos que trabajarían allí. Gracias a que solía hablar con Sakura, se había enterado de que algunos chicos se habían apuntado al pequeño negocio y cuando supo qué chicos eran tenía por seguro que los grabaría. Sabía que algunos harían su tan preciado yaoi o al menos shonen-ai por lo que ella también se apuntó para poder verlo.

Y aquí estaba, asegurándose de que sus minicámaras-las cuales estaban escondidas por todos sitios del café e incluso su propia ropa- no se veían. Tras asegurarse fue con las demás chicas y con los chicos lista para atender a los clientes y para cuando terminase revisar su material.

-Estoy lista Sakura~-contestó a su pregunta con una sonrisa.

Todo por una apuesta, una estúpida, e innecesaria apuesta.

''A que no te atreves a trabajar en un café Maid''. Claro que se atrevía, solo que no le especificaron que tendría que vestirse de una mujer. ¡UNA MUJER!, definitivamente era el peor trabajo que le había tocado en toda su vida como nación.

Se miro al espejo, estaba vestido como esas maids japonesas, con un vestido de mucama y accesorios que le combinaban (tales como calzas que llegaban hasta la mitad del muslo, un collar pegado al cuello lleno de encajes, y su cinta para el cabello. Esta última no se la coloco por la poca dignidad que le quedaba.)

Era un digno loli, cosa que le bajo completamente el autoestima. El traje resaltaba el ''lindo, delicado y refinado cuerpo'' que tenía. Contando la cintura, caderas, y piernas contorneadas. Si tuviera senos prácticamente sería una mujer. Ademas de que era casi lampiño.

Indignado, fue hasta donde estaban las chicas que trabajaban en el local, encontrándose al chino y al polaco. No le extrañaba mucho ya que ellos siempre fueron algo afeminados. Se quedo a dos metros de distancia del grupo para ''no ser visto'' y perder todo su orgullo británico en el proceso, mas, lo pensó bien y lo perdería de todas formas. Así que se acerco... un metro, lo suficiente para estar ''integrado'' en el grupo.

-Esto es tan molesto y vergonzoso, bloody shit...- Se limito a murmurar. Había leído el reglamento y se fijo en que siempre hay que sonreír moemente (como dice la japonesa) y tratar con ''amor'' al cliente, que de seguro era un depravado. Se tomo el vestido y lo tironeo hacia abajo, en un intento inútil de que ''le cubriera todo''.

Se miró en el espejo y una pequeña sonrisa se formó en su rostro ante el reflejo. Con esta ropa todos querrían hacerse uno con ella, lo sabía.

-Da~-murmuró con una leve sonrisa sádica para después dirigirse donde estaban las demás.

-Todas os haréis una co- detuvo su frase cuando vio al chino y se le acercó por las espaldas tocándole el hombro repentinamente- Hazte uno con Moscú da~-dijo con una pequeña aura oscura tras ella. Escuchaba al mismo tienpo todo lo que sus "compañeras" y "compañeros" decían y veía como la gerente entró pero apenas la miró.

Contempló con una gran sonrisa cómo las chicas iban saliendo de los vestidores para ir "formándose", listas para trabajar.

-¿Are?...- Murmuró por lo bajo al ver a la pequeña danesa. -Oh, claro que puedes, Karen-chan- Juntó sus manos emocionada ante la petición de la pelirroja, pues justamente eso iba a pedirle. -Solo tienes que sonreír moemente y hacer pasar a los clientes~- Unos pequeños destellos aparecieron cerca de ella tan pronto terminó, de lo más entretenida "fangirleando" al imaginarla.

Luego de ver que ya todas las empleadas y... empleados (o por lo menos los que recordaba) ya estaban listos, salió dando brinquitos hasta llegar a la puerta, donde giró el cartelito de "Cerrado" a "Abierto".

-¡Hora de atender a nuestros "amos"!- Exclamó emocionada como si de una pequeña niña se tratara.

Se colocó en su posición, al lado de la puerta esperando a que llegase algún cliente, o como decía Sakura, algún amo. ¿No podía ser tan difícil el mostrarse con respeto a alguien usando la palabra "amo", verdad? Después de todo la habían hecho practicar aunque aún no se sentía muy segura de hacerlo. Es decir, no se sentía capaz de rebajarse al nivel de llamar a un desconocido por esa palabra pero debía hacerlo por lo que inspiró y espiró varias veces para relajarse.

En el mismo momento que escuchó como la puerta se abría, se colocó frente esta haciendo una leve reberencia para quién fuese el que llegase.

-Bienvenido al Café Maid, amo-murmuró en un tono sumiso y tranquilo que ni ella misma sabía de dónde había sacado.
Antes de que le diese tiempo a alzar la vista para ver quién tenía delante ya la estaban abrazando y... restregando sus mejillas lo que hizo que un gran tic se asomase en su rostro y que en el momento que se dió cuenta que quién tenía delante era su queridísimo tío Bent empezase a empujarle levemente, cada vez con más fuerza intentando apartarlo. Estuvo apunto de decirle "tío" pero recordó su posición y reprimió esa palabra.

-A-amo Bent, me asfixias, ¿podrías soltarme, por favor?-pidió queriéndose pegar a sí misma por lo humillante que era hablar de esa manera.

Cuando por fin logró que la soltase ella lo agarró de la mano intentando ocultar su molestia.

-Sígame hasta su mesa, amo Bent, y si tiene alguna pregunta dígamela cuando ya este allí, por favor.

Jamás pensó que el primer cliente fuese precisamente su tío.

En el momentó que su tío se sentó ella se fue molesta hacía su posición sin dirigirle ni una palabra. ¿Por qué justamente debía ser su tío su primer cliente? Bufó molesta para después mirarle a lo lejos esperando saber qué maid era la que quería.

Volvió a bufar en el momento que le escuchó y se fue directa a buscar a la alemana. Su tío nunca cambiaría, fue directo a la chica más desarrollada de toco el local. Era tan irritante.

-Louise, ya llegó nuestro primer "amo" -le dijo cuando la vió y se le acerco sin saludarla, no se tiraría todo el día saludándolas, perdería demasiado tiempo- Te eligió a ti, está sentado en la mesa número 1 de la sala conjunta-le indicó antes de comenzar a arrastrarla, literalmente, haciendo que dejase lo que sea que estuviese haciéndo.

En el momento que se aseguró de que la alema vió a su tío, ella se fue a su posición dejando a la alemana sola para atender al "amo".

Seguía frente al espejo, tratando en vano de hacer que el escote no mostrase mucho al igual que aquella corta y diminuta falda. Mein Gott! ¿qué había hecho para merecer aquello? Ella sólo se había metido a ese trabajo porque su hermana se lo había suplicado. De haber sabido que tendría que usar ese estúpido traje, nunca se hubiera metido. Además de que aquella danesa no dejaba de mirarle con odio...

Cuando escuchó a la mini-danesa, enarcó una ceja, confundida. ¿El primer cliente la había pedido a ella? Ya se lo podía imaginar, un viejo gordo y calvo que sólo estaba allí para ver a las mujeres. Rodó los ojos, soltando un suspiro, mientras que volteaba a ver a su hermana como pidiéndole ayuda. La prusiana simplemente alzó los pulgares, dándole ánimos, y ella se encargó de fulminarle con la mirada mientras que era arrastrada por la pelirroja.

Respiró hondo, tratando de calmar sus nervios para poder decir aquella tonta frase que Tokio les había enseñado. "¿Qué desea, amo?" ¡¿Cómo esperaba que ella le dijese "amo" a una persona que ni conocía?! Suspiró, y justo cuando estaba a punto de decir aquello, notó quién iba a ser su cliente, y las palabras que salieron de su boca fueron...

- ¿Qué haces aquí, idiota? - gruñó, olvidándose por completo mostrarse sumida, amable y contenta. Un tic apareció en uno de sus ojos, mientras que se cruzaba de brazos y literalmente lo asesinaba con la mirada.

Sólo había dos motivos por el cual se había dignado a ir a ese lugar.

Uno, porque su hermana y cierta prusiana se encontraban trabajando en el lugar. Y dos, porque estaba cien por ciento seguro que ese lugar era buen material para hacer su próximo doujinshi yuri... o incluso yaoi.

Rió de una manera perversa, mientras que entraba al lugar y veía a la pequeña pelirroja con aquel trajecito de maid. No pudo evitar pensar que se veía realmente adorable con eso. Le sonrió amablemente, mientras que se inclinaba un poco para poder quedar a su altura y mirarle directamente a los ojos.

- Buenos días, pequeña, ¿podrías llevarme hasta mi mesa? - preguntó de la manera más amable y tranquila posible.

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Como Lin no se metía.... pues~~ (?).

Más venitas resaltaron por sus sienes, mientras que agarraba el encaje de su falda y lo arrugaba con fuerza entre sus manos. Contó hasta mil (y un poco más...) con tal de no lanzarse a golpes contra el pelirrojo, puesto que sentía la mirada de la japonesa sobre su espalda, como diciéndole que si no se comportaba, le iría muy mal. Y ella sabía a la perfección que no era bueno hacer enojar a la asiática, después de todo, estuvieron juntas durante la guerra...

Con una sonrisa que claramente se veía forzada y fingida, hizo una ligera reverencia, para luego mirarle con un tic en la ceja, tratando de no fruncir el ceño y poner su cara más "amable" posible.

- L-lo lamento.... a-a-a.... amo - dijo, esforzándose porque esa palabra saliera de su boca y no "idiota, imbécil, bestia humana, subnormal, esperpento de persona..." - ¿P-podría d-decirme q-qué es l-lo que desea? - preguntó en un susurro, tan bajito que hasta a ella misma le costó trabajo escucharse.

Oh, de verdad que se arrepentía de haberse metido a trabajar allí...

-Bienvenido al Café Maid, amo-dijo en el momento que vio al húngaro entrar. Le estaba resultando más fácil de lo que pensaba eso de hacer de maid, aunque se le estaba haciéndo algo pesado y aburrido eso de hacer y saludar siempre igual.

Sonrió como una niña pequeña hacía la pregunta y las acciones del chico, le parecía bastante amable y tenía toda la pinta de no ser de esos que solían venir a esos cafés aunque las apariencias engañan.

-Será un placer, amo, por favor sígame-le pidió antes de comenzar a caminar hacía una mesa libre algo alejada de su tío al cual fulminó con la mirada cuando pasaron al lado suya, su tío era todo un pervertido.

-¿Qué le parece esta mesa, amo?-preguntó indícandole una mesa vacía, como la mayoría.

-Este es el menú normal donde puede pedir cualquier producto y ese de allí es el menú de maids donde puede elegir a la maid que usted quiera que le atienda-habló señalandold ambos menús una vez lo vio sentado.

Siguió a la pequeña pelirroja hasta donde esta le indicaba. Cuando pasaban por allí, vio a la alemana con aquel trajecito de maid, e incluso pensó seriamente en ir a saludarla. Sin embargo, cuando notó al tipo que estaba atendiendo, no pudo evitar molestarse un poco. ¿Qué hacía ese idiota mirando de aquella manera a la rubia? Si no fuera porque estaban en un café, lo agarraría a golpes. ¡Louise era casi como su hermanita pequeña! No por algo trató de educarla lo mejor posible cuando aún era una niña y estaba bajo los cuidados de esos prusianos...

Optó por sentarse de una buena vez, si es que no quería armar una escena. Aceptó con una sonrisa los menús que le tendía la pequeña, y cuando vio los nombres de su hermana y cierta albina, comenzó una batalla campal en su cabeza.

Si tenía a la prusiana como sirvienta, ella tendría que hacer todo lo que él le pidiera, y eso sonaba jodidamente tentador. Lo malo era que la chica tenía un temperamento de perros, y no dudaba que le lanzaría la bandeja a la cara. Así que optó por su segunda opción.

- Quisiera a Elli-chan, por favor - le pidió a la danesa de manera amable.

Sólo esperaba que su hermana le ayudase con su plan de grabar y/o tomar fotos a todo el mundo...