Al sonar de las campanas [Entren los que quieran fastidiar a Bent y salir ilesos. Sólo por hoy]

Soltó un suspiro, mientras que comenzaba a acomodarse su alzacuello y se alizaba su sotana. Después de eso, se colocó como pudo su estola... y misteriosamente, todo quedó en perfecto orden. Angelo se acomodó sus gafas negras sobre el puente de su nariz, puesto que comenzaban a resbalar un poco. Había conseguido un pequeño trabajo de medio tiempo como sacerdote para poder ayudar en la economía de su casa. Menos mal que pagaban bien.

Tomó la lista de las bodas que debía de realizar hoy, y pasando su dedo por las letras brailes, notó el apellido "Beilschmidt". ¿No era acaso el nombre del alemán? ¿Acaso lo iba a casar con su hermano Feliciano? Aunque bueno, también podría ser Felicciana... Sólo por si las dudas, tomó ambas bíblias, la normal que usaba para matrimonios normales y la "otra biblia", la cual usaba para eventos gay.

Salió de la habitación y se encaminó hacia el altar, esperando a que tanto los novios como los invitados, los padrinos y las damas de honor llegaran para poder comenzar con eso de una buena vez y poder ir a comer algo de pizza luego...

Se cruzó de brazos, molesta, mientras que esperaba a que todo esto comenzara de una buena vez para irse de allí. No le agradaba la alemana, pero si su hermano era feliz con ella... no le quedaba otra opción más que aceptarla en la familia. Al menos podía mirarle feo muy feo.

Miró a sus hermanos, la mayoría de ellos estaban con una cara... relativamente seria. Aquello si que se le hacía extraño, puesto que se suponía que siempre estaban felices y ese tipo de cosas. Ah de ser por la boda, pensó, regresando su vista al frente y encontrándose con el sueco ex-amigo de Bent. ¿Cómo es que podía ser el padrino? Hizo una mueca de desagrado cuando este le miró y decidió ignorarlo, regresando su vista hacia su hermano. Rodó los ojos al notar que tenía la corbata mal echa, típico en él. Le hizo un gesto para que se acercara, haciendo ella lo mismo.

- Serás idiota, ¿quién te dijo que la corbata se ajustaba de esa manera? - le regañó. Ciertamente, ella se estaba preocupando más por él que Copenhague, quien... bueno, no paraba de abrazar ese extraño muñeco de Noruega. Su hermana a veces le asustaba...

Con un suspiro, se dedicó a arreglarle la corbata al otro.

Miraba de reojo todo el lugar... Nunca pensó que fuera a llegar tantos invitados, y por el nerviosismo que el Danés intentaba ocultar, él tampoco se lo esperaba.

Evitaba mirar hacía donde se encontraba la familia del novio, nunca pensó que alguien, además de Bent, lo fuera a mirar así de feo, sin embargo, le fue imposible no mirar cuando la hermana del novio lo llamó, y se encontro con una muestra de desagrado por parte de la misma. Realmente le sorprendia tanto como a todos los presentes que él fuera el padrino de bodas, tomado en cuenta la rivalidad ya conocida con el novio, y estuvo aún más sorprendido cuando Louise le contó que Bent acepto encantado.

Se mantuvo mirando al Danés mientras hablaba con su hermana, cuando este se volteó para entablar un duelo de miradas mientras volvia al altar, sentia tantas ganas de matarlo ahí mismo, pero sabía que si intentaba entablar una pela allí, ese día, Louise lo mataría, tanto a él como a Bent, así que tuvo que resignarse a fulminarlo con la mirada

Se aseguró de que el vestido estaba en condiciones por milésima vez, desde que entró a la iglesia, al tiempo que palmaba los anillos con su mano para verificar que los había traído.

...Aún no sabía cómo había terminando siendo ella la encargada de los anillos... ¡Oh! ¡Claro que lo recordaba! La obligaron. Entrecerró los ojos. Si por ella hubiera sido ni hubiese asistido al compromiso pero, no, tuvo que asistir. ¿Qué les costaba el no casarse? ¡Era mucho mejor y tenía el ejemplo frente a sus ojos! Sus padres no estaban casados, eran hermanos y son felices cada uno pasando la noche donde quisieran y con quién quisieran.

Bufó y miró a su alrededor. A un lado los alemanes, familiares de la tal Louise, y al otro toda su familia, y por tanto la de su tío, con gente de todas las nacionalidades por el lugar. Hoy correría sangre y sería feliz si era ella quien iniciaba la pelea. Pero sabía que no era así. Por el momento sólo suspiró y maldijo mentalmente el tener que estar sentada en la segunda fila... Tan cerca de los "novios".

Aquello no le agradaba.

Aunque bueno, no es como si a él le agradasen varias cosas. Se cruzó de brazos y de piernas, mientras que comenzaba a tamborilear sus dedos contra uno de sus brazos. Se había tomado los calmantes que el doctor le había recetado desde hace... como dos años para evitar perder el juicio ese día. Quería a su hermana, demasiado, y por ello se aguantaría las ganas de estrangular al danés hasta verlo escupir sangre por los ojos y la nariz...

Una ligera sonrisa surcó sus labios. La imagen del pelirrojo bañado en su propia sangre realmente le era tentadora, pero no podía arriesgarse a que... bueno, sus hermanos se enojaran más con él. Si bien ellos tampoco aceptaban que su hermana se casara, no les quedaba de otra más que desearle suerte a la rubia. Podía ser más joven que Louise en edad humana, pero ella siempre fue su hermanita menor y al estar más cerca que cualquier otro de sus hermanos, debía de protegerla. Claro que no sentía por ella lo mismo que por Kellen, pero no aceptaba que alguien ajeno a la familia la tocara.

Tal vez después de todo su doctor tenía razón y debía de hacer terapia para olvidar su pasado "nazi".

Con un suspiro, se encargó de fulminar al tal Bent con la mirada, deseando que esta tuviera el poder para matarlo de un paro cardíaco, por lo menos.

Suspiro con notable pesadez,y maldijo entre dientes,mientras sacaba la cajetilla de cigarros de su bolso y tomaba uno, prendiéndolo con el encendedor.No sabia si estaba permitido fumar allí,pero la verdad sea dicha,no le importaba en lo mas mínimo.Tenia ganas de relajarse y mientras estuviese en ese lugar,no se sentiría para nada cómoda.

Se cruzo de piernas en el asiento,guardando sus cosas,mirando a todos los sitios,de reojo,nada discreta.Se encontraba rodeada de su familia,y de la familia del novio...
No pudo evitar soltar una risita burlona al verlos. Ah,los daneses.Todos iguales,todos iguales...

Su mirada se cruzo con la de algunos,y la mantuvo,firme.Si ellos les miraban mal,ella no tenia porque ser educada.
La verdad,ni siquiera sabia que rayos hacia allí. Muy bien,Louise era su hermana pero no sentía ni la mas mínima obligación de asistir a su evento.Su vista se poso en el danes,el novio de su hermana,el tal Hjørring.Enarco una ceja.Era atractivo,si,pero no le encontraba ningún tipo de encanto especial como para haber flechado a su "querida" Louise.Bueno,cada quien sus gustos...

Miro ahora a su propia familia.Algunos miembros ,por no decir la gran mayoría, parecían estarse controlando lo suficiente para no empezar una guerra contra la otra familia,lo cual se le hizo gracioso.Si de la nada empezaban a pelear a golpes,todo seria mucho mas entretenido.

Dio otra calada al cigarrillo y bajo la pierna,cruzando la otra.Ese día parecía ser el mas aburrido que le haya tocado vivir con sus familiares.

Se encontraba haciendo lo que toda una danesa haría en situaciones como esa...

... abrazar a su peluche del noruego como si su vida dependiese de ello.

Todo esto se le hacía sumamente romántico y lindo, y en su cabeza no dejaba de imaginar lo que sucedería si Lukas le pidiera matrimonio. ¡Sería el día más feliz de toda su vida! Los arreglos serían perfectos, y en vez de hacerlo en una iglesia, celebraría la boda en el aire libre, procurando que se viera lo más... nórdico posible(?).

Ignoró que era una de las damas de honor y que debía de estar en ese momento con la novia. Simplemente se limitaba a reír como estúpida e ignorar las miradas de odio de su familia y de los germanos.

Ella no queria estar aqui. No podia perder su valioso tiempo en cosas como estas, pero bueno, habia sido una invitación y eso supone un ahorro. Habia modificado un poco un antiguo uniforme para que pareciera algo más sofisticado de lo que era y se habia sentado en uno de los bancos situados en la parte central, donde se sentaban los familiares de la novia. No es que fueran familia, pero se habían apoyado, además de que antes ella misma habia vivido en su casa.

Se quedo en silencio, rezando, primero por que todo fuera bien y segundo para que el señorito no apareciera. Estaba segura de que nadie se la esperaba alli, aunque era facilmente reconocible ya que aunque fuera una iglesia, portaba su inseparable escopeta, preparada para cualquier imprevisto

Cambió el peso de un pie al otro, mientras que miraba entretenido todo lo que ocurría a su alrededor. Los alemanes se encargaban de matar a los daneses (sobre todo al tal Hjørring) con la mirada, y por su parte, ellos hacían lo mismo, salvo Copenhague, quien... bueno, estaba concentrada en sus cosas.

Divisó a la suiza de lejos, recordando las veces que había visitado su casa para acompañar a Viena cuando esta iba. No es que le cayera mal, de hecho, se le hacía mona al ser tan tsundere por no decir que le proporcionaba un buen yuri con la austriaca. Con una sonrisa, pensó en la germana. Estar en una iglesia y como padrino de bodas le hacía recordar cuando celebró su propio compromiso. Él había estado en el lugar dónde ahora estaba el tal Bent, y la austriaca había estado caminando hacia el altar, como lo haría Louise en unos momentos más...

... y luego pensó en Maria y se le hizo un nudo en la garganta. Negó con la cabeza y comenzó a pensar en otras cosas. Él le había prometido a la alemana cuando era pequeña que él le compraría su vestido de bodas, y eso hizo, por lo que ahora era su padrino de vestido o algo así. Miró al sueco que estaba a su lado, pero no hizo ningún comentario. Sí, había tenido enfrentamientos con ellos en el pasado, pero había sido debido a su matrimonio con Viena y Austria.

Soltó otro suspiro y cerró los ojos, dejándose llevar por los recuerdos que le traía el lugar.

Sonó con fuerza su nariz, para luego mirar de manera dramática hacia el altar.

¡¿Por qué de todos los hombres del planeta, su hermana tenía que casarse con ese idiota?! ¡Él que siempre la había estado persiguiendo y acosando y mimando como a ninguna otra...! ¡¿Por qué no lo había escogido a él?! Lloró más, casi como si se encontrara en un funeral en vez de una boda.

Vale, estaba enamorado de la italiana y hasta seguían casados, pero no podía negar que aún tenía ese enfermizo amor hacia la más pequeña de sus hermanas. A su lado, Emma le mimaba para que se le pasara aquello, pero dudaba que aquello se le quitara en un buen tiempo. El solo pensar que su hermanita compartía la cama con un danés le hacía tener arcadas y ganas de arrancarse los ojos.

Y para empeorar las cosas, estaba amenazado de muerte por Emma para que no se levantara a gritar "yo me opongo". Realmente, quería darse un tiro.

Siguió dándole palmaditas en el hombro a su hermano, mientras que esperaba emocionada a que su hermana entrara de una vez a la iglesia.

De todos sus hermanos, ella parecía ser la más contenta de todos. Vale, no le caían bien los daneses, pero si su hermana estaba feliz con el tal Bent, pues ella también lo estaría. Miró al resto de sus hermanos, encontrándose a Helga fumando (le mandó una cara de reproche) y a los gemelos. Tuvo ganas de lanzársele a Kellen para abrazarlo, pero se contuvo. Ese no era el momento para tener uno de "sus ataques".

Con un suspiro, miró hacía el frente, tranquila.

Estaba sentado al lado de Clady. Realmente, le hubiera gustado ser el padrino, pero por su condición tan delicada mejor le dieron el puesto al sueco, pues él a duras penas podía estar allí. Justo había tenido una recaída esa semana, y tuvieron que rogarle al médico para que le diera permiso de salir. Claro está, no debía agitarse en lo más mínimo, ni una respiración ni latido más, prácticamente se había llevado el suero colgado al brazo, y tenía las pastillas y un vaso de agua a mano por si pasaba algo. Tendría que quedarse allí sentado todo el rato y sin poder moverse en lo más mínimo, pero ni modo, por lo menos vería la boda de su hermano, algo que nunca creyó posible.

Con un suspiro, se agachó a la altura de su hermana para darle un par de palmaditas en la espalda. Louise no se veía... para nada bien. Estaba que quería vomitar de los nervios (lo cual no era nada Awesome) o que pegaría carrera y huiría del lugar (algo que ella no se molestaría en detener, hasta le ayudaría). Volteó a ver a Ludwig, como preguntándole qué podían hacer para calmar a la menor. Vale que ella se rehusaba rotundamente a las bodas, sobre todo a la de su hermanita con ese tarado danés (le caía bien Dinamarca, más no el pelirrojo).

- V-vamos Lou, que no es para nada awesome que te pongas así~ - trató de bromear, haciendo que la otra sólo se pusiera más nerviosa e histérica. Suspiró y volteó a ver al rubio - ¡Lud, ayúdame, es tu hermana! - casi sollozó.

Eins, zwei, drei, vier... fünf... sechs... Comenzó a contar mentalmente, pero al ver que eso no estaba funcionando, sacó su bolsita de papel y comenzó a respirar con esta de manera agitada.

Decir que estaba asustada era quedarse corto. Estaba ATERRADA, como nunca lo había estado en toda su vida. Respiró hondo, casi tragándose la bolsa, para luego sacar el aire de golpe. No estaba lista para llegar el altar y casarse. Bien, quería hacerlo, pero el solo pensarlo le revolvía el estómago y le hacía tener arcadas.

Ante el intento frustrado de palabras de ánimo de su hermana, los nervios sólo incrementaron más, por no decir de los mareos. Tal vez no había sido buena idea el irse de fiesta la noche anterior para celebrar su despedida de soltera. Sin saber que más hacer, comenzó a respirar todavía más agitada y nerviosa que antes.

El ibérico no podía estar más emocionado, ni siquiera sabía porque estaba en estos lugares, le invitaron y todo pero no hablaba absolutamente nada con alguno de los novios. Estaba cerca del húngaro, viendo a la lejanía todo y podía apostar que el danés estaba al borde de un colapso nervioso.

Tenía su típica sonrisa amplia plasmada en el rostro, pero estaba bastante quieto; La iglesia era un asunto que se debía tomar con seriedad (Según el hispano), por muy feliz de que la prusiana estuviera cerca, ahora no tan cerca porque estaba haciendo quizás que tipo de cosas con su hermana, debía tener un auto-control incluso escalofriante para tratarse de él. Miró a sus alrededores, curioso, como si de un pequeño niño se tratara (y no es que no lo fuera, todos saben que el español si no esta molesto necesita a un adulto responsable que lo vigile). Miró a cada uno de los presentes, con quien más contacto había tenido era con el húngaro presente. Si había alguien más... bueno, simplemente no lo notó, y eso no era de sorprenderse por parte de Antonio.

Algo aburrido estaba, sí, pero feliz al fin y al cabo de que dos personas hayan encontrado al amor de sus vidas y ahora fueran a unirse ante Dios. Ya que eso significaba que estaban completamente seguros y que se amaban entre sí. ¿Qué se sentirá casarse? Eso azotó la mente del ibérico, mas lo ignoró y volvió su vista al frente para mirar el altar. Borrando un poco esa sonrisa algo molesta de ver. Ni idea del porque, pero le entraron ganas de casarse, hasta al británico aceptaría. Lo meditó un rato. No, antes que casarse con él prefería lanzarse a aguas infestadas de tiburones.

---

Ese es el aporte de Antonio, perdón por la failosidad ene

Inhalo,exhalo,inhalo,exhalo,de nuevo,repitiendo,procurando controlarse,estar tranquilo,nada de nervios,nada de ganas de matar al novio,tranquilidad,calma ante todo,ese día era demasiado importante para su familia, así que todo debía salir perfecto.

-J-Ja,todo...Todo perfecto...-repitió para si,en voz baja.Se encontraba con su familia,al lado de su hermana,tal y como debía ser.Pero al parecer,ambos se habían puesto de acuerdo en eso de perder la calma.Bueno,en Louise se entendía,pero en él...Lo único que le consolaba era que la belga se encontraba ahí con ellos,con la misma sonrisa de siempre.Eso le tranquilizaba bastante,ya que de no ser por ella,estaría en un completo y total estado de desesperación...Pese quería aparentar su autocontrol.

La voz de la prusiana le saco de sus pensamientos,volteando a ver a su hermana quien era un manojo de nervios.Se rasco la nuca,sin saber que decir para calmarla.Le dio una palmadita en la espalda.

- ...P-Piensa que si sigues asi,llegaremos mas tarde...-enseguida se dio cuenta que esas no eran precisamente las palabras correctas en ese instante.Maldijo mentalmente.

Por petición de Ludwig, le había acompañado a donde la novia esperaba, al ver la escena, Louise toda nerviosa y Maria intentando que se relajara, entendió el porque. A persa de que lo que quería aparentar, el alemán estaba peor, que ellas dos juntas. Supuso que ninguno, se había tenido que casar, con algún país, por los tratados, nobleza...etc A su mente llegaron los recuerdos, de la boda del señor Roderich y Eli, incluso de la suya misma con el austríaco. Sonrío tranquila y apretó la mano de Ludwig, después miró a la alemana.

- Louise, cuando tienes sentimientos por una persona, y llegas a estar con dicha persona, haces unas serie de promesas, de amor y felicidad; ahora solamente vas a renovar esas promesas, ante una serie de personas que han estado a tu lado - hizo una pausa - El hombre que te espera en el altar, sí ha llegado hasta aquí, te esperará allí, porque te ama y cuidará de ti, por muchos obstáculos que se pongan en vuestro camino - le dedicó una sonrisa sincera, esperando que sus palabras sirvieran de algo.

Tras aquel monólogo, se centró en Ludwig, que parecía estallar en cualquier momento, sólo espero que no tuviera ningún arma escondida en el traje.

No pudo evitar golpearse la frente ante las palabras de su hermano menor. ¿A eso le llamaba apoyo moral? Bueno, no se quejaba, ella tampoco había sido buena para ese tipo de cosas. Toda su vida había estado llena de guerras, y en ningún momento se había detenido a pensar qué quería hacer en un futuro. ¿Casarse, tener hijos, vivir tranquilamente en una granja? La única vez que había estado en una boda fue para interrumpirla, cosa que no logró (puesto que cierto húngaro la noqueó con un sartenazo), y ahora que ya no era una capital, podía hacer lo que quisiera...

Pero el sólo hecho de pensar en eso le aterraba, sin saber porqué.

Cuando escuchó lo que la belga decía, no pudo evitar sentirse algo celosa. Se supondría que sería ella la que dijera eso, puesto que era su hermana mayor. Pero no se sentía capaz de hacerlo. ¿Sería acaso que Louise había madurado más que ella? Frunció levemente el ceño.

- E-eso mismo - balbuceó, regañándose mentalmente por no ser tan Awesome como debería -, hazle caso a Emma y andando, que si no llegarás tarde.

Ante las palabras de "ánimo" de su hermano, un tic creció en su ojo. La puntualidad era algo importante para ella. Demasiado, tal vez. Y ahora, por primera vez en su vida iba a llegar tarde, ¡y en su propia boda! Estuvo a punto de echarse a llorar por culpa de la histeria, hasta que la belga comenzó a hablar.

La escuchó atentamente, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban y como sus nervios comenzaban a calmarse. Ella tenía razón, si había decidido casarse con Bent era por una simple y sencilla razón: Lo amaba, y no iba a permitir que sus estúpidos nervios echaran a perder el momento. Se dejó levantar por su hermana del banquillo en el que estaba sentada, y le sonrió a la belga de manera cariñosa.

- Danke, Emma - susurró, para luego mirar a su hermano con los ojos entrecerrados -. No lo eches a perder, bruder - medio amenazó, refiriéndose a que no dejara escapar a la rubia. Realmente Emma era una chica cariñosa y amable, perfecta para su hermano. Sólo esperaba que él supiera eso y que no desperdiciara la oportunidad.

Con un suspiro hondo (demasiado hondo), se encaminó hacia las puertas de la iglesia, colocando su brazo de tal manera que su hermano la tomara por este, listo para entregarla en el altar.

Él,por su parte, también puso atención a lo que su acompañante decía para consolar a su hermana,y seria una obvia mentira decir que no se sintió aliviado de igual forma al escucharla.Tenía la mano de la rubia tomada junto a la suya,y no pudo evitar darle un ligero apretón,cariñoso sobre todo. Quería demostrarle que le agradecía de todo corazón lo que estaba haciendo,mas que nada,el estar con él y con su familia en aquel momento tan... difícil,por así decirlo.

Noto enseguida que su hermana se calmaba y sonrió para sus adentros,pensando en agradecérselo a la belga en cuanto tuviera la oportunidad.Escucho a su hermana y entendió enseguida lo que quiso decir.Se le subieron los colores al rostro,no pudo evitarlo aunque quiso.

-...-le iba a responder,con tartamudeos,hasta que noto su acción.Dio un suspiro,intentando controlar sus nervios y sobre todo,las ganas que tenia de decirle a la menor que no se uniera al danes,que aun estaba a tiempo de arrepentirse...Pero se le vinieron a la mente las palabras de la belga.Tenía razón.Si Louise amaba al otro,él no tenía porque intervenir...O,al menos,quiso hacerse a esa idea.

Le tomo del brazo,de la manera adecuada,y se encamino con ella con rumbo a su destino.Al menos,iba a tener ese honor.

Al ver a sus hermanos ya listos, soltó un suspiro y sonrió. Le recordaban a cuando eran pequeños y jugaban juntos. Nunca estaban separados, y a dónde fuera que iba uno, el otro le seguía, casi como una sombra. El tan sólo pensar de nuevo en aquello le hizo tener unas increíbles ganas de abrazar a los dos, pero se abstuvo de hacerlo. No era el momento.

- Bien, ¿están listos? - preguntó sonriente, para luego abrir las puertas de la iglesia y caminar por la alfombra que los llevaba hacia el altar, con el ramo en las manos. Procuró no ir tan deprisa por culpa de los nervios, y una vez que llegó a su sitio y Louise fue entregada, le dio el ramo...

... Claro, no sin antes lanzarle una mirada de odio al danés, con una clara amenaza de muerte.

Cuando su hermana abrió las puertas de la iglesia, la marcha nupcial se hizo sonar. Tragó saliva, pero se rehusó a echarse a correr. En vez de eso, obligó a sus pies a que dieran el primer paso hacia el altar.

Mientras que caminaba por la alfombra, tras su hermana, evitó mirar a los presentes (sobre todo a cierta danesa) y centrarse en Bent. Sus mejillas se colorearon con fuerza al verlo allí, esperándola, y su pulso se disparó a tal grado de que no le sorprendería si su hermano escuchaba sus alocados latidos. Se aferró con fuerza al brazo de Ludwig por culpa de la emoción, y una sonrisa algo tonta creció en sus labios.

Iba a casarse, y no había marcha atrás.

Cuando llegó al altar, recibió el ramo de su hermana, para luego rodar los ojos ante la mirada que ella le lanzó a su prometido. Miró de frente a Bent y susurró un "Hola", puesto que desde ayer que no se veían, y finalmente centró su vista en el... "Padre", el cual estaba comenzando de una vez por todas con la ceremonia.