¡Sólo hombres! (Privado)

Tarareó un par de canciones mientras que se duchaba. Hacía un calor insoportable, y el uniforme le hacía sudar demasiado. Su nuevo compañero de habitación no había llegado todavía, por lo que él aprovechó para instalarse y darse un baño refrescante. Esa tarde planeaba ir a visitar a Louise, puesto que ya tenía tiempo que no le veía.

Cerró el grifo después de enjuagarse el cuerpo y el cabello una vez más, y salió de la regadera para comenzar a secarse con la toalla. Se amarró una en la cintura, la cual le quedaba algo pequeña por culpa de su estatura, aunque realmente aquello no le importaba. Cuando intentó buscar su ropa interior, descubrió que la había dejado en la habitación. Soltó un suspiro, y tomando su otra toalla, comenzó a secarse el cabello mientras que salía del baño.

Cual fue su sorpresa al descubrir que su nuevo compañero de cuarto había llegado. Era un chico menudito y extremadamente bajito - aunque bueno, a él todos le parecían bajitos -, y tenía una extraña pinta de matón. Enarcó una ceja, pero no dijo nada.

- Hem... Hola. Firo, ¿cierto? - preguntó, demostrando una seriedad que casi nunca usaba. Tal vez era por el cansancio -. Mi nombre es Dustin - se presentó.

Le miró más que confundido ante su reacción. Tal vez era de aquellos niños delicaditos. Rodó los ojos y se quitó la toalla sin importarle que el otro estuviera allí. Ambos eran hombres, así que tenían lo mismo, ¿no? ¿Qué tenía de malo que le viera desnudo? Tomó su ropa, la cual había dejado en la cama y comenzó a vestirse, ignorando la incomodidad del menor.

- Y... ¿en qué año vas? - preguntó, sólo para hacer plática. Sería realmente estresante estar compartiendo cuarto con alguien que le cayera mal, por lo que era mejor intentar entablar una "amistad" o algo por el estilo con su compañero.

Terminó de ponerse el chaleco, para después alborotarse en cabello en un intento por peinárselo. Su rulo saltó de entre toda la mata de cabello rojo, casi como si fuera un resorte.

Se sentó en su cama, escuchando atento su respuesta. Al parecer era alguien de pocas palabras. Genial, el silencio sería más entretenido que él. Suspiró de nuevo e intentó por todos los medios ser buena persona. No quería problemas, aunque le costaba trabajo adaptarse a la gente nueva.

- Ya veo... ¿es tu primer año aquí o ya venías desde primero? - intentó seguirle a la plática, intentando conocer un poco más del tal Firo.

Si uno le miraba fijamente, diría que era una niña. Sus facciones eran muy delicadas, aunque bueno, había niños iguales a él que bien podían pasarse como niñas y que nadie se diera cuenta. Por un momento, se preguntó su habría chicas intentando fingir ser hombres...

- Oh - se limitó a responder, sin saber realmente qué decir. Era más que claro que el otro no quería platicar con él.

Suspiró y se acomodó en la cama. Realmente estaba cansado. Miró la hora en el reloj que tenían sobre la mesita de noche, e hizo una leve mueca. Podía dormir una hora y luego ir a visitar a Louise, el tiempo le sobraba. Golpeó un poco la almohada para dejarla más cómoda, y realmente extrañó su cama y su cuarto. Al menos allí no tenía que intentar empezar una plática con un tipo cascarrabias.

- Voy a dormir un rato, si me necesitas para algo llámame - indicó, para luego cerrar los ojos e intentar dormir un rato. Hoy iba a seguir insistiéndole a su prima para que fuera su novia de una vez por todas.

Decir que estaba cansado era quedarse corto. Se encontraba más que agotado, y todo por culpa del viaje hacia la Academia y el cambio de horario. En Múnich ya debía de estar oscureciendo, pensó, y en cierta parte extrañó su hogar. No es como si extrañara a su madre; desde que su padre les dejó, ella se había absorto en el trabajo con tal de sacarlo a delante, pero inevitablemente olvidándose por completo de él. ¿Desde cuando su madre no le abrazaba? Cuando le avisó que había llegado con bien a la Academia, lo único que ella le había respondido era un "de acuerdo". Nada de "espero que te vaya bien" o "no te metas en problemas y no olvides llevarte el almuerzo".

La única que había visto por él había sido Louise, por lo que decidió meterse a la Academia con tal de estar más cerca de ella. Soltó un suspiro entre sueños y se giró para acomodarse mejor, sin dignarse a abrir los ojos. Tenía el día libre, por lo cual podría dormir y hacer todo lo que le viniera la gana, sin necesidad de andarse preocupando por llegar tarde o cosas por el estilo.