Broderskab (solo daneses)

Pasó con cuidado la siguiente página de su libro, suspirando melancólicamente por la melosa y dramática trama de la novela. Para descansar la vista, despegó por un momento sus ojos de las letras, mirando ahora el paisaje que podía apreciarse a través de la ventana.

"Es una lástima... y con el buen tiempo que hacía hoy..." Pensó algo desanimado al ver el radiante sol allí afuera. Y él, allí, en su cuarto, en cama, para variar, luego de haber sufrido repentinamente uno de sus ataques. Lo peor sin duda fue haberse casi desmayado y tosido sangre frente a sus hermanos, haciendo que se preocuparan innecesariamente.

Con su pálida mano, alcanzó una paleta de fresa del recipiente lleno de dulces que siempre tenía en su mesita de noche. Su enfermedad le había arruinado sus planes de salir a un día de campo con su gemelo y sus hermanas, pero por lo menos, podía disfrutar de sus adoradas golosinas.

Con un suspiro, subió las escaleras hacia el cuarto de su hermano menor, balanceando una bandeja con té y unas cuantas galletas en sus manos.

Se había quedado con Kent para poder cuidarle en caso de tener otra pequeña recaída. No se perdonaría si algo malo le llegase a suceder de nuevo a su hermanito. Con la cadera, empujó la puerta entreabierta y entró a la habitación, sólo para ver como el otro disfutaba de un pequeño dulce mientras que veía hacia la ventana. No pudo evitar sonreír con algo de tristeza.

- Te prometo que para la próxima iremos - le dijo, como adivinando sus pensamientos. Se acercó a él y dejó la bandeja sobre su mesita de noche, para luego inclinarse un poco y acariciarle la cabeza - ¿Cómo te sientes? ¿No tienes mareos, fiebre, algo? - preguntó casi como toda una madre preocupada.

Giró su rostro para ver a la recién llegada tan pronto oyó su voz, sonriendo abiertamente al ver a Clady.

-Søster- Saludó contento, feliz ante sus palabras. Rápidamente, se hizo a un lado de la cama, palmeando el lugar disponible para que su hermana tomara asiento. -Descuida, me siento bien ahora, ya me tomé la medicina- Contestó igual de sonriente, aún con la paleta en la boca.

Sus ojos no tardaron en detectar las galletas, y de inmediato brillaron con emoción ante aquello, como si fuera un niño pequeño.

-¡Oh! ¡De chocolate con nueces!~- Exclamó de lo más feliz, para luego abrazarla. -¡Gracias, søster! Jeg elsker dig*- Agregó restregando su mejilla contra la de ella.

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Jeg elsker dig = Te quiero

Rió un poco ante las reacciones del menor y comenzó a acariciarle la cabeza con cariño. Se separó un poco para mirarle fijamente, con una sonrisa maternal que únicamente podían ver sus hermanos -sin contar, claro, a Dinamarca-.

- Te traje un poco de té también - le dijo, inclinándose para tomar la bandeja y ponérsela a él en su regazo con extremo cuidado. Luego, hizo que él apoyase su cabeza en su pecho mientras que comía los bocadillos -. De verdad nos preocupaste mucho hace rato, Kent - murmuró, besándole con cuidado la frente, como si se fuese a romper con el más mínimo roce.

Siguió acariciándole, esperando que con eso su hermano se mejorase, a pesar de saber que su enfermedad no tenía cura alguna.

Bebió con cuidado de aquél té para no quemarse, mientras disfrutaba de los mimos que le hacía su hermana.

-Está delicioso...- Comentó en voz alta, degustando el sabor con detalle, para luego seguir comiendo sus adoradas galletas.

Apartó luego la mirada con algo de culpa al oír las palabras de su hermana.

-Lo... lo lamento, søster...- Murmuró en respuesta, con cierta tristeza, pero aún así intentando mantener esbozada su pequeña sonrisa para no preocuparla. Si bien no podía ocultar siempre aquellos ataques que le llegaban de la nada, delante de sus hermanos, debía por lo menos de sonreírles y no mostrarse tan vulnerable... era lo mínimo que podía hacer.

- No te preocupes, Kent - susurró, abrazandolo con más fuerza, pero sin llegar a lastimarle.

Mientras que acariciaba la cabeza del otro, no pudo evitar pensar que había una tranquilidad inusual en el lugar. Claro está, aquella tranquilidad se destrozó como un espejo al romperse en cuanto un sonoro estruendo se escuchó a lo lejos. No tardó mucho en aparecer el causante de todo eso: el gemelo mayor.

Un tic salió en su ojo cuando Bent comenzó a hacer todas esas preguntas de una forma algo... histérica. ¡Por Odín! ¡Ya parecía una de esas mujeres histéricas! Sólo le faltaban sus tubos y un delantal, pensó con burla.

- Bent, cálmate - le pidió lo más tranquila posible. Le hubiera lanzado la mesita de noche sin esfuerzo alguno, pero no quería que el menor se asustara y se pusiera grave... de nuevo - Kent está mejor, ya se tomó sus pastillas y no le falta nada - aclaró mientras que le acariciaba la espalda al menor de los gemelos, tratando de tranquilizarle.

Se dejó acariciar por Clady, logrando calmarse, para luego mirar atentamente a su hermano. Le sonrió también, como queriendo decirle que no se preocupara, que ya estaba bien, pero a veces se le olvidaba que Bent lo conocía casi tanto como a él mismo.

Pudo sonreírle ahora con más alegría ante su siguiente comentario, asintiendo contento como si fuese un niño pequeño. Siguió disfrutando de las caricias de su hermana, reparando ahora en un pequeño detalle que había pasado por alto.

-Bent... ¿Qué te sucedió?- Preguntó al prestarle más atención a su aspecto y notar algunos raspones, manchas de tierra, y alguna que otra hoja seca adherida a su cuerpo.

- Sí, Bent, ¿qué te sucedió? - preguntó con una ceja enarcada, mientras que miraba algo molesta al mayor de los gemelos.

¿Acaso siempre tenía que ser tan idiota e impulsivo? Se preguntó, y su mente le respondió inmediatamente que "si". Suspiró algo frustrada, volviendo a abrazar al menor y haciendo que recargara su cabeza contra sus pechos. Miró fijamente a Bent, pensando en un buen castigo por haber sido tan imprudente.

- Bent, deja de estar de holgazán y pide una pizza para que comamos - no le confiaba la cocina a su hermano, puesto que sabía que cuando él se disponía a cocinar... su comida se podría comparar con la de ese inglés cejón.

Miró algo preocupado a su hermano tan pronto aclaró lo del "estacionamiento", sabiendo de inmediato que había chocado y saltado de la moto, como era costumbre cada vez que venía rápido.

No pudo evitar sonrojarse un poco cuando notó la cercanía con los pechos de la mayor, poniéndose al mismo tiempo algo nervioso... y más cuando su hermano se retiró de la habitación, dejándolos a ellos solos.

Desvió la mirada sumamente apenado, repitiéndose en su cabeza que no podía ponerse así por un simple abrazo de su hermana... pero ella no ayudaba mucho, ya que lo estrujaba más contra sus pechos, haciendo que el sonrojo de su rostro aumentara.

Le sacó la lengua a Bent antes de que se fuera, escuchando claramente su chasquido de protesta. Suspiró una vez que los volvió a dejar solos, sintiendo como la calma regresaba a la habitación.

Eso siempre había sido algo curioso entre los dos hermanos. Cuando se encontraban juntos, se podía sentir claramente el carácter enérgico del mayor, mientras que el menor era opacado. Pero cuando Bent no estaba, Kent hacía que uno se relajase más. Tal vez por su timidez o su sonrisa tranquila.

Sonriendo un poco, y sin darse cuenta, apretó más al menor contra sus pechos, mientras que le acariciaba con cariño la cabeza. Aún no había notado su sonrojo, pero de haberlo hecho, hubiera "jugado" con el pequeño. Porque si mal no recordaba, Kent aún era "casto". Bajó la mirada y le sonrió al menor, dándole un ligero beso en la frente sin malas intenciones.

El carmín de sus mejillas se intensificó ante aquél gesto. Desvió la mirada rápidamente, intentando no ponerse nervioso. Ya se había terminado el té y las galletas, por lo que tuvo que recurrir a su frasco de dulces. Estiró una mano hacia éste y extrajo unas cuantas golosinas.

-S-søster... ¿Quieres un caramelo?- Ofreció, intentando recuperar cierta distancia y alejar esos extraños pensamientos de su cabeza.

Le miró confundida cuando se estiró para tomar unos cuantos dulces de su frasco. Sonrió ampliamente al escucharle, para luego asentir.

- Me encantaría~ - canturreó, hasta que de pronto notó el intenso sonrojo que pintaba las mejillas de su hermano. Por un momento, pensó que tenía fiebre de nuevo, hasta que reparó en algo: su cara en sus pechos. Casi sin pensarlo, una sonrisa entre burlona y pervertida se asomó por sus labios, e inclinándose hacia el menor, hizo que de una manera u otra sus pechos se pegaran al torso de él y prácticamente quedase encima del otro -. Pero me gustaría más que me lo dieras tú con tus labios~ - susurró, usando un tono ligeramente provocador.

Sólo esperaba que Bent y las pizzas tardaran el tiempo suficiente como para permitirle jugar un rato con el "pequeño".

De un momento a otro, se vio acorralado por la mayor, haciendo que su sonrojo aumentase. Iba a abrir la boca para preguntarle por aquello, hasta que ella se le adelantó.

La miró ahora con los ojos abiertos como platos, sintiendo que el calor que invadía sus mejillas aumentaba.

-¿S-søster?- Preguntó algo tembloroso, sin entender aún del todo las acciones de su hermana.

Se sentía como un pequeño animalito indefenso, acorralado por un depredador.

- Ja, bror? - murmuró, acercando su rostro al del menor.

Terminó por acostarlo en la cama, situándose después sobre su delicado cuerpo, haciendo que sus pechos se aplastaran contra su torso y que sus sexos estuviesen a punto de rozarse. Sonrió con inocencia, mientras que ladeaba un poco la cabeza y con sus manos le acariciaba las mejillas con cuidado.

- Sólo quiero que me des un dulce con tu boca~ - hizo un puchero infantil, acortando más la distancia entre sus rostros, totalmente divertida.

Sentía que volvería a desmayarse, pero por los nervios. Enrojeció todavía más al sentir los pechos de la mayor contra su torso. Era la primera vez que se encontraba tan cerca -por no decir, pegado- de una especie del género femenino, y por más que fuera su hermana, no podía evitar pensar en algunas cosas un tanto inapropiadas, a su parecer. Que en realidad no eran nada a comparación con el lado más inocente de su gemelo.

Tragó grueso, y con su mano temblorosa logró alcanzar un pocky, para luego morderlo y ofrecerle con notoria timidez el otro extremo a ella.

Divertida, aceptó la otra parte del pocky. No le gustaban mucho aquellos dulces, pero aún así se lo comió rápido hasta llegar a los labios de su hermano. Con la tonta excusa de querer quitarle el chocolate de estos, comenzó a besarlo sin mucha delicadeza, pegando más sus cuerpos y haciendo que sus entrepiernas se rozaran.

Una vez que le hubo quitado todo el chocolate de los labios, se separó de estos, mientras que sonreía ampliamente.

- Quiero otro~ - pidió como niña pequeña, para luego comenzar a moverse contra el miembro de su hermano. Rió un poco al ver sus inocentes reacciones, notando que se divertiría mucho con él.

Le tomó completamente desprevenido aquél beso, sin saber muy bien cómo reaccionar o corresponder, pues era su primera experiencia en ese campo, y realmente nunca se imaginó que algún día sería besado por alguien. Tembló un poco ante el roce de sus intimidades, además del exigente movimiento de los labios chocolatosos de su hermana contra los suyos.

Tan pronto se separaron, sus pulmones comenzaron a recuperar la gran cantidad de aire que habían perdido. Pero estaba equivocado si aquello terminaba allí, ya que la mayor había comenzado a restregarse contra su intimidad, haciendo que un escalofrío le recorriese la espalda y que su "pequeño soldadito" comenzara a despertarse.

Rojo a más no poder, se aferró a las sábanas y cerró con fuerza sus ojos, sintiéndose completamente indefenso.

Paró de hacer lo que hacía al notar que el mayor había entrado. Hizo un puchero, notando que ya no se podría divertir con el menor.

- ¡Eres un aguafiestas, Bent! - farfulló, abrazando a Kent como si fuese un peluche y haciendo que rodara con ella en la cama, para luego detenerse (con el menor arriba de su cuerpo) y voltear a ver al mayor de los pelirrojos - ¿Y tú como sabes que no aguantaría, eh? - sonrió con burla - ¿Acaso tú ya lo has puesto a prueba? - preguntó con dobles intenciones, tratando de molestar al otro.

Cuando el olor a pizza llegó a su nariz, volvió a rodar hasta quedar encima del menor y estirar una mano hacia una de las cajas, abriéndola y mirando con estrellitas en los ojos a la comida.

- ¿De qué las pediste? - preguntó como niña pequeña, algo emocionada e ignorando la incomodidad del menor, puesto que sus pechos volvieron a quedar sobre su rostro.

Agradeció mentalmente a su hermano por haber llegado justo a tiempo, pero luego la otra comenzó a rodar con él en la cama, poniéndolo nuevamente nervioso al hacerlo quedar sobre ella. El carmín volvió a aparecer en sus mejillas ante la nueva posición, avergonzándose de sus propios pensamientos... pero aquél sonrojo no fue nada comparado al que se instaló en su cara ante la pregunta de su hermana.

Miró asustado y nervioso a su hermano, sin saber qué decir, para luego alternar la mirada entre él y Clady, como un niño perdido que busca desesperadamente un lugar dónde refugiarse. Le daba tanta pena de solo imaginárselo, que el "trágame tierra" no sería suficiente esta vez.

Afortunadamente, su hermana pareció distraerse unos momentos con la pizza... pero no le ayudó mucho el siguiente movimiento, ya que ahora sus pechos estaban en su rostro, poniéndolo más nervioso de lo que ya estaba y, como si fuera poco, impidiéndole respirar.

Antes de que pudiese darse cuenta de que estaba matando -literalmente hablando- al menor, Bent se adelantó y lo sacó de su lugar. Miró asustada al menor de los gemelos, olvidándose momentáneamente de su pizza y gateando hasta ellos.

- ¡Kent! ¡Perdón! ¡Lo lamento! - comenzó a decir, alterándose un poco y con lágrimas en los ojos. Ella lo menos que quería era lastimar a sus hermanos, o en el peor de los casos, matarlos. Los adoraba y quería más que a su vida propia, y no se perdonaría nunca si algo les llegase a pasar por su culpa.

Casi sin darse cuenta, comenzó a llorar, sintiéndose la peor hermana del mundo.