Escapándose de clases (Libre)

Se sonrojó al escuchar lo que el otro le dijo. Tomó otra hoja y comenzó a desmenuzarla, queriendo distraerse un poco para contestarle.

- Hu-humm... tengo clase libre, y-y no tenía a dónde ir, la verdad - sonrió un poco, avergonzada. Le daba pena admitir que no tenía amigos o algo más interesante que hacer -, y pues... pasaba por aquí y-y... eso - se rascó la nuca, sin saber qué más contestar.

Siguió jugando con los pedazos de la hoja que había hecho pedazos, no teniendo idea de qué más decir. A veces odiaba ser tan tímida con la gente nueva.

Asintió ante su pregunta. ¿Realmente se veía de primer año? Frunció levemente el ceño y se palmeó las mejillas, mientras que trataba de recordar su reflejo. Se veía de su edad, aunque era más alta que las otras chicas, a decir verdad...

Dejó de pensar en eso cuando vio que dejaba de moverse. Supuso rápidamente que se debían a sus heridas o algo por el estilo. Preocupada, se acercó un poco más a él.

- ¿Te duele mucho? - preguntó, llevando su mano hacia la herida de su mejilla, la cual apenas y rozó -. Deberías de ir a la enfermería, para que te den analgésicos o algo así.

Hizo un pequeño puchero cuando le vio alejarse, pero al final optó por ceder y soltar un suspiro. Se puso de pie y se sacudió la falda, para luego tomar su mochila y colgársela en el hombro. Miró su reloj de pulsera, comprobando que aún faltaba media hora para que comenzara su clase de educación física.

- Bien, entonces vamos a mi cuarto. Tengo un botiquín allí y algo de alcohol - le dijo, tendiéndole una mano para ayudarlo a ponerse de pie -. Tenemos que desinfectarte eso, quieras o no - gruñó, usando un tono que claramente quería decir que no tenía otra opción, o lo arrastraría para llevarlo.

Volvió a sonrojarse, aunque esta vez con más fuerza. ¡¿Q-qué... QUÉ DEMONIOS HABÍA DICHO?! ¡Ella no era de esas que se acostaban con el primer hombre que vieran... a-además de que seguía siendo virgen! Hizo un puchero y se cruzó de brazos, para luego apartar la mirada, indignada.

- ¡Y-yo no soy c-como esas mujeres! - farfulló, molesta. Odiaba que los chicos creyeran que era de las "fáciles" sólo por sus pechos -. N-ni siquiera me i-interesa eso, lo único que quiero es graduarme e ir a-a la escuela militar - le miró, con el ceño fruncido -. ¿Y-y bien? ¿vienes o no, saukerl?

A pesar de que su sonrojo disminuyó un poco, seguía presente en sus mejillas ante las preguntas del otro. Se sentía como el centro de atención, de una manera u otra, y aquello le apenaba.

- M-mi abuelo era militar, y-y mi padre también lo es - se sonrojó -. D-de hecho la mayor parte de mi familia se ha ido a la milicia, y-y... yo quiero seguir sus pasos - se rascó una mejilla, apenada -. Quiero s-ser doctora especializada en heridas de guerra y e-esas cosas - se encogió de hombros, como si ese tema no fuera muy importante.

Siguió caminando, con la mirada agachada y esperando ver pronto la torre de su habitación.

- Sí - suspiró, sonriendo un poco -, creo que serás mi muñeco de pruebas - continuó con su broma, para luego voltear a verle con una ligera sonrisa.

Hizo nota mental. A parte de raro, rebelde, amable y valiente, era un idiota. Pero no de esos idiotas malos, sino de... los buenos(?). Aunque claro, ella no tenía ni la menor idea de que él fuera un pervertido, o de lo contrario habría quitado valiente de su lista.

- ¿Y tú? - preguntó de repente, regresando su vista al frente para no tropezar con nada - ¿Qué planeas estudiar cuando termines la escuela?

Lo miró atenta, para luego quedarse un momento en silencio y analizar las cosas. Soltó otro suspiro (el enésimo del día) y se acomodó mejor su mochila.

- Eres como el viejo dicho - sonrió un poco - "El ave vuela a dónde el viento lo lleve" - bromeó, regresando su mirada hacia el frente -. Yo no quería venir a esta escuela - confesó -, pero mis padres me obligaron a inscribirme porque toda la familia siempre ha estudiado aquí. Me dijeron que si me graduaba con honores, me dejarían irme a la Academia Militar - frunció levemente el ceño.

Sus padres siempre la habían controlado, y eso a ella no le gustaba. Quería hacer su propia vida, seguir sus propias decisiones, pero al parecer ellos aún no querían que "volara del nido".

Sonrió más al escucharlo. Técnicamente eran unos extraños, pero parecían estar llevándose bien. Se sonrojó un poco al pensar eso, puesto que ella nunca había podido congeniar con alguien del sexo opuesto sin darle un puñetazo.

- Se nota que quieres mucho a tu hermano - comentó, soltando un par de risitas -. Tienes cara de ser matón, pero en realidad eres lindo - dijo, casi sin pensarlo, al mismo tiempo que se sonrojaba todavía más.

Carraspeó un poco, esperando que aquel comentario no le hubiera molestado al otro.

- Y-ya casi llegamos - dijo, señalando la torre en la cual dormía.

¿Qué demonios tenía el pelirrojo que la hacía sonrojarse intensamente? Hizo un puchero, no del todo a gusto con eso. Ella generalmente no era de las que se sonrojaban por cualquier comentario tonto.

- N-no me has hecho nada como para que te llame pervertido - le dijo. Luego se lo pensó -, pero bueno, yo no te diría eso, lo primero que haría sería dejarte un ojo morado o patearte en la entrepierna - se encogió de hombros. Sus hermanos le habían enseñado a defenderse de cualquier abusivo desde que... bueno, desde que su cuerpo "cambió" y dejó de ser la niña plana que era a los 10 años.

Una vez que llegaron a la puerta de la torre, recordó algo importante.

- No sé si Ellizabeta esté en el cuarto - se sujetó el mentón, pensativa -. Aunque no creo que le moleste... mucho.