Because of a misunderstanding [Privado]

Luego de varios minutos de caminata, varios casi atropellos, varios gritos por parte de la masa hacía su persona que decían ''¡ten más cuidado!'' acompañado de un gran ramo de groserías ofensivas, con la intención de comenzar un pleito o alguna acción violenta, verbal o psicológica. Pero a él, Arthur Kirkland, nada le importaba, su cinismo pudo castigarle y su vida carecía de sentido, al menos por hoy.

No le había ocurrido algo similar, pero su sarcasmo le había quitado mucho a lo largo de su existencia, oportunidades, romances, ofertas, lo que sea.

Se detuvo al sentir un aroma embriagante en plena calle, alzo la vista para ver un cartel brillante que ponía ''Pub''. ¿Alcohol? No era una mala idea, no resistía ante el, aunque si se trataba de aliviar su mente fuera por un método sano o uno adictivo, estaba bien.

Se dirigió hasta la puerta y sin chistar entró. Rápidamente miradas tanto lascivas como curiosas se posaron en él, no le dio importancia y fue directamente a la barra totalmente desganado pero con su sonrisa cínica y pidió lo primero que se le paso por la mente. —¿Me puede servir ron? Del mejor que tenga.— Ron, su bebida alcoholica favorita desde que tenía memoria, de sus tiempos como asesino de los 7 mares, un capitán temido. ¿Donde quedó toda esa gloria?, sus jefes le informaron que había tierras por descubrir y le despojaron de todas sus pertenencias piratas. Luego se enteraría de que las tierras por descubrir se trataban del mismo Estados Unidos de América, alias Alfred F. Jones. El mismo sujeto por el cuál estaba sentado ahí.

El sujeto al cual le encargo su bebida llegó con esta y la dejo frente a él, el inglés tomo el recipiente y se lo empino de golpe. Necesitaba de ese liquido que tanto anhelaba en ocasiones como esta.

Hoy, no lloraría más. No por alguien como el yankee, y lo mejor es que se encontraba solo y no había nadie quien le consolara, o eso creía el. Ya que unas ''mujeres'' le estaban observando a la distancia, unas prostitutas quizás, el punto es que estaban deseando que el otro cediera para poder jugar con él.

Caminó por largo rato buscando un estúpido casino el algún lugar del mundo ¿¡Cómo era posible que la gente aquí viviera sin ninguno!? Es que realmente NADA le funcionaba este día, y para peor, ahora se encontraba en un barrio de esos que detestaba. Lleno de gente alcohólica y sin nada de apuestas, sólo un montón de mujerzuelas y bebida. El quería dinero.

Miró de reojo un cartel que llamó su atención "Pub" al menos había música, ¡ruido! eso era lo que más necesitaba para no escuchar nada, más que el ritmo contagioso de las canciones.

Entró de mala gana, pero con esa sonrisa en el rostro que había recobrado en el trayecto hasta ahí. Se sintió algo observado pero no sabía ni quienes lo miraban ni por qué. Se encaminó hasta una mesa cercana a la barra, le incomodaban un montón los asientos de la barra, en cambio los de la mesa eran más amplios y se podía sentar como le diera la gana ahí.

Esperó pacientemente que llegara alguien a preguntarle qué quería. Mientras eso pasaba sacó un mazo de cartas y se puso a revolverlas para después comenzar a jugar a formar torres con estas. Finalmente el tipo llegó junto a él y preguntó que es lo que deseaba. Cómo ya lo tenía pensado de hace rato contestó: — Un whisky doble con hielo, del que sea. — Ni se tomó la molestia de mirar quién le atendía y tampoco de pedirlo por favor.

No es como si el supiera mucho sobre alcohol, pero dentro de lo que había probado en los casinos cuando se ganaba un vaso de lo que fuera, el whisky y el ron eran los que más le gustaban.

Llegó el mesero con su pedido y lo recibió de la forma más cortés que pudo, agradeciendo y todo lo demás. Dio un sorbo pequeño al vaso y lo dejó a un lado, olvidándose completamente de él para seguir con su súper torre de naipes...Era una casualidad casi cruel que el mazo fuera de cartas inglesas. Porquería de mundo.

Observó el lugar con un odio profundo hacía todo el mundo, odio que se disimulaba perfectamente con su rostro sonriente e infantil, tenía claro que en cualquier momento iba a llegar una mujer a "ofrecerle compañía"...bufó molesto tan siquiera pensarlo le cabreaba en sobremanera. Dentro de lo que alcanzó a ver estaban: Dos tipas que lo miraban a lo lejos, varias personas sin importancia y un chico rubio en la barra... Ese pelo, se le hacía sumamente conocido. Lamentablemente no se fijó en la ropa, o se habría dado cuenta enseguida de quien se trataba, aunque era más que obvio que era Arthur. Tal vez su subconsciente no quería que el americano supiera.

Luego de vaciar considerablemente el recipiente, lo dejó en paz. Normalmente ya estaría algo mareado con solo un trago pero hoy era diferente. No sentía nada, giró un poco la cabeza para ver a los presentes que poco y nada le importaban, gente, gente, más gente, unas chicas que le saludaron (raro), más gente y una cabellera rubia con un mechón, era el americano. Oh bien... espera, ¿qué?...

¿Qué hacía el menor ahí? ¿No odiaba los bares? ¿Por qué estaba en el mismo que él? ¿le estaría siguiendo o era una cruel broma del destino?. No tenía idea, pero esto iba de mal en peor. ¡¿¡¿¡¿Por qué?!?!?! ¡¡De los miles de bares existentes en esos lados, ¡Debía entrar justo a ese!!! quería morir epicamente, sin embargo su rostro demostraba serenidad absoluta y volvió a su trago, ahora lo necesitaba más que antes. Justamente la persona que menos quería ver estaba ahí, sintió un leve déjà-vu ante esto ya que lo mismo le había ocurrido en... ese lugar.

Se abofeteó mentalmente y terminó el vaso en un abrir y cerrar de ojos, pidió otro y el sujeto sintió pena de él, suponía que se trataba de algún problema sentimental. Al llegar la orden dejo de mirar al menor y volvió a empinarse el recipiente, hastiado. Sentía que esto no iba a terminar bien y no por terminar borracho o violado por unas mujeres. Solo que sería extraño y... la verdad no tenía idea.

¿Qué clase de subnormal es Alfred? Debe ser él único ser pensante en el mundo que va a un pub a hacer un castillo de naipes. Para eso mejor se hubiera ido a casa.

Observó el vaso casi lleno durante unos segundos, estiró la mano para alcanzarlo y se lo llevó a la boca, acabándose todo el contenido de un solo sorbo. Extraño en él, arqueó una ceja, la bebida le dejó un sabor agradable en la lengua, por lo que ahora quería beber un poco más. Tal vez, inconscientemente el yankee quería emborracharse.

Agitó un poco la cabeza, el alcohol que se bebió tan rápido lo mareó un poco. Luego de esto se levantó y caminó hasta un extremo de la barra, llamando la atención del barman pidió nuevamente un whisky doble, esta vez sin hielo. Mientras miraba al hombre servirle su trago, echó una nueva ojeada al lugar, instintivamente fijó su mirada hacía el lado, más exactamente hacía el chico que llamó su atención hace un rato... Se demoró en procesar la imagen y en captar lo que eso significaba ¡¿Qué demonios hacía Arthur ahí?! Estaba tan sumido en sus pensamientos que no se percató de que su trago ya estaba listo hace un rato.

Apretó uno de sus puños con fuerza mientras que con su mano libre se dispuso a beberse nuevamente de un trago el whisky. Lo que le faltaba, de verdad que era lo único que le faltaba para empeorar el día ¿Qué opción le quedaba?¿Salir corriendo, irse como adolescente con el corazón roto a llorar en su casa? Aunque esto no estaba muy lejos de la realidad, él es Alfred F. Jones ¡Los malditos Estados Unidos de Norte América!

Suspiró frustrado — Es un hermoso día — Expresó con notable sarcasmo. Hablándole a la nada.

Volteó su vista de nuevo hacía el hombre que atendía la barra, pidiendo el siguiente trago, ahora un ron. Quizás el siguiente vaso de muchos que le seguirían esta noche.

Dejó el vaso en la barra cuando se encontraba por la mitad y se perdió en un punto fijo de este, sintiendo como el alcohol recorría su cuerpo y le ''endulzaba'' de una manera bastante amarga.

No poseía ganas necesarias de tomar ni siquiera para desquitarse patéticamente, quería encerrarse en una burbuja en la cual solo estuvieran él y sus pensamientos. Como había sido hace muchos años, en los que no importaba nada más que él.

Pero eso nunca más sería.

El día en que tuvo su primera colonia, podría decirse que renunció a ese universo que giraba en torno a su persona, en torno al gran y temido Imperio Británico. Estaba algo mareado pero no lo suficiente para perder toda la cordura y logró escuchar una voz en particular entre todo el escándalo que le rodeaba.

''¿hermoso día?''... ¿eso era lo que sentía acaso? ¿Se llamaba hermoso a un día en el cuál logró hacerle pedazos el alma a una persona? No, el inglés no veía otros puntos de vista en ese momento; mucho menos había notado el sarcasmo. Se empinó nuevamente el vaso para ahogar sus pensamientos y si era posible, sus sentimientos. Vació el vaso y lo dejo en la barra, el barman se acercó y el rubio le pidió una cajetilla de cigarros junto a otro ron, cosa rara en él.

Estos al llegar, formó una sonrisa en sus labios. Pero no una sonrisa cínica ni feliz, era una sonrisa melancólica ya que odiaba fumar debido a una especie de trauma hacía el humo, mas disfrutaba hacerlo. Dejó la cajetilla donde mismo había hecho su aparición y se concentró en el 3er ron de la noche mientras por su mente pasaba la sensación de dolor. No había tomado mucho pero como cosa obvia de la vida, el no era bueno aguantando.

Se separó del vaso al haber tomado un poco más de la mitad y murmuro algo, audible. —Hermoso día para un bastardo.— No se enteró de por qué expresó esas palabras, pero estaba molesto y triste. Y no iba a ponerse a llorar ni a bajar la guardia frente al menor, no por ahora que aún estaba ''sobrio''.

Tenía que salir de ahí, tenía que salir antes de que todo terminara peor. Pero no, estaba sentado junto a la persona a la que hace tan poco se le había declarado, y que, según el mismo, le había rechazado. Entonces ¿Por qué no se iba? ¿Algo lo mantenía en ese lugar?

Las respuestas a todas esas preguntas, eran en sí, bastantes sencillas: No tenía idea. Y la verdad le encantaría tener control sobre sus piernas y decirles que se fueran lejos, muy, muy lejos. Pero ahí se quedaba, haciéndose el tonto lo más que podía.

Se decidió a pedir más ron, ahora la botella entera. Así no molestaba tanto al pobre tipo con sus pedidos cada un minuto. Comenzó a servirse un poco de ese liquido que este día, y solamente este día, le parecía tan agradable. Y mientras lo hacía, podo escuchar levemente la voz del otro. Ah... ¡Mira quién lo dice! Aquel que lo único que supo hacer cuando se le declaró fue burlarse de lo cursi que fue. Estaba intentando, con todas sus fuerzas, enojarse aunque sea un poco con el británico, a ver si así podía lograr no sentirse tan vacío como ahora...Pero no, no lo lograba, lo único que conseguía era ponerse peor. Ni siquiera podía enojarse con Arthur.

Cada vez más triste, cada segundo más miserable, más destrozado. El alcohol no lo ayudaba en nada, incluso empeoraba todo, pero el sabor es tan dulce, tan reconfortante.

— Shut up — Susurró, para que el de ojos verdes no fuera capaz de escucharle.

Quería ir y decirle algo al mayor, mandarlo a freír espárragos. O mejor aun, decir que todo había sido una broma, que la verdad todo era mentira. Así al menos sería más sencillo volver a hacer como que nada pasó ese día, hacer como si esos sentimientos nunca hubieran existido.

Apoyó uno de sus codos en la barra y su cabeza en una de sus manos, el dolor se estaba volviendo más agudo y cada vez estaba más mareado. A su vez cerró uno de sus ojos con fuerza al notar que veía un poco borroso, no iba a ''sobrevivir'' mucho más y quizás que cosas terribles haría luego. Volvió a beber del contenido que guardaba el vaso hasta dejarlo seco, literalmente.

Ya no le importaba nada, ya no pensaba nada ni calculaba, pero escuchaba absolutamente todo; por lo que escuchó lo expresado por el menor y le miró bruscamente, dispuesto a pelear.

—¿¡Hah!? ¡U~n idiota como tú no tiene el derecho de~ mandarme a callar, bloody shi~t!— decía mientras con una de sus manos se auto señalaba y con la otra señalaba al contrarío, quien poseía un rostro indescifrable para él. —Y~ no me preguntes porque te digo idiota, lo sabes perfec~tamente...— Dijo, ya se había emborrachado.

Esto le hizo entrar en un profundo estado de depresión auto-destructiva, se odiaba más que a cualquier francés que arrastrara por la faz de la tierra, incluso más que a un danés o a un ruso. Nunca se enteró de que respuesta le habrá dado el menor, pero él en un ataque de ''desesperación'' y ningún sentido al 100% le tomó el rostro de imprevisto con sus manos. —Tú, no tienes remedio.— Dijo algo más serio mientras con uno de sus dedos acarició una de las mejillas del contrario mientras le miraba fijo a los orbes azules, extrañamente no estaba furioso con el, solo decepcionado de que no entendiera.

Se espantó cuando escuchó al ingles hablar ¿Le había escuchado? No, lo más importante ahora era que el mayor estaba borracho, y eso no le daba buena espina.

Arqueó una ceja mientras el rubio seguía hablando, esperaba que no fuera a dar un espectáculo...Demasiado tarde, lo estaba haciendo. Suspiró por encima vez en el día. No entendía, no lograba comprender porque demonios el ingles lo llamaba así, porque lo estaba insultando. Él debería ser el que está insultado, no el británico.

"Haz como si no pasara nada" Fue lo que se dijo para si mismo en el momento en que Arthur se levantó. Pero se llevó una sorpresa cuando este mismo le tomó el rostro y le acarició la mejilla.

"¿Es que Arthur no se da cuenta?" Entrecerró los ojos para mirarle y negó levemente con la cabeza. Tomando las muñecas del ojiverde para que soltara su cara — Suéltame— Pronunció serio— ... Estás borracho, Arthur— Bajó la mirada y soltó las manos del contrario. Intentando actuar lo más calmado que le fuera posible.

"Por favor, aléjate,yo... no puedo con esto" Continuaba mirando hacía el piso, no era capaz de mirar los ojos verdes del ingles, le gustaban tanto. Todo él. Tenerlo de cerca ahora era horrible, estaba tan cerca, pero sabía que no podía tenerlo.

Siguió con su tarea hasta que sintió un agarre imprevisto junto a una orden. No tenía ganas de obedecer, mucho menos le obedecería al rubio ceniza. No estaba pensando pero su rebeldía no le permitiría ceder tan rápidamente, por lo que apoyo sus manos en los hombros del menor sin dejar de mirarle en ningún momento; queriendo perforar su alma.

—¡No quiero!— Dijo, en un casi berrinche. Ponerse borracho si que le dejaba mal. —¡No lo estoy! ¡y no quiero soltar a quien quiero!— Seguramente estando sobrio, eso nunca lo habría dicho. ¡¿Pero a quien le importaba?! A él no, de seguro el otro ya le odiaría de por vida y nunca más le hablaría. Ni por economía.

—Eres demasiado idiota... no te das cuenta de nada...— Confesó luego de un rato y como si estuviera perdiendo energía se agacho hasta quedar a la altura del otro y apoyo la cabeza en su pecho para mirar el piso. Sin saber si estaba ardiendo de la vergüenza o por la exagerada suma de alcohol recorriendo sus entrañas, él mismo liquido había provocado que se le quitaran todas las ganas de mentir, querer ser sincero por alguna maldita vez en toda su larga y engañadora vida.

De un momento a otro sentía como los ojos se le humedecían, sin comprender del todo por qué tenía ganas de llorar por segunda vez en el mismo día, ¿la rabia? ¿la desesperación quizás? también podía tratarse de la tristeza que acumulo durante tantos años, o todo lo que mintió por orgullo.

Irse, irse, era la única palabra que resonaba en la mente del americano, no podía sacársela de la cabeza.

Hizo una mueca de angustia cuando el ingles le tomó por los hombros. "Vete, por favor, vete" No quería reaccionar de forma violenta con el otro, aunque eso era lo que más quería, quitárselo de encima para no tener que seguir mirándole a los ojos, esa mirada que pareciera observar su alma.

— Arth ...— Se vio interrumpido por el "berrinche" del mayor, esto estaba mal, estaba más que mal. Pero en ese momento, cuando nuevamente iba a correrlo, este dijo algo que lo dejó en shock ¿Es que el alcohol ya se le estaba subiendo a la cabeza, cierto? No, no podía ser verdad. Tenía....Tenía que ser una ilusión.

— ¿Qué? — No lograba procesar, su mente estaba totalmente desorientada, perdida en el espacio-tiempo. No quería creérselo, después de todo el británico podía estar jugando con él, o quizás le tenía lástima.

Pero recordó algo, Arthur solía ser bastante sincero cuando estaba borracho. O al menos eso era de lo que el tenía memoria.

Sufrió una subida de adrenalina de un momento a otro. Continuaba sin capacidad de reacción, su cuerpo ni su mente respondían, y ahora lo único que deseaba era poder abrazar al más bajo, que se encontraba con su cabeza apoyada en su pecho. — L-lo que dijiste ¿Era verdad? — Sus brazos temblaban ligeramente, mas lo ignoró y abrazó levemente al otro. Estaba feliz, más que feliz. Y sin esperar a que el otro respondiera, puesto que sabía de sobra que no iba a decirlo de nuevo, agregó: — Sí, soy un idiota — Apretó un poco más al británico contra él. Para asegurarse de que no era un sueño, como tantos otros que había tenido.

Aunque esperaba que si esta vez, nuevamente era un sueño. Pudiera no despertar, y quedarse ahí por siempre.

No quería moverse, estaba muy cómodo por el simple hecho de estar junto al menor, aunque sus piernas le estaban matando.

No quería mirarle, había hecho una ''estupidez'' por declararse de esa forma y lo peor era que estaba borracho, lo sabía. Lo del parque pudo ser una simple broma del más alto y eso le dejaba en una completa desventaja. Quería llorar, ya fuera junto o lejos del americano, pero lo deseaba con todas sus fuerzas. Escuchó una interrogación a lo lejos aunque fuera por parte del menor, quien era la persona que tenía en frente, y solo atinó a murmurar algo casi inaudible. —¿Así o más claro debo decírtelo? I-i love you...— No creía que el otro tuviera un asombroso oído, lo dejaría así.

Levantó la cabeza con algo de pereza para poder mirarle al sentir la otra pregunta, gruñendo levemente por salir de la ''pose cómoda'' e iba a afirmar con enojo ¿desde cuando él mentía con esas cosas?... bueno, lo hacía siempre, ¡Pero era otro tema!. Mas, fue interrumpido por la voz del yankee y unos brazos que apretaron su agarre a los segundos, quedando a escasos centímetros del otro en todos los sentidos.
—P-por supuesto que lo eres, ¿a-acaso no lo habías notado, git?— Intentó hablar fluido, el alcohol no se lo permitía. Tenía algo, muy poco de cordura aún la verdad, ya que si la hubiera perdido toda de seguro ahora estaría dando un espectáculo en la barra vestido solo con un delantal de mesero que le cubría sus regiones vitales, y eso con suerte.

Sentía como el rostro le ardía y sus ojos cada vez estaban más húmedos, hasta que sintió algo resbalar por su mejilla, ''oh no, estúpido cuerpo sincero'' fue todo lo que pudo pensar, había comenzado a llorar frente al otro. Esto cada vez iba de mal en peor, sentía que de un momento a otro comenzaría a llorar con ganas. Por lo que sus manos bajaron desde los hombros hasta el pecho del mayor y se deslizaron hasta la espalda del otro, para aferrarse con algo de fuerza en su chaqueta, sin abrazarle ''completamente''. Pero solo eso podía hacer al tener algo de pensamiento.

Cerró los ojos unos segundos, para ser capaz de convencerse de que no era un sueño, que no estaba alucinando. Que todo era real.

Si bien, Alfred no posee un gran sentido auditivo. Esta vez, como nunca, alcanzó a escuchar justo lo necesario para sentirse feliz, lleno como no se había sentido hace mucho. Dibujó una enorme sonrisa en su rostro a punto de estallar de la emoción. No le interesaba que el otro estuviera borracho. La única cosa que importaba ahora era que Arthur también sentía lo mismo, también lo quería.

Lo abrazó con más fuerza al ver que el inglés lo estaba abrazando de vuelta. Abrió los ojos lento, con la vista borrosa durante unos segundos. Y notó en ese instante que el otro estaba llorando ¿Llorando por qué? No quería que llorara, sobre todo si él no es consiente de las razones por las que se encontraba en ese estado.

Soltó al ingles de a poco, subiendo las manos hasta el rostro del mismo y hacer que lo mirara — No llores ¿Si? Por favor...— Ladeó la cabeza sin borrar la sonrisa, se acercó peligrosamente a la cara del contrario, para finalmente unir sus labios con los suyos.

Sentía que algo en este beso era diferente, el anterior lo había robado. Y, aunque este en cierto modo también fue totalmente imprevisto, el solo tener claro los sentimientos del británico lo hacía sentir mucho más seguro, incluso tenía la sensación de que el beso era más agradable.

No sabía si lloraba de felicidad al ser correspondido, de alivio al quitarse todo ese peso de encima, o simplemente de rabia por ser tan estúpido en el parque; ya que eso había sido, un estúpido. No era vergüenza lo que sintió en ese lugar, de hecho era desconfianza. ¿Cómo saber si era una broma?.

Ahora se le había aclarado el pensamiento, no era una broma, ni una jugarreta infantil. Era un sentimiento verdadero del otro, o simplemente sabía fingir muy bien. Se abofeteó mentalmente ante este pensamiento que le arruino gran parte de su vida, y solo dejo que las lágrimas fluyeran hasta agotarse.

Se exalto un poco por los movimientos del otro, al mismo tiempo que el re-afirmaba su agarre. ¿Acaso se iría y le dejaría ahí como un pobre imbécil?... Error, le tomo el rostro para obligar a mirarlo e hizo una petición acompañada de un ''Por favor'', ¿desde cuando se había vuelto tan amable y... empalagoso? ¿y desde cuando él no se quejaba por eso? al parecer desde hoy, pero estaba borracho así que no se aseguraría a si mismo que no lo seguiría tratando a insultos, claro que no. Es un idiota y se merece todos los insultos y golpes posibles, pero eso cuando estuviera sobrio. Así que solo asintió levemente.

Solo lo miraba, sabía perfectamente lo que iba a seguir pero... ¿Cómo actuar? Uso su poca capacidad de racionalizar en ese momento y ni siquiera termino de pensar, el otro ya le había quitado el espacio personal facial. Se quedó estático durante un rato, sin saber con exactitud como reaccionar, un impulso de corresponderle le hizo volver en sí y eso fue lo que hizo.

No tenía intenciones de pasar a mayores con ese contacto de labios, así que el otro si le obligaba a abrir la boca no se lo permitiría, luego se concentro más en esa inesperada acción y notó algo, el sabor embriagante en los labios del menor era bastante alto y eso le gustaba, no tenía ganas de tomar pero de todas formas el sabor era deleitable, al menos para él, pero recordó otra cosa mientras disfrutaba del sabor.

El menor detestaba tomar, ¿no?...

Él mismo fue quien corto el beso para separarse y mirar los labios del más alto, con algo de cansancio y serio. O lo más que podía estarlo en esas condiciones. —... ¿Tomaste?— ¿Por qué preguntaba? la respuesta era más que obvia. Pero estaba cansado y mentalmente en un mundo lleno de unicornios, así que no estaba perceptible en el ambiente.

Se encontraba feliz con ese contacto, ese simple rose de sus labios era suficiente para el americano. No pedía nada más por hoy.

Estaba a punto de quejarse por el corte del beso que él inglés provocó. Sin embargo, el contrario al parecer tenía en su poder una razón para detenerse, y la razón era que, como lo suponía este estaba extrañado de que el americano estuviera tomando momentos antes.

No estaba seguro de que responder, si decía que sí, que tomó bastante hace un rato, quizás como reaccionaría. Pero daba lo mismo, al fin y al cabo él al menos se encontraba en sus cinco sentidos, no como el mayor, que estaba notablemente borracho, se notaba desde su cara, su manera de caminar, hasta sus gestos y las cosas que decía. Lo conocía borracho, no era la primera vez que lo veía así.

Asintió levemente. — Si ¿Se nota mucho? — Tragó saliva intentado descifrar si el sabor a alcohol se encontraba aún en su boca, comprobando que ciertamente, aún estaba ahí — Lo estaba haciendo hasta que apareciste — Señaló la botella que se encontraba junto a él. Mientras decía todo en un tono de voz que intentaba sonar neutral, un intento fallido claro está, ya que en esos momentos se encontraba de lo más feliz con todos.

¿Y como no sentirse de ese modo? Nada ni nadie iba a arrebatarle su felicidad ahora ni nunca. Y el que intentara hacerlo merecía la muerte.

Se relamió los labios, en busca del sabor de los labios del ingles. Sonrió de lado al ver que funcionó, todavía sentía su sabor. Aunque estaba un poco pasado a ron, no era desagradable. Al menos no ahora que todo era tan perfecto, no podría verle el lado malo a nada ni aunque quisiera.

Todo este día estaba resultando ser demasiado extraño, lo hacía sentirse bipolar. En un momento estaba feliz, al otro segundo se encontraba triste y quería desaparecer. Y luego, era la persona más feliz del mundo nuevamente. Raro día, sí, pero no iba a negar que dentro de todo, le estaba resultando bien.

En cierto modo le aterraba que el menor estuviera, para empezar, en un lugar como ese. Y para empeorar las cosas estaba tomando. ¿Tan idiotas habían sido en el parque? No fue cruel, le correspondió, pero quizás no de la manera que el otro deseaba, no hacerlo con claridad lo convertía en un idiota. Y el menor era un idiota por no darse cuenta de las indirectas, simplemente.

Deseaba que la respuesta era ''no'', beber estaba mal (según él, aunque de todas formas lo hacía) y el otro no debía realizar tal acción, aunque tenía todo el derecho de hacer lo que deseara, aún sentía que debía cuidarlo. Para él, el contrarío siempre ha sido como un niño, incluso después de numerosas ocasiones en las que ha demostrado no serlo más. Se exaltó ante la afirmación y solo atinó a asentir con algo de lentitud.

El rubio ceniza interrumpió su ''atención'' con otra oración, y solo alzó una ceja. Dejando de asentir. —¿Cuando aparecí? creo que es mejor ''cuando te vi'' ya que he estado hace mucho aquí, osea que...— Volvió a alzar a la mirada, para mirarle los ojos. El menor disimulaba su alegría obvia, de manera muy fallida. —¿Dejaste de tomar al verme?— Sonrió de forma imperceptible, para si mismo. Mientras soltaba una de sus manos del otro y se secaba las mejillas con esta algo avergonzado. Cada minuto más cuerdo. Pero sin pensar del todo lo que decía aún.

Tenía curiosidad sobre ese tema, aún no comprendía del todo por qué el otro había elegido un bar, ¿le gustaba apostar, no?. Para eso se hubiera ido a algún casino o que sabía el, bueno, sabía mucho referente a ''apostar''. Pero ya no era lo suyo, renunció a eso muchos años atrás. Por los niños que debía mantener, las guerras en las cuales aplicaba su presupuesto, la compra de materiales para construir viviendas o servicios para la sociedad, entre otros.

Al terminar de secarse, cubrió la mitad de su rostro con su mano, le dolía la cabeza y estaba recibiendo mucha información (tanta externa como interna). Sonrío levemente con nerviosismo a la vez que cerraba su único ojo visible y ladeaba levemente la cabeza, pensó un poco, ¿no estaba siendo muy obvio? Con la sonrisa decía algo como ''don't worry, no me duele'' y con su ojo y la mano solo rechazaba lo que expresaban sus labios.

Asintió un par de veces luego de escuchar al británico — Si, tienes razón, en el mismísimo momento en te vi dejé de beber — Rió un poco — Me recordaste lo terrible que se ve uno cuanto está borracho — Terminó de decir y luego puso la mano cubriéndole la boca para aguantarse la risa. Aunque no le hacía mucha gracia que el otro bebiera. Criticaba porque al menos él sólo toma en contadas ocasiones, y por supuesto que ese no era el caso del contrario.

Estaba seguro de que su comentario haría enojar al otro. Bueno, tal vez no, después de todo continuaba aún algo borracho ¿Quién sabe? De todas formas estaba seguro que si no era hoy, en algún momento iba a terminar golpeado por el otro. Eso era un hecho.

...Y ahora que lo pensaba, si que el no tener un casino cerca le afectaba, tanto que por no encontrar uno cerca se puso a tomar, y no un vaso ni dos, una botella entera. Aunque estaba sorprendido de si mismo, había bebido un montón y no se emborrachó. Eso podría servirle para apostar con alguien a ver cual se emborracha primero. Era obvio que ganaría.

Vio que al parecer el inglés se sentía mal, de seguro era el alcohol, claro, se le olvidó que el otro a diferencia de él se emborracha con mucha más facilidad. Pero no por eso dejó de preocuparse, quizás le dolía mucho.

— ¿Estás bien? — Por supuesto que se dio cuenta de la sonrisa del ingles, que pareciera de dijera que todo estaba bien, pero sus ojos reflejaban lo contrario, y no perdía nada con preguntarle y asegurarse de que Arthur no iba a morir de un tumor cerebral.

No se percato de la ''broma'' ni la risa poco disimulada por parte del rubio, estaba más concentrado en el dolor. Era soportable al principio y de hecho hace un buen rato que lo esta aguantando, pero las punzadas se hacían cada vez más potentes.

Sabía que si seguía en esa posición incomoda, terminaría cayendo. Por lo que sin pensarlo absolutamente nada se sentó en las piernas del más alto, no por jugarreta, claro que no. Si no por que le dolía, normalmente estos dolores los sufre durante el sueño, por lo que no los sentía del todo (a parte de que no estaba a ningún sentido). Ahora lo sentía todo por estar despierto y por estar levemente consciente, ¿de verdad dolía tanto?.

Abrazó nuevamente al otro de manera débil, ahora por encima de los hombros, ocultando su propio rostro entre su propio brazo y el cuello del menor para poder ''descansar''. —I'm very well... seriously— Dijo, casi agonizando, pero su tono fue lo más neutral posible. Si el menor se enteraba de que le dolía a horrores de seguro haría un escándalo interno, se lo llevaría del bar y le obligaría a quedarse en cama.

Aunque la verdad no lo deseaba, a pesar de que prácticamente moría, no quería dejar de abrazarle en ningún momento, aunque estuviera en una posición nada favorable para él, estaba feliz de poder tener al menor entre sus brazos nuevamente. De tenerle cerca. Sonrió, y se alegró de que nadie pudiera observarle.

Aparte de tener ese dolor terrible de cabeza, sentía como comenzaba a subir de temperatura nuevamente, pero esta vez no era el alcohol. Bueno, este tenía mucha influencia sobre el ahora-problema, estaba resfriándose. El alcohol disminuía en gran cantidad sus defensas, por lo que hasta con el vuelo de una mosca puede terminar en un hospital por un resfrío. Lo bueno era que aún no comenzaba a ''sufrir'' o a respirar jadeado, podía disimularlo y quedarse allí el mayor tiempo posible.

Ahora que lo pensaba con algo de detenimiento, ¿por qué el otro se preocupa tanto por él, su británica persona? no tenía motivos para hacerlo, de hecho en su poder poseía más razones para odiarle que para quererle como ''algo más''.

Alfred F. Jones, Estados Unidos de Norte América, era una persona totalmente imposible de comprender: Un niño que juraba y jura ser héroe, una persona sobre protectora gracias a su síndrome, se tomaba algunos asuntos con mucha seriedad aunque poco y nada sabía del verdadero sufrimiento, en otras ocasiones solía comportarse como un idiota.

Armó el rompecabezas como podía, llegando a la conclusión de que el otro tenía encima una máscara de falsedad que le cubría el rostro completamente. No era muy diferente de el mismo. Ambos mentían, y mucho. Pero la diferencia (para él) es que el menor es capaz de ser sincero. Mientras él, Arthur Kirkland, no es capaz de expresar lo que en verdad pensaba. El otro era desconfiado, sí. Pero al menos ''confiaba'' en quienes quería, no como el Reino Unido, que ni en sí mismo confía.

Estaba esperando un golpe por parte del inglés, un puntapie, un puñetazo, un zape .... ¿Nada? Eso era exactamente lo que recibió, nada. Perfecto, se sentía como el maldito amo del universo.

Todos sus pensamientos de genialidad fueron abruptamente interrumpidos con las acciones del mayor, siendo reemplazados por un "¿Qué demonios?" en el momento en que este se sentaba sobre sus piernas. No era que le molestara, claro que no, nada más lejos de la verdad que eso. Pero lo repentino de eso, logró sobresaltarlo un poco.

Iba a emitir algo como un "¿Estás completamente seguro de que estás bien?" Pero el otro a esas alturas ya se había acomodado y lo estaba abrazando. Cosa que realmente lo relajó, tal vez demasiado. Correspondió el agarre del otro con un solo brazo, que se encargaba de sostener el británico en caso de que fuera a caerse y darse un golpe en la cabeza que podría dejarlo en el hospital y que este muriera de un desangramiento, y da paso acabar con toda esa felicidad que ganó hace tan poco.

De seguro él no se daba cuenta, pero de una u otra forma, sus predicciones acerca del futuro del ingles terminaban en una muerte trágica. Quien sabe el por qué, tal vez se debe a ese afán sobreprotector, tal vez sólo es un paranoico y las enormes cantidades de cafeína que consume al día le están afectando la cabeza, nadie sabe, en estos instantes ni el mismo lo tenía claro.

Y así fue como, después de un rato que podrían haber sido segundos, como minutos, llegó a la conclusión de que el otro se encontraba bien. Las razones, primero, porque estaba borracho, y cuando Arthur está borracho dice la verdad. Segundo, porque el americano no se caracteriza principalmente por ser un entendedor de cosas que están a simple vista. Y tercero, pero no menos importante, era que el contrario lo abrazó, si ya no pensaba perfectamente bien cuando tenía al rubio cerca(entiéndase, a una distancia considerable de unos 3 ó 4 metros), menos lo hacía al tenerlo tan cerca.

Aunque algo en su interior, digamos, su instinto, le decían que verdaderamente el contrario no se encontraba para nada bien, que sería mejor llevárselo lejos de ahí, de toda esa música que obviamente aumentaba, en caso de que Arthur estuviera mal, el dolor de cabeza.

— Voy a creerte, pero te mantendré vigilado. — Expresó en un tono que variaba entre lo serio y lo contento. Bastante bipolar si se le analizaba.

Se dedicó a observar con sumo detalle al mayor, sobre todo su rostro, a cualquier gesto o acción que este hiciera y que indicara que algo le dolía, saldrían volando de ahí. Que para algo es un héroe, y como tal debe cuidar a los demás.

Frunció levemente el ceño con una nueva y dolorosa punzada, sin percatarse de que le miraban fijo al estar con los ojos cerrados y completamente ido, si estuviera en la calle y quisieran robarle; de seguro lo lograrían, se ponía muy torpe estando tan cerca del otro, sobre todo borracho.

A excepción del ceño fruncido, su rostro se veía totalmente relajado y calmado, como si no tuviera preocupaciones, lo cual era una falsedad total. Hacía todo lo posible por no demostrar dolor, evitando cualquier tipo de movimiento o sonido que deseara salir desde su garganta. Los cuales sabía que eran gemidos ahogados de dolor acumulado.

Sintió un brazo rodear su cuerpo, sintiéndose tan relajado y protegido. Eran muy raras las veces en las que lograba sentirse así. Aunque ahora que lo pensaba con detenimiento, el otro era el único quien lo había realizado, durante las numerosas guerras en las que se veía en desventaja siempre llegaba el ''héroe'' a interferir, era molesto pero tan extraño para él en cierto modo.

Soltó una pequeña risa junto a una afirmación ante la ''sobre protección'' del contrarío, no podía hacer mucho más estando casi nada sobrio. —De acuerdo... tonto— En ningún momento se digno a abrir los ojos, y al terminar de decir la última frase del momento su rostro nuevamente volvió a ser sereno, olvidándose del resfrío y del alcohol por un momento.

El otro le brindaba la sensación de que al menos alguien se preocupaba por él, ya que a lo largo de su vida nunca se había dado esa oportunidad (según él) o no la sentía, así de simple. En mayoría le hacía sentir sumamente extraño y confundido, normalmente es ambiguo en ese tipo de situaciones, pero ahora no podía serlo, le daba algo de rabia tener que mentirle al de ojos azules cada vez que lo hace e hizo alguna vez.

Frunció levemente el ceño al sentir una nueva punzada y gimió leve e inaudiblemente del dolor, era completamente molesto que esas sensaciones de apoderaran de él.

Como siempre, no se daba cuenta de nada. De saber como se sentía realmente el inglés, ahora estarían en su casa, el británico en cama y con más de 40 mantas sobre él. Aparte del montón de pastillas para el dolor de cabeza que le obligaría a ingerir.

Pero, ese no era el caso, y ahora ambos estaban ahí, abrazados, y por lo menos él, se sentía radiante. Cualquier cosa que pudiera haber tenido antes de eso, no la sentía ni recordaba, tampoco quería hacerlo. Dicen que cuando uno sólo piensa en su propia persona puede llegar a ser feliz. Bajo su punto de vista, él siempre pensaba y velaba por el bien de todos, y ahora se encontraba bastante feliz.

Desvió su mirada del rostro del inglés, pasando a observar la botella de ron que estaba junto a él, junto a ellos, mejor dicho. ¿Cómo es que bebió tanto? Ya casi no quedaba. Demonios, nunca más estaría deprimido.

Regresó su mirada al rubio, a simple vista, lucía relajado, eso en parte lo calmaba a él también.

— ¿Estás seguro de que no quieres irte? Vamos, estás borracho, seguro te duele la cabeza o algo así ¿No?— Por un lado quería sacar al otro de ahí, por el otro quería salir él mismo de ese lugar...La gente, miraba a Arthur ¿Lo miraban? ¿Por qué?

¿Acaso no se dan cuenta que es suyo?

Vamos, aparten sus ojos asquerosos, el inglés es el yankee, mala suerte para ustedes. Él americano no es la clase de personas que comparten, y menos si se trata de algo como eso. Asume que es celoso, aunque más que celoso es posesivo y egoísta...Que va, es celoso igual.

Como desearía en esos momentos tener un arma y apuntar con ella a cualquiera que se le acercara. Aunque quizás algunos sólo miraban por el simple echo de que el mayor estaba sobre sus piernas, bueno, razón de sobra para llevárselo lejos de ahí, el mismo podría cargarlo a donde fuera si quería, solamente esperaba una respuesta afirmativa por parte del ojiverde

Atrapado, ese era el estado en el cual se encontraba atrapado, como la mayoría del tiempo.

Tenía dos opciones, la verdad y la mentira, el también quería irse del bar en cierto modo al sentir miradas desconocidas en ellos, murmullos, risas, burlas, comentarios insultantes, entre otros. El inglés estará borracho pero no es tonto, es algo ingenuo de vez en cuando pero idiota no es, definitivamente no.

Se aferró un poco más al otro en señal de que no deseaba irse, no aún. Y justamente en ese momento, su sincero cuerpo dice la verdad (como siempre, lo delata) y tose un poco, definitivamente el americano se lo llevaría corriendo, arrastrando, volando, con histeria, quien sabe como reaccionaría. Era el yankee después de todo, una caja de sorpresas no tan misteriosa al menos para él.

Con la consciencia que estaba apunto de perder ya que esta ''agotado'' de tanto fingir y del día en sí, sentía unos tacones resonar por el piso, aproximándose. ''... Ahora no...'' fue lo que atinó a pensar antes de ''quedar inconsciente'', pero la verdad se estaba quedando dormido. Quizás es verdad que los años se le estaban viniendo encima, solo quizás. Ya que para él siempre seria alguien joven, ¡bah! llevaba siglos exactamente con el mismo aspecto, ¡el mismo!. No es que por dentro tenga los huesos hechos polvo... quizás tenía hipertensión pero quien sabe.

Se abofeteó mentalmente, ¿cómo era que pensaba todas esas cosas? Debía ser una broma. A la distancia podía escuchar voces, voces seductoras y una voz con veneno impregnada negando rotundamente a alguna petición. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Quería ''despertar'', pero no podía. Estúpido cansancio.

De un momento a otro sentía algunos movimientos bruscos y una corriente de aire frío... Definitivamente esto no iba bien.

Según su dormida mente, quizás el otro sufrió uno de sus ataques ''heroicos'' y ahora hace lo posible por ''salvarlo'' de una manera impensable, bueno, no era tan impensable. El menor le tenía dentro de una caja llena de seguridad, sin lugares para escapar. Era como sí se fuera a romper con el más mínimo contacto. ¡¿Quién se cree él?! El británico sabía cuidarse perfectamente, sobre todo en el ámbito de la vida diaria, sobre todo a la suya, la cual no era la más normal del mundo. Consistía en despertar, como siempre, hacer limpieza en todo lo que se encuentre en el lugar (incluyéndose), ser acosado, rechazar amablemente el acoso en caso de que fuera mujer o golpear en caso de que fuera un francés, y el resto del día dependía, por lo menos tenía una rutina matutina.

Lograba distinguir corrientes de aire frío chocar contra su rostro y la fiebre subía, ¿donde estaba? la verdad no importaba mucho, solo esperaba que el frío se terminara antes de que su condición empeorara.

Si ya estaba enojado ¿Qué tenía el destino con hacerlo enojar todavía más? Es que no lo comprendía, de seguro que Dios lo odia, tal vez es el karma, claro, no debió entrometerse en tantas guerras y ser tan cruel. De seguro era eso.

—¿Por qué no dejas que tu amigo venga con nosotras?

— Perdón ¿Qué? — Alzó la vista indignado hacía la persona que le dirigía la palabra. Sus ojos reflejaban un odio intenso, mas su boca se curvaba en una pequeña sonrisa despistada. Contraste, estaba acostumbrado a ello.

Intentó ponerle atención a la chica en frente suyo. Estaba furioso, pero no iba a armar un escándalo por mucho que quisiera volarle los dientes a la mujer esa.

En su mejor intento de no explotar alcanzó a escuchar un "No te pongas celoso, tú puedes irte con mi amiga" A la vez que esta apuntaba a una amiga suya un poco más allá. ¿Es una prueba? ¿Estaban probando su nivel de autocontrol, cierto?

"Contrólate alfred"

Una voz en su cabeza repetía sin cesar, su sonrisa se acrecentó, y soltó una pequeña carcajada al mismo tiempo que negaba levemente con la cabeza — Fuera de aquí, vixen. — Sentenció. Y sin esperar reacción contraria, se levantó de su asiento cargando al inglés con él. De paso empujando a la otra, provocando que esta cayera en el suelo por el impacto.

Se alejó a una velocidad enorme del lugar, se escuchaban insultos, mejor dicho, la mujer estaba gritando a viva voz un montón de improperios dirigidos hacía su persona. Lo mejor era alejarse, sabía como era una mujer enojada, sobre todo las de ese tipo. Y no quería problemas ahora, tenía que llevarse al británico de ahí ahora mismo.

Una vez que estuvo fuera del lugar suspiró pesadamente, observó a Arthur un segundo... Un momento, Arthur no había dicho ni media palabra en todo este tiempo ¿Se durmió? — Iggy... ¿Are you ok? — Preguntó sin esperanzas reales de que el contrario contestara, se fijó en que aún respirara.

Bien, estaba decidido, se llevaría al mayor a su casa. No lo iba a dejar solo ahora que estaba borracho, y de seguro el otro se terminaría resfriando. Claro, no sabía que ya lo estaba.

Luego de sentir el aire frió rodearles y calor en algunas zonas, sintió la voz a la lejanía. Bueno, ni tan lejos, solo era él quien se estaba quedando dormido y tenía esa sensación. Entreabrió uno de sus ojos débilmente para poder mirar a quien le solicitaba, no era nadie más que el menor, aunque la respuesta era obvia desde el principio.

Se removió realmente poco debido a las carentes ganas de hacerlo y notó que estaban cargándole, ¿tipo princesa?, esto sí que era humillante, pero bastante considerado por parte del otro. Seguramente si hubiera sido otra persona su ''acompañante'', le hubiera dejado en medio del bar estando consciente, o sin estarlo. Respiró algo agitado debido al oxigeno que comenzaba a escasearle y le sonrió un poco al otro, esa era su forma de decir ''gracias'' amablemente. —Yes, I do— Se acurrucó un poco al estar expuesto al frío y empezar a ser dominado por este, volviendo a cerrar los ojos.

Ahora tanto dolor de cabeza como dolor de garganta (y resto del cuerpo) comenzaban a acumularse, y lo único que lograba el frío era acentuarlo todo.

—Well, ahora que me sacaste del bar, hero, ¿qué harás?— Extraño comentario proveniente de él, pero había que entenderlo, no pensaba bien aún. Ademas de que el otro en este momento sí era un ''héroe'' o algo así, por... salvarlo de las prostitutas, o eso creía él.

Ahora abrió sus ambos ojos, pero no miro al menor, si no al cielo que lograba distinguir entre las luces artificiales. Estaba tan lleno de estrellas y la luna estaba preciosa. Para su próxima depresión no iría a un bar, mejor se iría a un campo para poder observar el cielo, estuviera o no lloviendo. Se quedó contemplando el cielo, extrañamente callado mientras esperaba la respuesta del otro, tranquilo, sin prisas, tenía todo el tiempo del universo, al menos por hoy.

Se sobresaltó un poco, realmente no esperaba escuchar una voz respondiendo. Y menos que esta misma le preguntara algo.

— Bueno, voy a llevarte a mi casa, y no voy a aceptar un no como respuesta, porque no es una pregunta ¡Voy a hacerlo quieras o no! — Dijo con una sonrisa alegre en el rostro mientras caminaba por la calle. Hacía frío, sí, pero como el estaba caminando. Al estar en movimiento entraba un poco más en calor que el inglés.

Se demoró en procesar, mas bien, se demoró en entender que el británico le había dicho hero ¡Al fin el otro reconocía a su heroica persona! Aunque estaba borracho y resfriado, pero ignorando eso, ese había sido un momento digno de ser grabado y fotografiado, lástima que llevaba cargando al mayor, de no haber sido así lo habría hecho.

— ¿Me llamaste hero? Al fin asumes que lo soy~ — Expresó alegre. — Podrías decirlo más seguido.

Y otra vez, se le subieron los humos a la cabeza. Como siempre.

¿Tanto le costaba ser un poco más humilde? ¿No tan molestoso tal vez? Tal parece que la respuesta era un sí rotundo. Con ese tipo de actitud se nace o no se nace según el americano, gracias al cielo (bajo su punto de vista) él nació con esa seguridad y fanfarronería. Aunque la verdad la gente que lo conoce no cree que eso sea verdaderamente un aspecto positivo, sino más bien algo que el yankee debería moderar.

Ajeno a cualquier queja, sugerencia, reclamo u otra cosa que fuera a emitir el rubio, el estadounidense ya estaba dirigiendo sus pasos hace un buen rato hacía su hogar. En cualquier momento llegarían.