Wenn zwei plus zwei machen Fisch [Privado]

Soltó un suspiro, mientras que se acomodaba en el sofá y cerraba los ojos.

A su alrededor, la gente reía y tomaba cerveza o cualquier otro tipo de alcohol con alegría, y ella no podía evitar sentirse igual de animada que ellos. Tal vez ya no se encontrara de vacaciones, pero esa noche no había tenido más labores y optó por despejarse un poco en su bar preferido, acompañada, claro está, de una buena jarra de cerveza alemana.

Se alegró de que el dueño del local siempre le apartara aquella mesa en la esquina. Debía de admitir que era un poco antisocial, puesto que no le gustaba beber acompañada, a menos claro de que su compañía fuese alguno de sus hermanos. Tomó con suavidad su jarra, para luego llevársela a los labios y degustar con tranquilidad aquel líquido ambarino que le hacia sentirse nuevamente viva. De verdad, no sabría que haría sin ella.

Con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro, se dedicó a escuchar la música de fondo que había en el local...

Al escuchar esa voz, no pudo evitar atragantarse un poco con el trago de cerveza que estaba bebiendo. Dejó rápidamente la jarra en la mesa, para luego palmearse el pecho y buscar desesperada algo de aire. Cuando lo consiguió, se dedicó a fulminar con la mirada al pelirrojo. ¡¿Qué demonios hacía él allí?! Ya se había olvidado por completo de lo sucedido en la playa, pero al tener al danés frente a ella, los recuerdos asaltaron su mente y su rostro se pintó con una mueca de fastidio total.

- ¿De qué demonios estás hablando? - gruñó -. Yo nunca acepté salir contigo, idiot.

Bien, decidido. Aquella noche que aparentaba ser tranquila ahora sería una de las peores que jamás había tenido en su vida. Sólo esperaba que el alcohol en exceso le ayudase a reprimir aquel impulso de querer golpear al chico cada vez que estaba cerca de ella.

-Ohh~ ¿De veras? Qué extraño, porque yo recuerdo haber escuchado muy claramente un "por supuesto, solo dime dónde y cuándo y estaré allí"- Contestó burlón, haciendo su voz un tanto aguda en la última parte para "imitar" a una mujer. Casi de inmediato, soltó una carcajada, golpeando un par de veces la mesa con su puño cerrado y haciendo que ambas bebidas se agitaran y saltaran algunas gotas fuera de los vasos.

Luego de un rato, su risa cesó, y comenzó a mirar a su alrededor, como buscando a alguien.

-¿Tus hermanos no están por aquí?-

Un tic apareció en uno de sus ojos, mientras que un par de venitas resaltaban en su cien. Se quedó quieta, notando que todos les miraban por culpa de las risas histéricas del danés, al igual que sus golpes sobre la mesa. No lo mates, Lou, recuerda que Angela te lo prohibió pensó, recordando que cuando le comentó a su jefa sobre matar a cierto pelirrojo, a esta casi le da un infarto. "Mantener las relaciones diplomáticas es trabajo de la capital" le había dicho.

Si, claro, este imbécil ni siquiera ha de saber que es diplomacia...

- Nein, no están. Siempre vengo a beber sola - mintió, tomando su jarra y una servilleta para limpiarle el líquido que se escurrió de esta debido a los golpes del otro. Sabía que él simplemente la utilizaba para conseguir una pelea con sus hermanos, y no pensaba darle ese gusto.

Cuando el mesero vino a la mesa, le encargó una botella del vodka más fuerte que tuvieran. Debía de emborracharse lo más pronto posible si es que pretendía aguantar al tarado durante el resto de la velada.

Soltó un suspiro, tomando la botella tan pronto se la trajeron e ignorando el vaso con hielo que el camarero le había traído. Al escuchar el sobrenombre con el que el otro la había llamado, se llevó la boca de la botella a los labios y tomó tres profundos tragos, sintiendo como la garganta le escocía debido a la intensidad de alcohol que estaba bebiendo de golpe.

- En realidad, me gustaría que no usaras el plural - indicó, frunciendo algo el ceño. Tomó otro sorbo de la botella, notando levemente como sus mejillas se coloreaban y comenzaba a sentirse algo... ida.

Perfecto, el vodka estaba funcionando. Sonrió casi sin darse cuenta. De seguir así, no dudaba terminar durmiendo sobre la mesa...

Terminándose el contenido de la botella en unos cuantos tragos más, se dedicó a fulminar con la mirada al pelirrojo. No lograba pensar en algo coherente, puesto que el alcohol que contenía el vodka se le había sumado al que ya había bebido antes de que llegase el danés.

- ¡Oh, cállate de una buena vez! - espetó, señalándolo molesta -. Eres un mocoso irrespetuoso, idiota y estúpido - farfulló, pidiéndole al mesero otra botella del mismo vodka.

Se recargó en ambas palmas de sus manos, mirando fijamente al otro y con el ceño fruncido. Una parte de ella, la cual aún seguía algo cuerda, le decía que lo mejor era dejar de beber, si es que no quería cometer alguna estúpidez que no recordaría al otro día. Sin embargo, no podía evitarlo. Sabía de antemano el dolor de cabeza que tenía que soportar al estar con el tal Bent ese, por lo que debía de seguir bebiendo para evitar sufrir después.

- Tonto, descerebrado, idiota... - siguió maldiciéndolo, sin dejar de beber.

- ¡Deja de llamarme linda! - gritó, agitando la botella y salpicando un poco de su contenido. La gente a su alrededor les miraba confundida, pero pronto dejaron de hacerlo y siguieron con lo suyo, ignorándoles.

Siguió bebiéndo, notando que se emborrachaba cada vez más. Con algo de dificultad dejó la botella sobre la mesa, amenazando con tirarla. Ya había perdido la cuenta de cuantas botellas se había acabado ella sola, pero poco le importaba. Es más, poco le importaba si se encontraban en un lugar público o no, y si su conducta era digna de toda una "mujer responsable" como ella o... no.

- Todos ustedes son iguales - soltó de repente, mirando hacia algún punto de la mesa mientras que jugaba con una pequeña servilleta de papel, media rompiéndola -. Simplemente buscan que una mujer tenga pechos enormes o esas cosas, son unos idiotas - farfulló, haciendo añicos al pobre papel.

Bien, estaba comenzando a ser algo... "sentimental". Maldijo al alcohol por producirle aquello, pero como quiera siguió bebiendo, esperando a perder la consiencia pronto.

- Sí, claro, eso nunca sucederá - se enfurruñó y siguió bebiendo, dejándose hacer por el otro e ignorando el hecho de que lo había estado maldiciendo hace momentos -. Todos siempre ven mis pechos antes que mi rostro, y ni siquiera tratan de hablar conmigo civilizadamente, buscan cualquer estúpido piropo para llevarme a la cama - susurró.

Ella, a diferencia de él, tenía más "experiencia" con el alcohol. Había aprendido a no arrastrar las palabras y a no balancearse aunque estuviese borracha a morir. Sin darse cuenta, comenzó a sollozar un poco, mientras que seguía bebiendo.

- E-estúpidos ho-hombres que sólo piensan con su "cabeza" de a-abajo... - farfulló, limpiándose las lágrimas -.

Se siguió limpiando las lágrimas, sin dejar de sollozar.

- ¡¿Qué parte no entiendes de que ningún hombre me mira al rostro?! - chilló, inflando los cachetes -. A-además, yo me puedo defender sola, no necesito a nadie - murmuró, haciendo una mueca de tristeza, para luego volver a empinarse la botella, terminándosela de un trago.

Buscó otra botella con la mirada, notando que ya se las habían acabado todas. Sin saber porque, y totalmente perdida, comenzó a reír sin saber el motivo. Tal vez porque estuvo llorando sin motivo alguno, o tal vez porque estaba hablando "civilizadamente" con el danés.

Al escuchar aquello, no pudo evitar sonrojarse con fuerza... aunque claro, en un pequeño lapsus de cordura, culpó al alcohol por ese repentino sonrojo. Rió más al escuchar el comentario del danés, y aceptando el vaso con whisky, lo alzó para brindar junto a él y empinárselo, logrando terminarse su contenido de un solo trago.

Repentinamente, se sintió algo mareada, por lo que se tuvo que apoyar en la mesa para no irse de lado. Se echó un poco de aire con una de sus manos, mientras que soltaba un par de risitas bobas y miraba al otro con una sonrisa.

- ... ¿sabes? Tú también tienes... - pensó en decir "un lindo color de ojos", pero notó que el otro sólo tenía uno -... una linda sonrisa - balbuceó -. ¿Me sirves más? - le tendió su vaso con hielo, queriendo más de la nueva bebida.

Rió un poco al verlo servir la bebida de aquella manera algo torpe. Nuevamente se sonrojó ante su comentario, y nuevamente culpó al alcohol de eso.

- ... es raro que digas eso después de todo lo que te dije - bromeó, mientras que le daba un sorbo de una manera algo torpe a su bebida -, pero también me agrada beber contigo. No eres tan idiota como pensé - volvió a reír, dejando su vaso con whisky sobre la mesa, para luego sonreírle ampliamente al otro.

Se recargó en el respaldo del sofá en el que se encontraba, mientras que soltaba un suspiro y volteaba a ver hacia el techo, específicamente, hacia la mancha que el chico había creído que era una tabla de surf.

- ... ¿por qué tienes ese afán de seguirme? - quiso saber.

- ... Esos son los mejores halagos que le puedes decir a una mujer, ¿sabes? - comentó con claro sarcasmo, mientras que se sonrojaba aún más, y por primera vez, no culpó al alcohol que había estado tomando.

Aún así, no quiso hacerse iluciones. ¿Y si sólo le mentía por culpa de la borrachera y para quedar bien? Dudosa, tomó su vaso con whisky y se lo terminó, notando que la bebida ya se había mezclado con el agua de los hielos, y que en parte había perdido su sabor algo fuerte.

- Sólo dices todo eso porque estás ebrio - susurró, sin perder de vista su vaso.

Rió más ante su respuesta, para luego notar que el ambiente en el bar estaba cambiando. Habían puesto una vieja música country, y dejado el espacio del centro para que las parejas o amigos bailaran. Con cierto aire ausente, movió uno de sus pies al compás de la melodía, sintiéndo deseos de ir a bailar de un momento a otro (cosa que, de haber estado sobria, nunca habría hecho).

- ... quiero bailar - murmuró, y sin dejar de reír, se levantó (algo tambaleante) de su asiento y sujetó al otro del brazo, para luego arrastrarlo a la pista de baile.

Podría mantener el equilibrio cuando se emborrachaba, pero al estar "bailando" de aquella manera, no podía evitar tambalearse un poco y amenazar con caerse. Aún así, se aferró al cuello del danés, riendo como nunca en su vida.

Dejó de reír poco a poco, mientras que apoyaba su mejilla en el pecho del pelirrojo. Estaba lo suficientemente ebria como para no importarle el hecho de que estuviese así de... pegada con un hombre al que apenas y sí conocía, y que para colmo, odiaba.

... Aunque bueno, ya no parecía odiarlo tanto. O tal vez pensaba aquello porque el alcohol hacía estragos en su cabeza y sus pensamientos.

- ¿Sabes? Me caes bien~ - dijo mientras que reía un poco, e hipeaba también -. Deberíamos de salir a beber más seguido~.

De haber estado sobria nunca habría dicho eso.