Non mi lasciare, il mio amore (Privado R+18)

... Y sin darme cuenta, había dejado pasar una semana desde aquello. Una semana en la cual no dejé de pensar en sus últimas palabras antes de irse, unas palabras que me habían dejado atónito durante un largo rato, y que aún parecían resistirse a entrar por completo en mi cabeza. Simplemente, no lo asimilaba... ¿Tan ciego había estado todos estos años?

Pero a pesar de todo, lo que más parecía perdurar en mi memoria, era su rostro... el dolor que expresaba, sus lágrimas... La había hecho llorar, otra vez.

Y no importaba lo que hiciera, no podía pensar en nada más que no fuera Isabel... tan perdido en mi mente me hallaba, que hasta mis propios chicos de La Familia me habían sugerido alargar mis vacaciones... y claro, al no tener absolutamente nada que hacer, automáticamente pensaba más y más en ella... ¡Maldición! Era tan frustrante, y de ningún modo iba a dejar las cosas así como estaban... Quería arreglarlo, quería verla y decirle que todo fue un gran malentendido.

Y era esa la razón por la cual ahora me hallaba frente a su casa, vestido con uno de mis elegantes trajes y dispuesto a hacer que me perdonara, costara lo que costara.

Con una extraña firmeza, toqué sin titubear la puerta.

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Continuación de "¡No olvides llevar tus tomates cuando vayas a la playa!"

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una semana? ¿Dos tal vez? No tenía ni idea, ni quería saberlo. Sólo quería olvidar. Olvidar el cómo la rechazaron.... El cómo lloró durante varios días.

Posiblemente ahora hubiese estado llorando también sino se lo hubiese contado a la prusa. Sólo había sido una llamada de teléfono, la típica llamada de rutina que se tenían, pero le había servido para relarse un poco. No mucho, no lo suficiente como para volver a reír como acostumbraba pero, lo suficiente para no estar llorando aún desconsoladamente y eso era ya un avance.

Incluso, había evitado ver a su hermano durante este tiempo. No quería ni pensar en cómo reaccionaría. Aunque no tenía ni idea de cuál sería su reacción y por ello decidió no arriesgarse.

Apagó la tele, con el canal del tomate, nada más escuchó cómo llamaban a la puerta. Pensó que eran imaginaciones suyas pero antes de encender de nuevo la tele se acercó a la puerta mirándo antes y sin abrirla quién era.

Nada más ver el rostro del chico se recargó contra la puerta mirándo sin mirar cualquier punto del suelo. ¿Qué hacía él aquí? ¿Por qué había venido? ¿Es que pretendía verla de nuevo llorando delante suya? ¿Es que quería burlarse de ella por amarlo? Muchas preguntas parecidas pero a la vez distintas pasaban por su mente en milésimas de segundo.

No quería parecer débil, no quería mostrar lo afectada que estaba, lo dolida que la dejó. Decidió responderle, pero no ha abrirle la puerta. No estaba preparada aún para tenerlo delante suya.

Cerró con fuerza los ojos y se apoyó más en la puerta con la mano en el pecho para tranquilizarse y tras un rato habló.

-¿Qué es lo que quieres?-su tono tal vez fuese demasiado serio. Pero en esos momentos no era capaz de sonreírle y hablarle con normalidad.

Porque, aunque no le hubiese abierto aún, sabía perfectamente que podría escucharla y responderla.

El hecho de que haya decidido contestarme desde el otro lado, significaba que no tenía intenciones de abrirme la puerta. Y el tono de su voz, fue suficiente para dejarme en claro cuánto me detestaba en estos momentos.

Ignorando el gran dolor que se me acumuló en el pecho a causa de su frialdad, apreté con fuerza mis puños y respiré profundo, con un aire decidido como nunca antes.

-Isabel... Tenemos que hablar- Le contesté modulando mi tono de voz, para que saliese lo más firme posible y no dejara escapar ni una pizca de inseguridad. -Ábreme, por favor...- Imploré ahora de una manera un poco más suave.

Abrió un poco los ojos.

¿Hablar de qué? ¿De lo estúpida que se siente uno al intentar confesarse y que la rechacen? ¿O le daría la típica explicación de por qué no la quería diciendo algunas excusas de por qué no pueden estar juntos? No quería falsas explicaciones... Lo quería a él. Pero sentía que jamás lo consiguiría.

-No hay nada de qué hablar... No debí habértelo dicho... Lo extropeé todo... Fuí una estúpida... Pero ya no volverá a pasar... De eso estoy segura....- Pequeñas lágrima pasaron por sus ojos mientras tocaba el pomo de la puerta plateándose si abrir o no.

Miró de reojo hacía el salón viendo las botellas vacías de haber estado bebiendo 2 días seguidos y no recogerlo, no le dió importancia y volvió a mirar el pomo. Al final decidió abrirla por lo que se secó las lágrimas y giró un poco el pomo abriéndo la puerta apenas unos centímetros mientras retrocedía un par de pasos de esta.

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Debía de decir en algún momento lo del alcohol(?)

Vi cómo la puerta comenzaba a abrirse, y aquello me alivió bastante, de alguna forma. Suspiré nuevamente para calmarme y así poder pensar con más claridad. En estos momentos, me encontraba sobre la cuerda floja, y sabía que un paso en falso acabaría con todo para siempre, por lo que debía ser muy cuidadoso con lo que decía.

Ingresé lentamente cuando terminó de abrirme la puerta, con un ligero chirrido de las bisagras a causa de la lentitud con la que Isabel abría. De inmediato busqué sus ojos, y me sentí peor al verlos algo rojos e hinchados, claras señales de que había estado llorando. Aparté mi mirada, al no sentirme capaz de enfrentar esa imagen.

-Isabel... vine para arreglar las cosas... quiero que hablemos sobre...- Me detuve de inmediato al ver la gran cantidad de botellas vacías regadas por el piso, sofá y la mesa. La volví a ver de inmediato, ahora algo incrédulo e irritado. -¿Has estado bebiendo todo este tiempo?- Inquirí con cierta rudeza, prácticamente regañándola.

Desvió la mirada haciendo entre un berrinche y un puchero mientras levantaba dos de sus dedos de la mano izquierda indicándole dicho número.

-Sólo bebí los 2 primeros días, esos son los restos que aún no recogí-lo miró ahora fulminándole con la mirada- ¿Algún problema si bebo? ¿No me dirás ahora que eso te preocupa? Y si piensas que en estos momentos estoy borracha, te equivocas porque, estoy totalmente sobria.

¿Quién se creía que era para regañarla por beber? ¡Ni qué a él le importase si bebía o no! Pero, en el fondo, le alegró que se preocupase por ella.... Aunque fuese sólo porque no le gustaba que bebiese tanto.

-Pero, supongo que, habrás venido para algo más aparte de regañarme por beber, ¿o me equivoco?-murmuró desviando nuevamente la mirada.
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Fruncí el ceño ante sus palabras.

-Pues sí, si me preocupa, Isabel- Contesté con cierta seriedad para denotar mi molestia.

Su siguiente pregunta me recordó el motivo por el cual había ido a verla. Repentinamente, los nervios regresaron a mí. Suspiré para tomar aire y ver si tomaba el valor que intentaba fugarse de mi cuerpo a cada segundo.

-Ya te lo dije... quiero que arreglemos las cosas... sobre lo que sucedió en la playa... -tragué grueso y desvié la mirada. ¡Maldición! Qué difícil era esto... -Yo...

-¡No sigas!-rogaba mentalmente mientras cerraba sus ojos con fuerza.

Prefería quedarse así de mal con el italiano a volver a escuchar su respuesta negativa. A oír de manera directa su rechazo, su "no". Sabía que sólo le haría más daño el escucharlo...

-¿Tú...?-pero aún así lo incitó a seguir sin atreverse a abrir los ojos y mirarlo. Sus ojos ya le dolían de lo fuerte que los cerraba con tal de no mirarle. Porque sabía que lloraría si lo miraba... Si lo veía y sentía que nunca estarían juntos...

Me encontraba mirando fijamente un punto entre la puerta y el piso, como intentando sacar algo de valor de allí o algo así.

-Yo...- Repetí, sintiendo como los nervios incrementaban. ¡¿Cómo demonios le iba a decir?! Esto podría ser lo más difícil que haré en toda mi vida... Tomé aire nuevamente. -Y-yo...- Balbuceé, molestándome al imaginarme lo patético que debía de estarme viendo en estos momentos. ¡Arghh! ¡Al diablo con todo! -¡Maldición!- Exclamé frustrado, para luego tomarla de los hombros de un momento a otro y mirarla fijamente a los ojos. -Vine a decirte que soy un imbécil por no haberme dado cuenta antes y que de verdad lo lamento... yo... yo también te amo... y desde hace muchos años- Afirmé ya serio, con una firmeza que solo el dios del tomate sabe de dónde saqué.

Retiré mis manos lentamente y mi mirada regresó al suelo. Sentía mi rostro completamente rojo.

-Sé que no quieres perdonarme, y descuida, lo entiendo, fui un estúpido...- suspiré. -Eso era lo que quería decirte...- Elevé nuevamente mi mirada y cerré los ojos ahora ya más calmado. Con mis manos guardadas en los bolsillos del pantalón, di media vuelta para retirarme de una vez.

Ya dije lo que tenía que decir... no la haría perder más tiempo.

Abrió los ojos sorprendida mientras lo miraba totalmente muda y quedárse estática en su sitio cuando la suelta.

-Lo-Lovi...-murmura sonriendo un poco queriendo llorar de felicidad cuando se gira el italiano.

¿Era correspondida? ¿Después de todo él la amaba? ¿No era ningún sueño? ¿Estuvo toda una semana llorando cuando era correspondida?

Se sintió estúpida en ese momento pero eso no impidió que saltase a abrazarlo llorando de felicidad y que restregase su mejilla con la de él.

-¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡No, es más! ¡Te amo!-gritaba contenta mientras lo abrazaba por las espaldas.

Porque en ese momento se sintió la mujer más dichosa del mundo entero. O en este caso, la capital más dichosa.

No esperaba recibir ese repentino abrazo, y de un momento a otro, me vi "atrapado" por ella, quien restregaba su mejilla contra la mía. Mis ojos se abrieron como platos al oír sus palabras.

¿Ella me perdonaba? ¿Después de haber hecho semejante idiotez?

No lo pensé dos veces. Me giré para así poder abrazarla mejor y estrecharla contra mi cuerpo, por primera vez, sin sentir aquel horrible hueco en el pecho que surgía siempre al pensar que sus abrazos eran solo maternales. Ahora estaba claro que ambos nos veíamos como algo más... Algo que esperé por muchas décadas, y que finalmente se hacía realidad.

Aproveché el momento, y con cuidado, la tomé del mentón para elevar su rostro. Para cuando me di cuenta, ya me encontraba besándola, con cierto desespero que no pude ocultar a causa de la emoción.

Lo abrazó más fuerte al sentir el cómo él la abrazaba y elevaba su rostro tomándola del mentón. No podía apartar la mirada de sus ojos ámbares, se perdió de tal manera en su mirada que no se percató de cuando empezaron a besarse.

Su corazón le latía a gran velocidad, casi apunto de estallar, haciendo que un calor se instalase en sus mejillas. Era la primera vez que lo besaba a él y por ello debía de disfrutarlo más que nunca.

Llevó sus brazos tras su cuello profundizando más el beso mientras enredaba su dedo en sus cabellos. Ella lo besaba de manera casi desesperada pero intentando aún así mantener un ritmo algo lento. No tenían porque "comerse" literalmente sus labios tan pronto, aún tenían tiempo y ese tiempo lo aprovecharía y lo disfrutaría.

Lo amaba, y por ello, disfrutaría aquel momento que pensó que jamás llegaría.

Desenredó de su cabello los dedos de su mano izquierda, y con esta, se dedicó a deslizarla por el brazo izquierdo del italiano dejando sutiles caricias en este mientras seguía correspondiendo aquel beso.

Sentí una de las manos de Isabel recorrer mi brazo, mientras que la otra la mantenía ocupada con mi cabello. Sonreí contra sus labios, sin deshacer el beso. Pasé yo también mis brazos por su cintura, acariciando su espalda y apegándola más a mi. Necesitaba sentirla más cerca, al mismo tiempo que el beso se tornaba más exigente conforme a nuestra impaciencia.

De alguna forma, me tranquilicé al notar que ella correspondía al beso de una manera tan o más desesperada que la mía. Me hubiera gustado tanto poder disfrutar mejor del momento... pero nuestros pulmones ya comenzaban a reclamarnos aire, por lo que tuvimos que separarnos para respirar nuevamente. Juntamos nuestras frentes mientras que intentábamos recuperar oxígeno, y yo me deleité con su rostro sonrojado... gracias a mí.

-Lo lamento... - Susurré tan pronto como pude volver a hablar. Cerré mis ojos, sin soltarla aún.

Sentía pequeñas descargas eléctricas conforme LoviLove le acariciaba la espalda y la cintura.

Sin percatarse de nada lo besaba de una manera cada vez más desesperada y sin percatarse de como se sonrojaba más y más a causa de la falta de aire, cosa que sus pulmones no hacían más que reclamar.

Juntaron sus frentes nada más separarse, en su caso para estar más cerca de él, mientras jadeaba en busca de aire y lo miraba a los ojos, los cuales cerró tras susurrar algo.

-¿Qué lamentas...?-preguntó de inmediato pero no muy fuerte, pues sus pulmones aún no le permitían hablar alto.

No entendía por qué dijo eso pero pronto sintió un vacío en su interior. ¿No se arrepentía de haberla besado, verdad? Aún no la soltaba por lo que no podía ser eso... ¿verdad?

Alejó sus brazos del brazo y el cuello del italiano abrazándolo con fuerza, mirándolo aún, sin querer alejarse de él... por lo poco que fuese no deseaba tenerlo lejos de ella, y menos aún ahora.

Cerré mis ojos y suspiré antes de contestarle.

-Lamento haber sido tan idiota...- Y qué difícil fue decir aquello. No me sentía capaz de verla a los ojos, oculté mi rostro entre el hueco de su cuello y su hombro, sin dejar de abrazarla. -Lamento haber estado tan ciego todos estos años y no percatarme de lo obvio...- Añadí, sintiéndome sumamente extraño al confesarme tan abiertamente. No me acostumbraba todavía a ser tan sincero con ella.

Volví a respirar hondo.

-Lo lamento- Repetí, sin saber qué más hacer o cómo expresar cuan culpable y estúpido me sentía.

Le empezó a acariciar sus cabellos y no pudo evitar sonreír abiertamente.

-Oye, Lovi, no tienes por qué disculparte. No tienes nada que lamentar. Yo...-sonríe más débilmente- tampoco me dí cuenta de que tú pensabas eso... Yo siempre pensé que sólo me veías como a tu madre, y eso, me dolía porque, aunque te hubiese cuidado de pequeño, yo nunca fuí tu verdadera madre...- vuelve a sonreír abiertamente- Pero, ahora, me hace muy feliz saber que no me ves como a tu madre.

Seguía abrazándolo fuertemente, sin aflojar en ningún momento el abrazo. Temía que sino lo hacía se diese cuenta de que todo era un sueño, o, de que esos sentimientos que tanto tiempo había estado esperando no fuesen más que una mentira.

Le alzó suavemente la cabeza usando ambas manos pidiéndole con la mirada que la mirase.

-¿Sabes? Tienes razón. Eres un idiota... el rey de los idiotas-seguía aún sonriendo abiertamente- Pero sobre todo, el idiota a quien más quiero.

Aprovechó que seguía alzando su cabeza con sus manos y lo besó intentando demostrar todo lo que sentía por él en aquel beso y más.

No pude evitar sonreír tontamente, como el clásico idiota enamorado de las novelas que ve... Veneciano... Bien, no pensemos en eso, me da escalofríos... Mis pensamientos se cortaron cuando Isabel tomó la iniciativa de besarme. Y yo por supuesto, no me iba a quedar atrás. La atraje más hacia mí, tanto para profundizar el beso como para sentirla con más detalle.

Esta vez, decidí ir un poco más lejos... Bajé lentamente mis manos por su cintura, hacia sus caderas, deteniéndome allí para fijarme más detenidamente en cualquier reacción que denotara molestia o incomodidad ante las caricias. Lo menos que quería ahora era incomodarla.

Sonrió contra los labios de Lovino al sentir sus caricias y no tardo ni un segundo en empezar, ella, a cariciar su espalda con una de sus manos y mientras que con la otra enredaba sus dedos en su cabello atrayéndolo lo máximo que podía.

Frunció un poco el ceño al notar como las manos del italiano se detenían, dejó de enredar sus dedos y de cariciar sus espalda para colocar ambas manos sobre las manos del chico intentando indicarle que siguiese. Que siguiese con aquellas caricias porque le estaban gustando demasiado.
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radom!(?) xD

Bien, no esperaba tener permiso tan pronto para continuar... tratándose de ella precisamente. Siempre me la imaginé como una mujer más conservadora, que no permitiría más que unas pocas caricias y besos... pero al parecer, para fortuna mía, estaba equivocado.

Gustoso ante su reacción, accedí a su silenciosa petición, reanudando el trayecto que mis manos seguían, sintiendo con más detalle su cuerpo y llegando a tocar sin mucho pudor su trasero. Apenas me separé un poco de sus labios, solo para recobrar el aire perdido y examinar la expresión de su rostro, queriendo verificar, gracias a experiencias anteriores, si aquello le había parecido muy atrevido a la española y debía de ir pensando en retirar mis manos si no quería sufrir las consecuencias.

Jadeó un poco en busca de aire con sus mejillas algo sonrojadas y, nada más recuperar el aire y calmar su sonrojo, sonrió divertida.

-Valla, así que el señorito Lovino es del tipo que pide permiso~ - comentó sin separarse de él.

Había estado esperando tanto por él que ahora le molestaba fuese pidiendo permisos a cada rato. ¿Es que no notaba que si era él le daba todo igual?

Fruncí un poco el ceño ante su comentario. ¿Ahora se quejaba de que pedía permiso? Maldición... ¿Quién entiende a las mujeres? Se enojan si no pido permiso, y si lo pido, también se disgustan...

Ladeé un poco el rostro, haciéndome el ofendido.

-Solo con las que realmente me interesan, Bella Donna- Contesté empleando mi encantador acento italiano.

Bajó la mirada al percatarse de que habló en plural.

-Oye... Lovi... ¿con cuántas más otras chicas estuviste aparte de las que yo supe?...-preguntó ocultando su rostro en el pecho del italiano-No necesito detalles....-añadió- Sólo una cifra aproximada...

Le dolía hacer esa pregunta pero quería quitarse la duda de encima a toda costa. Aunque sabía que cualquier respuesta le dolería mucho.

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-facepalm- Isa... baka(?)

Me tensé un poco ante su pregunta, y tragué grueso casi al instante. La rodeé con mis brazos, sin poder evitar pensar en que si le decía la cifra aproximada, me mataría. ¡¿Por qué rayos tenía que preguntarme eso?! ¿Qué no podía haber escogido otro tema de conversación?... Ahora mi dilema estaba en contestar, o no contestar...

Si se lo decía, podía darme por muerto... si no se lo decía, se enfadaría conmigo.

-... No quieres saberlo- Respondí finalmente. Si con las dos opciones iba a irme mal, mejor quedar en término medio, ¿No?

Cerró los ojos con fuerza impidiendo que las lágrimas que querían salir saliesen. Por suerte se le hizo fácil puesto que ya tenía los ojos secos de haber estado llorando toda la semana por lo que pudo reprimir las lágrimas y evitó el comenzar a sollozar.

-Tienes razón... No quiero saberlo... Supongo que triplicara o cuadruplicará como mínimo al número de las que supe... Después de todo lo averiguaba por mi cuenta puesto que tú siempre intentabas que no me enterase... Aún ahora me pregunto por qué las intentabas ocultar...-murmuró contra su pecho aún sin levantar la mirada- Pero tranquilo... No te estoy regañando ni nada... Después de todo tú estabas en tu derecho de ocultarme con quién salías... Al igual que yo hice...-ya ni sabía lo que decía... Sólo hablaba sin pensar.

¿Ella me había estado investigando para saber con quién me liaba?... Maldición, si se lo ocultaba era por algo. Nunca me agradó la idea de que se enterara de mis parejas, tal vez porque sabía que se deprimiría...

-Yo solo te las oculté para no...- Pero mis palabras quedaron colgadas en el aire tan pronto oí lo siguiente.

No supe muy bien cuánto tiempo exactamente estuve perdido en mis pensamientos, sin reaccionar, sin parpadear, hasta se me había olvidado respirar... Y la falta de aire fue lo que me hizo regresar a la tierra y asimilar bien sus palabras.

¿Isabel me había estado ocultando sus citas?... Para empezar... ¡¿Ella tenía citas?!

De un momento a otro, me sentí terriblemente molesto. Me hervía la sangre, y una fastidiosa sensación me quemaba por dentro. Apreté un poco mi agarre, sin llegar a lastimarla.

-¿Con cuántos has estado saliendo?- Mi voz sonó un tanto seca, pero no le presté mayor atención -¿Quiénes son?- Inquirí ahora, dispuesto a anotar esos nombres en mi cabeza para luego hacerles una "visita" con mi "familia"...