Castillos de Arena [Privado]

Soltó un gran suspiro en cuanto sus pies tocaron la cálida arena. ¿Cuanto tiempo había pasado desde que fue allí? ¿Dos años? La última vez fue antes de que Skyler naciera, y fue justamente allí que conoció al danés.

Sonrió de una manera tonta al recordarlo. No había sido la mejor forma de conocerse: casi lo había matado a golpes y creyó que nunca más volvería a verlo. Se alegraba de no haber hecho ninguna de las dos.

Habían decidido ir a la playa para festejar el primer cumpleaños de su hijo, quien se encontraba entre sus brazos, mirando de lo más entretenido las olas del mar. Con una risita, avanzó por la arena, buscando un lugar dónde pudieran quedarse para disfrutar del día.

Miró con una sonrisa como su pequeño agitaba sus piecitos cada vez que el agua llegaba a la orilla de la playa. Lo mantenía sujeto de las manos, aprovechando que ya podía mantenerse de pie. Hacía un par de semanas que habían estado intentando que el niño diera sus primeros pasos, pero cada vez que lo intentaba, terminaba cayendo al suelo y gateando.

Era adorable verlo, pero a la vez frustraba un poco.

Cuando escuchó que el danés le llamaba, cargó a Skyler con cuidado y se encaminó al lugar dónde el danés había decidido abrir la sombrilla.

- A Skyler le parece estar gustando la playa - comentó una vez que llegó al lado de su esposo y le dio un suave beso en los labios.

Miró a su esposo con una mirada de reproche cuando dijo aquello último.

- ¿Los catorce? Nein, él no beberá cerveza hasta que sea mayor de edad - declaró. No iba a dejar que su hijo entrara al mal vicio desde niño. Iba a ser una madre responsable, y lo iba a criar para que fuera alguien productivo con la sociedad. "Una ciudad hecha y derecha".

Skyler miró a su madre confundido, y luego volvió a mirar la lata con cierta curiosidad. Los colores de esta, reflejados con la luz del sol, eran toda una maravilla para el pequeño. Ignorando lo que sea que estaban diciendo sus padres, volvió a extender sus manitas, pidiendo exigiendo que le dieran la lata de una vez por todas para jugar con ella.

- No estoy diciendo que seamos estrictos con él. Estoy diciendo que debemos de enseñarle a ser una persona responsable en la vida - dijo. No iba a dar a torcer su brazo fácilmente. Y el danés sabía aquello.

Skyler soltó un sollozo y le llamó con un infantil "mami", mientras que agitaba sus manitas desesperado con tal de conseguir la lata de la cerveza.

- Nein, Skyler, eso no es para jugar - le dijo, arrullándolo un poco para que se calmara y no comenzara a llorar. Después, retomó su plática con el otro -. No beberá hasta que tenga la edad para hacerlo y punto - frunció el ceño, como queriendo decirle que la conversación acababa allí.

A pesar de que ya no tenía la lata a la vista, el niño seguía haciendo pucheros y soltando un par de sollozos. Sentía como si sus padres se negaran a darle su peluche favorito cuando no quería comer(?).

La alemana suspiró y le hizo mimos en la nariz al pequeño, queriendo llamar su atención.

- ¿Quieres ir a recoger conchas con mamá, Skyler? - le preguntó al niño, quien pronto dejó de sollozar para mirarla emocionado. Ayer, justo cuando estaban decidiendo si ir a la playa o no, ella le había mostrado un par de conchitas al niño, y este había jugado con ellas todo el día.

El bebé aplaudió emocionado, como queriendo decirle que estaba totalmente de acuerdo.

Al ver la emoción del pequeño no pudo retener una pequeña sonrisa, de haberse visto a sí mismo un par de años atrás, probablemente ni se reconocería. Se estaba volviendo demasiado cursi para su gusto... en algún momento volvería a "equilibrar" su comportamiento habitual y su recorrido diario por los bares... ya extrañaba esos tiempos.

Se acercó al pequeño para acariciar su cabeza, por sobre la tela del sombrero, llamando así su atención.

-Te conseguiré conchas grandes y coloridas, ¿Qué dices?

Y el pequeño sonrió emocionado, emitiendo unos sonidos que querían ser palabras de aprobación y festejo.

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Fail... perdona, hoy no es mi día, estoy muy dispersa...

Miró a su esposo con una sonrisa cuando comenzó a jugar con el niño. Realmente nunca se esperó que Bent llegara a ser así de responsable. Había dejado de ir a los bares para pasar más tiempo con el niño y ayudarle a criarlo, e incluso estaba aprendiendo a cocinar para que en algún futuro, él pudiera cuidar del niño solo. Sin duda alguna, el danés había madurado...

- ¿Puedes cargar un rato al niño? - le pidió, tendiéndole al pequeño, quien ya extendía sus manos hacia su padre -. Iré a ponerme algo de bloqueador - explicó. También se quitaría la camiseta que traía encima; no porque quisiera mostrar sus "atributos", sino porque se le iba a hacer más cómodo estar así.

Sin esperarse a que el otro le contestara, se encaminó hacia las maletas que descansaban en el suelo y se dedicó a buscar el protector solar.

Sus manos se paseaban suavemente por la piel de sus hombros y de su clavícula, de una manera lenta y algo provocativa. Varios hombres que iban caminando por allí se detuvieron para observarle atentamente... otros tantos, en cambio, se estrellaron contra los matorrales que había por allí.

Pero claro, ella no estaba atenta a todo eso. Se estaba dando un momento de relajación mientras que su esposo cuidaba del niño. Casi no tenía tiempo para ella o para su imagen, aunque tampoco es como si ella cuidara mucho su aspecto. Sin embargo, era bueno que de vez en cuando se diera una "manita de gato", o algo por el estilo.

Aunque al escuchar los gritos desesperados del danés, supo que su momento en el paraíso había terminado demasiado pronto para su gusto.

- Bent... puedes llevarlo al agua, o ponerle un pañal - dijo, como si fuera la cosa más obvia del mundo - ¿Quieres que te dé el pañal o lo llevas al mar? - preguntó, preparando la maleta por si las dudas.

Rodó los ojos al ver que Bent llevaba al pequeño a los matorrales. Bien pudo haberle puesto un pañal sin necesidad de tanto alboroto, pero bueno...

Terminó de colocarse el bloqueador y se acercó hacia dónde estaban el danés y el niño, con las toallitas húmedas para limpiar a este último. Se asomó apenas, no queriendo invadir la "privacidad" de su pequeño.

- ¿Está todo bien? - preguntó, preocupada. Se apoyó en los hombros de su esposo, aprovechando que estaba agachado, para intentar ver al niño, haciendo que sin querer sus pechos se aplastaran contra la nuca de él.

Skyler volteó a ver a su madre e hizo un pequeño berrinche, pidiéndole algo de privacidad, algo que la alemana pronto obedeció.

Parpadeó un poco sorprendida ante lo que le había dicho el otro, sin entender del todo la broma. ¿Creerse un hombre? Pero si apenas tenía un año...

Cargó a Skyler con cuidado, dejándolo sobre una toalla que había dejado allí cerca para poder limpiarle. Una vez que terminó, le colocó uno de los pañales para alberca que había comprado esa mañana antes de venirse a la playa.

- Listo, ¿estás mejor? - le preguntó al pequeño, quien sólo atinó a mover sus pies y a chuparse el dedo, de una manera que la alemana recordó a un señor de alto nivel económico. Por un momento se sintió como la criada.

Rió un poco, olvidando esos pensamientos, para luego cargar al niño y regresar al lugar dónde tenían sus cosas.

Tuvo que limpiarle la narizita al pequeño cuando estornudó a causa de la nueva capa de bloqueador solar que el danés le puso. Skyler hizo un berrinche, quería que fueran a buscar ya las conchas y que dejaran de ponerle los litros de bloqueador. Pero ella no pudo decirle nada a Bent, estaba más que de acuerdo con bañarlo en aquel líquido con tal de que no le pasara nada.

- Vamos a recoger conchitas, cariño - le sonrió, tomándole de las manitas y haciendo que caminara a la orilla del mar, que era donde más se encontraban aquellos moluscos*. Le había dado a su esposo las palas de juguete y la cubeta para que las cargara, mientras que ellos las recogían.

Tan pronto Skyler se encontró con la primera concha, se dejó caer de senton a la arena, y con sus manitas escarbó torpemente para desenterrarla. Una vez que lo consiguió, les mostró su gran descubrimiento a ellos, totalmente emocionado y sin alterarse porque la ola le mojara las piernitas. La alemana rió al verle, y se sentó a su lado, ayudándole a mantenerse derecho y que no se fuera de lado.

- Es muy linda, ¿verdad que sí, Bent?

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Según Wikipedia-sama -coro de ángeles-, las conchas son los caparazones de algunos moluscos, orz (?)

Rió al ver a su pequeño así de entusiasmado, y sonrió todavía más al notar que Bent estaba cumpliendo por completo su papel de padre responsable. Recordó entonces cuando le conoció; había pensado que era una persona totalmente inmadura e irresponsable que se tomaba las cosas como un simple juego. Y aunque a veces el danés era así, demostró ser a la vez todo lo contrario.

¿Qué era lo que más amaba del pelirrojo? Tal vez esa forma irritante de ser, tal vez aquella sonrisa burlona pero cariñosa que sólo le mostraba a ella, o tal vez porque era totalmente opuesto a ella. Bent, aunque sonara muy cursi, era su complemento. Ya no podía imaginarse su vida sin él, e incluso ya no podía recordar como eran antes las cosas, cuando no le conocía.

Tomó una de las nuevas conchitas que Skyler había desenterrado, y la limpió cuidadosamente con el agua del mar. No quería que el niño comiera arena en caso de que se llevara las conchas a la boca.

- ¿Sabes? El mar está muy tranquilo hoy - le comentó a su esposo, mientras que le volteaba a ver -. Podríamos ir a nadar un rato, los tres - propuso.

Sonrió más, aunque sabía que Skyler sólo había dicho que sí para que dejaran de molestarlo y él pudiera seguir jugando con su concha.

- Entonces andando~ - canturreó, mientras que se ponía de pie. Una vez que el otro también lo hizo, se sujetó de una de sus manos y lo guío hacia el mar.

El agua estaba tibia, pero aún así le hizo estremecer un poco y sentir cómo se le erizaban los vellos de la nuca. No fueron a un lugar muy profundo, ya que temían que Skyler se fuera a caer y algo malo le pasara. El pequeño aún no sabía nadar, y habían dejado sus flotadores dentro del carro.

- ¿Te gusta el agua, cielo? - le preguntó con una sonrisa al pequeño, mientras que con sus manos tomaba algo del líquido y se lo echaba al menor en el pecho. Skyler río encantado, se sentía como si estuviera en una tina gigante o algo por el estilo.

- Yo voy por ellos - sonrió, para luego regresar a la orilla.

Skyler contempló como su madre comenzaba a alejarse, y poco a poco pasó de comenzar a hipar un poco, a sollozar para después terminar llorando. Odiaba que su madre se alejara mucho de su lado, sentía como si le fuera a abandonar o algo por el estilo. Miró a su padre con lágrimas en los ojos, como pidiéndole que le llevara hacia la alemana... aunque esta no se iba a tardar más de cinco minutos yendo por sus flotadores.

Louise, mientras tanto, era ajena a lo que ocurría con su esposo y el pequeño. Abrió la cajuela del auto y se inclinó un poco para buscar los flotadores del niño. Una vez que los encontró, comenzó a inflarlos, sin notar todas las miradas hambrientas de los demás chicos que se encontraban en la playa.