Ein besonderer Besuch [Privado]

El día haba llegado, le sol ya se asomaba por las ventanas de la casa, los traviesos rayos entraban a las habitaciones para despertar a sus habitantes. La belga se despertó, extrañada no reconocía el lugar donde estaba; se intento incorporar pero algo se lo impedía, giro y se sorprendió al ver al alemán, dormir tan tranquilo y abrazándola; se sonrojo un montón. Acaricio la mejilla de Ludwig y sonrió, con cuidado revolvió su pelo y lo echo todo para delante.

Notó al alemán moverse ¿Le había despertado? Abrió los ojos sorprendida y enrojeció ¿La había descubierto? Escuchó algo caer y vio al alemán en el suelo, algo aturdido. Lo observó preocupada y bajó de la cama para ayudarle. Ambos estaban con las misma ropa de ayer, eso sí, muy arrugada, después de haber dormida con aquella ropa. Se agachó al lado del alemán y le sujetó.

- Lud ¿Estas bien? - su voz sonó preocupada, pues lo estaba ya que para ella, Ludwig era muy importante. La cinta blanca cayó del pelo de la rubia, este estaba desordenado.

Miró al alemán preocupada por aquel extraño sonrojo que había aparecido en su cara. Lo ayudo a sentarse en el borde de la cama, puso su mano en la frente ajena, comprobando sí tenía fiebre, al ver que no era así se relajó. Supuso que el otro se había sorprendido al verlos dormir juntos. Pero ¿No fu él quien la llevó allí? No entendía porque se asustaba de esa manera, cogió su mano y la apretó, sentándose a su lado.

Pudo notar que no solo su corazón estaba descontrolado sino también el de Ludwig, río ante lo que dijo, iba ser difícil que la viera, él estaba dormido como un tronco, aun no entendía como se había despertado. El beso la dejo de piedra, aunque fuera sólo un roce, lo disfrutó, su piel se puso de gallina, por el contacto de los labios del alemán. Giró la cabeza para mirarle, no esperaba que hiciera eso, no esperaba ese tipo de gestos del alemán, pero parecía de muy buen humor.

- Estas dormido - tartamudea sin poder evitarlo, le había puesto nerviosa, pues ella, antes, le había besado

Su piel se erizo y se puso de gallina, al sentir el aliento del alemán sobre su cuello; tubo un pequeño escalofrío. Se giró para mirar a Ludwig y de pronto, se encontró con los labios del alemán, sobre los suyos, abrió los ojos sorprendida y su cara adquirió el color del carmín. Se había quedado paralizada, por la sorpresa...él ¡¿La estaba besando?! Emma sentía como su corazón latía ferozmente.

Dejó de pensar, aquello era algo con lo que había soñado muchas veces, siempre solía reprimirse cuando estaba con él, no quería dar mala imagen, a pesar que sus sentimientos fueran sinceros. Cerró los ojos y correspondió a aquel pequeño roce, sería solo eso, pero para Emma significaba mucho más.

Sintió la mano ajena en su cintura, entreabrió un poco los ojos, cualquiera que entrara en ese momento, los pillaría en una situación comprometida. Ella estaba sentada entre las piernas del alemán y se estaban besando. Emma pasó los brazos alrededor de la nuca de Ludwig, y lo atrajo hacia ella, quería sentirse mas cerca de él, en ese momento le daba igual todo, solo le importaba el alemán y sus sentimientos, porque había tomado una decisión; le diría lo que sentía.

Dejó rienda suelta a su sangre francesa, sólo un poco, y lo besó con intensidad, abrazándolo y acercándola a ella. El beso era intenso, pero estaba cargado de sentimientos, ternura y cariño. Se separó de él, tenía la respiración agitada y se había quedado sin aire. Le miró a los ojos, con una mirada llena de cariño, acarició su mejilla.

- Luwgis...Ich - tomo aire, estaba nerviosa, pero se lo diría, aquel era el momentos, después de tantos siglos - ich liebe dich - susurró

Se sorprendió por le movimiento del alemán y de estar sentada, a pasar tumbada en la cama, no creyó que él tomara ese tipo de iniciativas, desde que lo conocía siempre había sido, algo tímido y mas con mujeres. Correspondió al beso encantada, sabría que a Ludwig, le costaría decir un "ich liebe dich" y ella no quería presionarlo, ya sentía que la quería y con eso le bastaba. Le amaba demasiado y desde hace tanto tiempo, que a veces, dolía. Lo atrajo hacia ella - Mein liebe - susurró en su oído. Cerró los ojos ante el tacto de su mano y la piel se le puso de gallina, cuando toco su cuello; supo que el esperaba su aprobación para seguir. Ella podía ser una romántica, pero también deseaba al alemán.

Lo atrajo mas hacia ella y le besó el cuello, esa era su respuesta, quería aquello, por lo que le miró a los ojos, esperando que entendiera su mensaje. Acariciaba su mejilla con las yemas de los dedos, con mucha ternura, ambos poseían un color de piel claro, por la falta de sol. Aún creía que aquello era un sueño, tenerle allí, después de tanto tiempo, le abrazó fuertemente y paso las manos por su espalda, con lentitud, recordaba que allí tenía aquella cicatriz; que significó la división de Alemania.

Cerró los ojos y suspiró por el contacto, notaba como la mano del alemán apretaba con suavidad su pecho, primero uno y después el otro. Hacía mucho tiempo que ella no estaba así con alguien, la primera y última vez que estuvo con un hombre, fue con su primer rey, quien la sedujo y conquisto, pero nada mas y tampoco podía comparar, el echo de estar con la persona que realmente amas. Se incorporó un poco y le ayudó a quitarse la chaquetita blanca que llevaba, le quedaba todo el vestido azul celeste, que iba abrochado con una cremallera en su espalda.

Besó al alemán en los labios y despeino un poco sus cabellos, algunos mechones le taparon un poco la frente, sonrío ante esto, así se veía muy bien - No sabes lo sexy que te ves así - susurró con picaría y le beso el cuello con intensidad e incluso llegó a morder, pero sin hacerle daño. Llevó las manos a la camisa de él y con las manos, un poco temblorosas, fue desabrochando los botones.

Según fue desabrochando los botones de la camisa, se pudo ir viendo los músculos del torso de Ludwig, retiró la camisa de los hombros y esta se deslizó por los brazos del hombre. Pasó su mirada por él, fijándose en la piel blanca, los músculos definidos y trabajados, por el duro entrenamiento al que él se sometía. Pasó sus manos por los hombros y fue descendiendo en una suave caricia, parándose en los pectorales y abdominales. Ella estaba muy sonrojada y dio un suspiró.

Sintió un escalofrío y como su piel se erizaba al notar los dedos de él, escuchó el sonido de la cremallera bajar, contuvo la respiración, sus hombros quedaron al descubierto y también el sostén, de encaje blanco, al igual que el vientre. Estaba un poco nerviosa, pues a ese paso quedaría desnuda, pero a pesar de todo, Emma quería estar con él, pues le amaba y mucho. Le abrazó y besó su cuello, se lanzó un poco y lamió el cuello.

- Te amo Ludwig, desde hace mucho tiempo - le susurró en el oído