Freunde? [Privado]

Y allí se encontraba, tratando de acomodar unos libros que habían dejado otros estudiantes sobre las mesas. Bueno, tal vez no hubiera sido una buena idea el meterse como ayudante de la bibliotecaria, pero necesitaba los créditos para poder pasar con buenas calificaciones el curso, además de que la biblioteca era un lugar extremadamente callado y tranquilo. Su lugar ideal, pensó.

Tomó un viejo libro de historia del carrito dónde los había puesto, y miró curiosa la portada. Hablaba sobre el Holoausto. Hizo una mueca de desagrado; no es como si estuviera a favor de aquello, pero generalmente algunos libros pluralizaban a la hora de decir que todos los alemanes fueron seres despiadados en su época. Su abuelo había pertenecido a la resistencia del Reich, y eso era algo de lo que se sentía orgullosa.

Con un suspiro, dejó el libro en su lugar, para luego tomar otro. Lo malo de este era que su lugar era en un estante alto, y ella... bueno, no era lo suficientemente alta como para alcanzarlo y colocarlo allí. Se paró de puntitas y se estiró lo más que pudo, queriendo dejar el libro en el lugar que le correspondía.

Abrió los ojos sorprendida en cuanto notó que alguien le quitaba el libro que había estado tratando de dejar en su lugar, para después colocarlo él en el estante. Sonrió un poco y miró agradecida a ese "alguien", notando, para su sorpresa, que se trataba del danés. Allí fue cuando su sonrisa se amplió un poco más.

- ¡Bent! - le nombró en voz baja, pero claramente alegre -. Danke... p-por lo del libro - señaló el estante, al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojaban levemente. Vale, le había extrañado un poco, después de todo era el primer chico con el que había entablado una "amistad", y por sus diferentes horarios no había podido verlo de nuevo desde aquel día. Abrazó los otros dos libros que aún cargaba contra su pecho, olvidándose momentáneamente de que debía de colocarlos en su lugar - ¿Cómo has estado? ¿te has seguido metiendo el problemas? - enarcó una ceja, levemente divertida.

Miró de soslayo la mejilla dónde él se había hecho el corte aquella vez. Tenía una ligera cicatriz que pasaba ya inadvertida, a menos de que te le quedaras viendo fijamente.

Sonrió levemente al escucharlo, al mismo tiempo que dejaba los otros libros que tenía en los brazos en sus estantes correspondientes.

- Sólo se preocupa por ti. Es normal que sienta que vas a romperte un hueso o algo por el estilo, no eres muy... "santo" que digamos - rió un poco, para luego mirarle con una expresión más cariñosa, como si ella también fuese su hermana mayor -. Si la señorita Densen no te quisiera, dejaría que hicieras lo que se te diera la gana y nunca velaría por ti. Además, siempre puedes encontrar nuevos "hobbies" - se encogió de hombros y tomó su carrito para llevarlo unos cuantos estantes más allá.

Comenzó a agarrar un par de libros, teniendo que inclinarse un poco para hacerlo, puesto que eran los últimos. Lo bueno de aquello es que sólo tenía que dejar esos libros en sus lugares correspondientes y podría ir a comer algo, puesto que realmente tenía mucha hambre.

Al sentir el repentino "abrazo" y la caricia en su seno, no pudo evitar que los colores se le subieran al rostro de golpe. Estuvo a punto de darle un codazo para quitárselo de encima y regañarle... hasta que su estómago la traicionó y gruñó al no haber sido atendido con comida hace ya casi dos horas.

El nuevo sonrojo que adornó sus mejillas fue por culpa de la vergüenza. Literalmente, deseó que la tierra se la tragase en esos momentos. Nunca había sufrido algo tan embarazoso como eso...

Tomó rápidamente los libros y los apretó contra sus pechos en un nervioso abrazo, para luego ir hacia los estantes (caminando casi como si fuera un robot) y comenzar a colocarlos en su lugar.

- N-no e-es necesario q-que me acompañes - balbuceó, olvidando por completo lo que había sucedido momentos atrás.

Dejó uno de los libros que traía en los brazos en su lugar correspondiente, y se quedó allí, con la mano sujetando el lomo de este y con la cabeza agachada.

- ... E-es que r-realmente no iba a comer l-la gran cosa, s-simplemente me iba a preparar una sopa instantánea - dijo, y aquello era verdad. No tenía el suficiente dinero como para comprarse algo en la cafetería, ya que se había gastado todo lo que sus padres le habían dado en ese mes para su graduación (a la que realmente no creía asistir, no tenía pareja ni nada por el estilo).

Siguió acomodando los demás libros, de manera algo torpe y tímida.

- C-comprenderé s-si no quieres c-comer eso, a-además estoy acostumbrada a a-almorzar sola - le volteó a ver, con una ligera sonrisa.

- ¿De verdad? - preguntó, sonrojándose más. Sonrió, y ante lo último que él dijo trató de protestar, aunque fue relativamente tarde. Él ya le había quitado los libros de las manos y los estaba acomodando. Balbuceó un par de cosas. ¡Se suponía que ese era su trabajo! No le gustaría recibir aquellos créditos si el danés hacía todo su trabajo -. A-ah... n-no es necesario, de verdad - susurró.

Se le acercó y le quitó uno de los libros, para luego acomodarlo en su lugar, tímidamente. Aunque debía de admitir que aquello era un gesto lindo, nadie se había ofrecido a ayudarle antes de aquella manera, ni siquiera a invitarla a co...

Al darse cuenta de ello, no pudo evitar temblar de nerviosismo. Si los dos iban a comer, juntos, ¿significaría acaso que era algo así como una... cita? Aquella palabra se le hacía totalmente rara y ajena. En toda su vida, jamás había tenido una cita. Generalmente porque tendía a rechazar a los chicos, o porque simplemente aquellas cosas le aburrían. De manera apenada, volteó a ver al otro.

- ... E-esto n-no sería c-como una cita... ¿c-cierto? - balbuceó, refiriéndose a lo de ir a comer. No estaba en sus planes iniciar una "relación" o algo por el estilo. No tardaría en graduarse, y se iría a una escuela militar, por lo tanto su vida estaría ocupada totalmente y nunca tendría tiempo para ese tipo de cosas.

Sintió que sus mejillas se sonrojaban más de lo que por sí ya estaban al escucharlo.

¿Acostarse? ¿Con él? No es que estuviera feo (de hecho, encontraba al danés mono, y guapo), pero era... un hombre(?). Y ella nunca había estado con un hombre de aquella manera. ¡Ni siquiera había tenido su primer beso! Comenzó a balbucear cosas sin sentido, mientras que buscaba una excusa para poder salir de aquella incómoda situación.

- S-soy tu amiga... y-y no puedes a-acostarte con tus amigas - fue lo primero que se le ocurrió decir, a pesar de saber que aquello era una vil mentira. Desvió la mirada, nerviosa y tímida, para luego comenzar a jugar con sus dedos, esperando que aquello fuera suficiente excusa para el otro.

Siguió balbuceando cosas incoherentes, mientras que retrocedía a la par que él avanzaba hacia ella. Cuando sintió el estante de los libros tras su espalda, dio un respingo, viéndose repentinamente acorralada... de una manera u otra. No quería decirle los verdaderos motivos por los cuales no se acostaría con él, sólo porque le daba pena y vergüenza decirlos. Sin embargo, si quería salir... "ilesa" de aquella situación, debía de hacerlo, por mucho que su orgullo se viniera abajo.

- Y-yo... n-no me puedo... a-acostar c-contigo p-porque... - miró nerviosa hacia el suelo, con su cuerpo temblando levemente. Tenía el impulso de correr, pero ella no era de las que escapaban -, hu-humm... b-bueno yo...

Respiró hondo. En esos momentos se sentía pequeñita, a pesar de ser mayor que el danés. Tiró de su chaleco, queriendo entretenerse con algo y agarrar algo de valor.

- ... Y-yo... humm... s-soy virgen - dijo eso último en un susurro casi inaudible, al mismo tiempo que se sonrojaba hasta la raíz.

Un leve tic apareció en su ojo al escucharlo, al mismo tiempo que sus mejillas se inflaban en un pequeño puchero.

- Publícalo, si quieres - farfulló, levemente molesta. Al escuchar lo siguiente se cruzó de brazos, queriendo ocultar sus pechos o algo por el estilo. Esto realmente era vergonzoso y humillante... -. N-no todas somos unas cualquieras - medio gruñó -. S-si todavía soy virgen, e-es por una razón, saukerl.

Vale, estaba siendo algo ruda con el otro, pero aquel comentario realmente la había ofendido... al mismo tiempo que herido.

- Los únicos chicos que se fijan en mí son los pervertidos - confesó, algo triste -. Sólo porque soy rubia y tengo... m-mucho pecho, creen que soy igual a las otras y que pueden llevarme a la cama cuando les plazca - suspiró, tratando de quitarse el enojo -. J-juré que seguiría virgen hasta que e-encontrara a alguien que realmente me quiera por como soy.

Al verlo quedarse estático para luego irse, sintió que el hecho de que le hubiera dicho que aún era virgen, era un perfecto repelente.

Sonrió, de manera un tanto animada y le siguió. Vaya, debería de usar esa estrategia con todos los otros idiotas pervertidos que trataran de acosarla. Pero aún así... Miró de soslayo al danés, con otro sonrojo invadiendo por completo su rostro.

- ¿B-Bent? - le llamó hasta lograr obtener su atención. Apartó la mirada, algo avergonzada y tímida. Realmente no sabía porque iba a decir aquello, pero sentía que si no lo hacía, se arrepentiría por el resto de su vida - ... t-te daré una... o-oportunidad - susurró, refiriéndose a lo que momentos antes habían estado hablando.

Pero antes de que el otro pudiese festejar, selló sus labios con uno de sus dedos, pidiéndole que callara para que pudiese continuar.

- P-pero con una condición - frunció el ceño, sacando valor de quién sabe dónde - ... s-sólo me a-acostaré contigo si c-consigues que me e-enamore de ti - así de sencillo. No le pedía que el amor fuera correspondido, pero al menos quería tener una falsa sensación de amor si quería hacerlo.

Se sonrojó con fuerza en cuanto sintió que el otro la abrazaba y le acariciaba de aquella manera. Su pulso se aceleró por culpa de los nervios, y por un momento pensó que en realidad eran pareja o algo por el estilo. Se cacheteó mentalmente ante eso.

- N-no te estoy diciendo que s-seamos pareja, tonto - farfulló, mientras que cerraba los ojos y ocultaba su mirada en el pecho del otro. Temblaba ligeramente por la vergüenza y la pena. Nunca había tenido que decir algo parecido -. S-simplemente t-te estoy diciendo que hagas que me... e-enamore de ti. No te pedí que tú te enamoraras de mí.

Porque de lo contrario, dolería más cuando no estés al despertar pensó, triste. Sabía como era el danés a pesar de que no tenían mucho de conocerse. Él era rebelde, pervertido, idiota, amable y divertido, y ella era todo lo opuesto. No podían estar juntos de ninguna manera, y aquello sería... algo así como sexo sin compromisos.

El sonrojo aumentó más cuando pensó eso. Realmente ya ni se reconocía a sí misma.

Se tensó por un momento al escucharle, y su rostro adoptó un rojo que no se encontraba en la gama de colores establecidos(?). ¡¿Qué demonios había dicho?!

- ¡C-claro que n-no lo estoy, saukerl! - infló los cachetes de manera infantil, volteando a verle con el ceño fruncido -. S-si me hubiera... e-enamorado de ti no te e-estaría pidiendo esto - medio gruñó.

No, claro que no estaba enamorada. ¡Apenas y lo conocía! Eran simplemente los nervios por estar con un hombre, ya que... bueno, ella nunca había tenido ese tipo de contactos con alguien del sexo masculino. Sí, era solo eso.

- S-si te pido esto e-es porque... n-no quiero p-pasar el resto de mi vida s-siendo... bueno... y-ya sabes - le avergonzaba el tener que repetir la palabra "virgen" -. Y-y hasta a-ahora eres el único al que p-puedo pedirle eso s-sin recibir nada a cambio - se explicó. Tampoco quería que pensara que era una cualquiera.

Infló más los cachetes, para luego separarse de él y carraspear un poco, tratando así de que su sonrojo disminuyera un poco.

- B-bueno, ¿v-vamos a ir a comer o no? - farfulló, y nuevamente, a paso torpe y robótico comenzó a andar hacia la cafetería para comprarse su sopa instantánea, esperando que una vez que su estomago estuviese lleno, pudiera concentrarse mejor y dejar de decir tantas idioteces.

No sabía ni porqué se lo había pedido al otro, pero bueno, ella sabía que tenía menos del 20% de probabilidades de casarse alguna vez en su vida, y realmente, no quería morir virgen. Así que el danés era su única opción para que aquello no pasara... y no pensaba desperdiciarla, puesto que temía que no se volviese a presentar.