Una serata esplosiva (Libre)

Se encontraba perfeccionando su puntería en aquel bosque cercano al parque. Había estado allí desde la mañana, aprovechando que tenía un día libre de cualquier actividad política. Suspiró mientras que se estiraba un poco y su pequeño topo hacia lo mismo, en su cabeza. Tenía tiempo sin relajarse de aquella manera, y temía estarse "oxidando".

Hizo un puchero al mirar las latas de cerveza con las que había estado practicando. Le hubiera gustado que Dustin la acompañara esa vez, puesto que era más divertido y entretenido dispararle a algo en movimiento. No es como si quisiera matar a su hermano, pero realmente era gracioso ver como escapaba de sus balas.

Después de tronarse el cuello, volvió a tomar su postura para sujetar su rifle y apuntarle a las latas. Su dedo tocó el gatillo, y justo cuando estaba a punto de disparar, una gran explosión hizo que errara el blanco y cayera de sentón al suelo. Su topo, asustado, se ocultó entre sus pechos y comenzó a temblar, mientras que se cubría su cabeza con sus patitas.

- ¡¿P-pero qué...?! - balbuceó una vez que se recuperó del pequeño temblor que trajo consigo la explosión. Se levantó algo torpe del suelo, y sujetando con fuerza su rifle, se encaminó hacia el lugar de dónde provenía todo ese alboroto.

Se encontró con un chico de apariencia algo... extraña. Que aunque bien se le hacía lejanamente conocido, no lograba ubicarlo a la perfección.

- ¡Hey! - medio gritó, llamando su atención -. ¿Te molestaría hacer eso en otro lado? No me dejas concentrar.

Infló una mejilla al escucharle. ¡Vaya que si era grosero ese tipo! Y ella que había pensado que era mono... Se cruzó de brazos, haciendo que sin querer sus pechos resaltaran un poco más. Aunque ella no estaba pensando en mostrarse "sexy" en ese momento. Estaba molesta y algo ofendida.

- Llevo aquí desde la mañana, así que serías tú el que deba de irse, liebe - dijo, usando un tono algo calmado y serio. Era casi como si le estuviera hablando a un niño.

Y es que, técnicamente él lo era. Ella tenía siglos de vida tras su espalda, y aquel chico debía de ser sólo un mocoso de 18 años o menos. Ante ese pensamiento, se sintió algo vieja.

Un leve tic apareció en uno de sus ojos al escucharlo. ¿Acaso había oído bien? ¿Le estaba tratando como si fuera una criada o algo por el estilo? ¿A ella, quien había liderado infinidad de ejércitos y luchado en quien sabe cuántas guerras? Molesta, se acercó a él, lista para meterle un puñetazo en cualquier momento.

- Mira, kleine*, yo no soy ningún perro para que me trates de esa manera. Soy tu mayor, así que debes de respetarme como tal - dijo, picándole el pecho con uno de sus dedos -. Y a una mujer no debes de hablarle de esa forma, ¿qué acaso en tu casa no te enseñaron modales, ah?

Lo analizó por unos momentos, para después sonreír de forma burlona y entrecerrar los ojos.

- Aunque creo saber porqué te portas así. Has de estar enojado con las mujeres porque tu amigo no puede satisfacer a una, ¿o me equivoco~? - canturreó, para luego reír de lo más divertida.

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Kleine: Pequeño.