Arbeit macht frei [Privado]

Gracias,Dios,por hacer de nosotros tu pueblo elegido...Pero...¿No podias escoger otro?

Una sonrisa malsana se dibujo en su rostro al tener aquel pensamiento.¿De que le servia blasfemar? No iban a arreglarse las cosas así...Por desgracia.
Se recargo en la pared,queriendo sentarse.Los huesos crujieron ante su acción,haciendo una mueca de dolor.
Movio un poco la cabeza,con dificultad.Sus extremidades se encontraban agarrotadas por el continuo frio que hacia en ese lugar...Pero no solo era frío lo que tenia.Hacia tanto que no probaba alimento,que los gruñidos de su estomago ya se le hacían ruidos habituales.
No solo ese sonido era habitual es ese lugar...

Gritos.Llantos.Susurros.Jadeos de dolor.Voces en su hebreo natal que pedían piedad ante cada culatazo de escopeta,ante cada crujir de huesos...Pero había otro sonido,uno que llevaba grabado en sus oídos...

Risas.
No risas,carcajadas.Carcajadas divertidas de aquellos hombres y mujeres.No...No se les podía llamar hombres...
Mucho menos,humanos.

Logro arrastrar su maltrecho cuerpo hasta el botecillo de agua que tenia relativamente cerca de el.Agua sucia,maloliente...Al menos tenia.En cambio, allá afuera... Debían esperar a que su Dios se compadeciese de ellos,e hiciera llover para tener al menos un consuelo...Un consuelo mínimo comparado a todo lo que debían de sufrir mucho antes que llegasen.Subidos a un tren de ganado,cientos,miles de seres humanos de todos los lugares de Europa,para llegar a aquel lugar...
El cartel de "bienvenida" al campo...Familias separadas,aun recordaba las selecciones de inicio...Los aptos para el trabajo a la derecha,los enfermos,ancianos y niños,a la izquierda.Izquierda...¿Que había en la izquierda?¿Un hospital,tal vez?

No,nada de eso.
La primera vez que entro, sintió algo caerle en el hombro. Pensó en que era nieve...Otro error.Cenizas.

"Están quemando a nuestras mujeres,a nuestros hijos..."

Dios.¿Donde estaba Dios en ese momento?...¿Cual había sido su pecado como para que hubiera decidido mandarlo a aquel infierno en la tierra?

Judíos.Ese pecado se llamaba ser judío.

No pudo seguir reflexionando,no cuando escucho como unos pasos se acercaban a su celda.Por debajo de la puerta,pudo ver un par de botas implecablemente lustradas,que se detenían frente a si.Logro escuchar el sonido de llaves,llaves que eran introducidas en la cerradura.
La puerta se abrió.Abraham no retrocedió,atino tan solo a alzar la vista,por muy incomodo y doloroso que le resultase el crujir de sus miembros lastimados,o la repentina luz que iluminaba su hasta hace poco oscura estancia.No dijo nada,tan solo le miro.

Pudo ver las botas lustradas,el uniforme impecablemente arreglado...Hizo una mueca que aparentaba una sonrisa.¿Quien era,ahora?...

Se colocó los guantes de cuero mientras que avanzaba por aquel oscuro y algo sucio pasillo. A su alrededor, las celdas llenas de... alimañas soltaban quejidos de dolor. Llanto. Maldiciones hacia su gente. Rezos. Súplicas de piedad...

Sonrió un poco al pensar eso último. ¿Piedad? ¿quién tendría eso? Ellos no eran humanos. No merecían tener esa categoría. Gente que no veneraba al Dios supremo eran escoria, o mucho peor que eso. Y como tal, se les debía de tratar como basura. Comenzando por él...

Llegó a la celda más apartada de todas, al fondo del pasillo de piedras sucias y negras. Miró sus botas, esperando que no se hubieran ensuciado, para luego tomar las llaves que colgaban del costado de su cinturón. Tomó la llave indicada, sabiendo de memoria cual era, a pesar de que se parecía al resto. La insertó en la cerradura y lentamente abrió la puerta de la celda. No porque temiera a que el prisionero se le lanzara encima (ella sabía a la perfección que se encontraba encadenado a la pared, además de que la falta de comida lo hacía estar débil), sino porque le gustaba escuchar el ruido de las bisagras oxidadas y ver la pequeña fuente de luz colándose al interior de la habitación.

Fingió una sonrisa amigable al verlo allí, en el suelo, con el cuerpo lleno de heridas y de suciedad. Las marcas de los latigazos anteriores seguían allí, marcando la pálida piel del país que estaba a sus pies. Sabía que la sonrisa que él le dirigió también era falsa, y aquello casi le arranca una carcajada.

- Buenas noches, Abraham. ¿Te encuentras cómodo? - preguntó, usando un tono inocente, al mismo tiempo que entraba a la celda y cerraba la puerta tras de sí. Guardó las llaves en el bolsillo de su pantalón, mientras que inspeccionaba el lugar -. Oh, parece que no has tocado tu cena - murmuró, mirando el pan lleno de hongo intacto -. Sabes que es de mala educación desperdiciar la comida, ¿cierto? - preguntó y tocó el mango de su fusta, la cual estaba amarrada a su cinturón.

Parpadeo un poco al sentir como la celda se iluminaba con una tenue luz.Tenue,pero lo suficientemente fuerte para cegarlo por unos instantes.Mas tomando en cuenta que tenia algo de tiempo,bastante,perdido en aquella completa oscuridad.En cuanto su vista se acostumbro,miro fijo a la recién llegada.La verdad,esperaba que le "visitase",si es que se podía llamarle así,el hermano mayor de la rubia,pero claro que no...Seguro el estaría ocupado posando en fotos junto a su jefe,por eso lo había encargado con su "hermanita".Le escucho,volteando a ver por inercia aquella "comida".Miro de nuevo a la rubia,alzando el rostro para mirarle fijamente a los ojos.Los huesos volvieron a crujir por forzarlos a aquella acción.


-Buenas noches.-le respondió, sarcástico.-¿Tu hermano volvió a dejarte el "trabajo sucio"?-añadió,mientras sonreía de lado.Algo de razón debía de tener.

Su vista ahora bajo a la cintura de la alemana,contemplando aquel objeto que tantos sufrimientos le había causado.Al menos podía asegurar que solo a el...Para los demás, había otros métodos.

-Si a esto se le puede llamar comida...-murmuro.Hizo un esfuerzo sobrehumano,los miembros se le desentumieron,provocandole un dolor punzante... Dándole una patada al pan, tirándolo al suelo,cayendo delante de los pies de la alemana.

Sonrió un poco más ante lo primero. Sabía que el otro sólo decía eso para provocarla. ¿Acaso le gustaba que lo estuviera latigueando? al parecer, sí.

- Ludwig tenía asuntos pendientes con el Führer. Si vine aquí fue por mi cuenta, saukerl - dijo, en tono tranquilo y apacible, no queriendo demostrar nada de enojo o molestia para complacer al judío.

Le miró patear el pan a sus pies, y enarcó una ceja. Lo hizo a un lado con la punta de su lustrada bota y se acercó unos cuantos pasos a él, para luego mirarlo con el ceño fruncido, a pesar de que su expresión seguía siendo serena y tranquila.

- No debiste de hacer eso, liebe - susurró, casi con ácido en la voz. Tomó rápidamente el mango de su fusta y lo golpeó con todas sus fuerzas en su mejilla, para luego contemplar con fascinación insana como su delicada piel se abría y comenzaba a escurrir sangre hasta su mentón.

Golpeó un par de veces la fusta contra la palma de su enguantada mano, mientras que una sonrisa algo sádica surcaba por sus labios.

- Creo que debo de enseñarte modales, escoria - siseó, golpeándole nuevamente en el rostro, esta vez, cerca de su ojo izquierdo.

Liebe...que palabra tan bonita viniendo de la otra...O eso quiso pensar,por un momento.


-Claro,asuntos.Seguro el sale mejor en las fotos con el bastardo ese,que tu.-repuso,por "bastardo",se refería,obviamente,al jefe de ambos alemanes.Iba a continuar,necesitaba hacerla perder la paciencia...Ese era su único modo de sentirse bien consigo mismo.Por un instante,cruzo por su mente la fugaz reflexión de que se había convertido en un ente patético...Eso,antes de sentir el primer golpe de la fusta,en plena cara.

Ladeo el rostro,entrecerrando los ojos. Sintió rompersele la piel,como gotas de sangre escurrían por su mejilla...Una poca llego a su labio,tentado a lamerla,pero no lo hizo.Se limito a alzar el rostro,fulminando con la mirada a la teutona.


-...Solo así puedes hacerte respetar,¿cierto?-pregunto con sarcasmo,cuando siente de repente el nuevo golpe,mas fuerte que el anterior.Estaba débil,demasiado,tanto que basto ese fustazo para tirarlo al sucio y frío suelo.Jadeo,adolorido,para luego morderse el labio inferior.No le daría el gusto de escucharle gritar.

- ¿Hacerme respetar? - enarcó una ceja. Lo pisó con fuerza, enterrándole el tacón justo en el hueso de su columna con fuerza. Se inclinó un poco, haciendo más presión sobre él -. Nein, te equivocas. No quiero el respeto de alguien como tú - sonrió -. Esto lo hago porque adoro ver tu sufrimiento. Tu odio en tus ojos.

Con la punta de la fusta, le acarició la mejilla que sangraba, para luego ir descendiendo. Pasó el cuero por su cuello y sus omóplatos, hasta llegar a sus caderas. Ensanchando más su sonrisa, le volvió a golpear con fuerza en aquella zona, desgarrando la fina tela del uniforme que le habían obligado a usar. Aquel uniforme de rayas que lo marcaban como un prisionero que debía de ser exterminado.

- Sé lo que tramas, saukerl. Quieres hacerme enojar, ¿verdad? Pues no te resultará. Aunque no grites, sé que por dentro esto te duele, y aquello me satisface demasiado - susurró con un tono algo sombrío y divertido, para luego darle una fuerte patada en uno de sus costados, sintiendo como las costillas se quebraban de inmediato.

Se mordió con mas fuerza el labio inferior,pero no pudo reprimir el jadeo ahogado que salio de su garganta ante la acción de la germana.Los huesos crujieron de nueva cuenta,maldijo entre dientes la poca resistencia que tenia desde que le habían encerrado entre aquellas cuatro paredes.Si por lo menos pudiera salir un poco,caminar,desentumirse...Pero no,ese "privilegio" le estaba vedado.A el si,por lo menos.

-M-Maldita puta...-susurro en lo bajo, estremeciéndose ante el contacto del cuero contra su malherida piel.Arqueo la espalda ante el golpe tan certero,tanto que le había desgarrado la ropa,si es que podía llamarsele ropa a aquellos harapos raídos.Trago saliva,sabia que se avecinaba lo peor.Le miro de reojo,con el rostro herido,apretando los dientes con las pocas fuerzas que aun conservaba.


- ¿A-Ah,si?P-Pues dis... Disfrútalo mientras puedas porque...-sintió como la sangre se escurría de entre las comisuras de sus labios.Trago saliva combinada con sangre,el metálico sabor inundo su garganta,quemandole.- V-Vas a terminar jodiendote junto con tu maldito herma...-no termino la oración,sintiendo el agónico crujido de las costillas rotas.No pudo gritar,tan solo una mueca de aquel tremendo dolor se dibujo en su rostro. Agradecería haber caído desmayado en aquellos momentos,pero no,seria demasiada su suerte.Eso apenas comenzaba,y para su desgracia, estaría en sus cinco sentidos para sufrirlo.

Ahora sí, el comentario del moreno le hizo soltar una carcajada. Se inclinó para mirarle fijamente, con una sonrisa burlona en el rostro.

- ¿De qué hablas, insecto? - le tocó el rostro con la punta de su fusta, amenazándole con volver a golpearlo -. ¿Acaso no lo has escuchado? Ganaremos esta guerra. Los estúpidos de los Alliierte* están perdiendo, es sólo cuestión de tiempo para que se rindan - se irguió, y una vez que estuvo derecha lo volvió a patear en el costado, para luego poner el tacón de su bota en su mejilla, clavándoselo con fuerza pero sin llegar a traspasar la piel.

Bueno, tal vez ahora estaba descargando su furia en el judío, pero poco le importaba aquello. Sentía algo arder en su interior, ¿sería este el fuego de la venganza que se había estado acumulando por años en su pecho? Tal vez. Y admitía que le gustaba mucho sentirlo. Era como volver a "estar viva" después de tantos tratos justos por parte de las malditas potencias mundiales.

- Nunca debieron de meterse contra nosotros... nunca debieron de habernos culpado por todo... - gruñó, apretando con fuerza el mango de su fusta. Aún recordaba aquel Tratado de Versalles, el cual se había visto obligada a firmar junto a su hermano.

Lo lamentarían... Nadie le hacía eso a un alemán sin pagar las consecuencias.

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Alliierte: Aliados

Suspiro,adolorido,mientras le escuchaba.Si,sabia bien,demasiado bien,lo que ambos alemanes habían tenido que pasar luego de la primera guerra...Ahora se estaban vengando,era mas que obvio.La pregunta era: ¿Porque con el? ¿Con ellos? ¿Con su gente?.

El nuevo golpe le hizo sacarse de sus pensamientos.Dio un jadeo,ya no hizo el intento por reprimirlo.Le dolía,la otra lo sabia.¿Cual era el problema,entonces?. Sintió el tacón sobre su rostro.Vaya que la rubia sabia bien como humillarle...Se movió,queriendo liberarse,cosa que,obviamente,no se logro.Bufo,impotente.

-...N-No estés tan segura...¿Recuerdas lo que paso...antes?-refiriéndose a la Primera Guerra.- Te...destrozaron...a ti y a tu hermano...T-Te quitaron todo...-comento, burlón.Hizo el ademan de querer incorporarse, apoyándose en las maltrechas palmas de sus manos,pero no lo logro.Cayo de bruces al suelo,en un ruido ahogado que,para colmo, resonó en toda la habitación.

-Po-Podrás decir que van ganando...Sigue...Sigue creyéndote tus...propias mentiras...-le miro,con la sangre escurriéndose en el rostro.-Sigue dejando que...que te usen...-

Frunció el ceño al escuchar todo eso, y se mordió los labios para no decir todas las groserías que querían escapar de su boca. No se rebajaría a su nivel. No. Lo volvió a patear, esta vez en el mentón. Quería seguir pateándolo hasta matarlo, pero sabía que lo necesitaban vivo. Se agachó a su altura y lo sujetó de los cabellos para que alzara la cabeza y pudiera mirarle fijamente a los ojos.

- ¡¡Cállate!! - espetó, furiosa. Sentía la adrenalina corriendo por sus venas, pidiendo sangre. Lo soltó, lanzándolo contra el suelo para que se golpeara la cabeza contra este, pero no con la suficiente fuerza como para que quedara inconsciente. Quería que estuviera despierto para que sintiera todo el dolor que iba a causarle - ¡¡Ustedes fueron los culpables de que nosotros perdiéramos la guerra!! No sólo la gente de tu casa, ¡contaminaste con tu sucia religión a mi gente! ¡¡Traidores!!

"Los judíos nos apuñalaron por la espalda, Louise" recordaba las palabras que le había dicho su Führer, justo después de que ascendiera al poder y ella le preguntara porqué debían de hacerle esto a los israelitas "Merecen morir, así como también murieron aquellos soldados que dieron todo por nuestra tierra"

Los odiaba. Los odiaba como nunca antes había odiado a una persona. Si ellos nunca hubieran hecho lo que hicieron, nada de esto habría pasado. Habrían ganado la guerra, no tendrían que pagar tributo y no dependerían de los estúpidos gobiernos capitalistas para subsistir. Debían de vengarse. Demostrar que Alemania era un pueblo fuerte y que no se dejaría pisotear por países inútiles como Inglaterra, Francia, Rusia o Estados Unidos.

Nuevamente, una sonrisa sádica creció en sus labios. Bueno, tal vez no podía matarlo, pero lo torturaría hasta el punto de que el moreno suplicara que acabaran con su vida.

- Ponte de pie, saukerl - gruñó, irguiéndose y mirándolo con desprecio desde arriba -. Daremos un pequeño "recorrido".

La patada produjo que la piel dejara de resistirse, rompiéndose, rasgándose como si fuera de papel.Resoplo,adolorido.Aun no terminaba de reponerse de la paliza anterior -que la rubia también le había dado,para variar.- y ahora esto...
Maldijo no tener la misma resistencia que mostraba cuando recién llego al campo.La misma resistencia,misma vitalidad...

Levanto la vista,mirando por unos pocos segundos a su verdugo.Vio la frustración,la ira en su rostro...Mas importante aun,el odio...Y no pudo evitar que una tenue e imperceptible sonrisa se dibujara en su rostro.De alguna u otra forma, había logrado su "acción notable del día".

La sonrisa que desapareció al sentir el azote contra el suelo.

Escupió sangre,aturdido sobremanera.La vista empezó a nublarsele por el dolor,sacudiendo un poco la cabeza para intentar no caer en la inconsciencia.Froto por inercia su mejilla en el suelo,las piedrecillas le rasgaron aun mas su herida piel, incrustándose otras en esta.
No miro a la alemana,que tan concentrada se hallaba en sus pensamientos.Seguro alguna nueva forma de torturarle...Claro,¿que otra cosa?.Esa gente,los alemanes,no tenían sentimientos.Se lo venían demostrando prácticamente desde que se conocieron.

Escucho la imponente voz de la rubia dándole una orden.No la acato.
Levanto con toda dificultad su brazo derecho,haciendo que las cadenas crujieran.Si quería que le obedeciese, debía liberarle a la voz de ya.

Soltó una pequeña risita al notar lo que el otro le pedía. ¿Liberarlo? ¿Acaso creía que era idiota? Lo pisoteó con fuerza en la espalda, escuchando el crujir de los huesos ya rotos de sus costillas. Lo esposó de manos y le ató una correa en el cuello, como si de un perro faldero se tratase. Después, le quitó las cadenas que lo ataban a la celda y retiró su pie de su espalda. Tiró con fuerza de la correa hasta ponerlo de pie, importándole poco si lo ahogaba en el proceso.

- Andando, infeliz - ordenó, empujándolo un poco.

Abrió la puerta de la celda y lo hizo caminar frente a ella. Nunca le volvería a dar la espalda a uno de los de su clase, puesto que sabía que ante el más mínimo descuido, volverían a traicionarlos. Lo guió a base de insultos, tirones de correa y patadas hacia el exterior del edificio, dónde un par de copos de nieve les dio la bienvenida.

Claro está, ella venía bien abrigada, pero el israelita no. Podría coger una pulmonía o no, no le importaba. Lo siguió guiando hasta que pasaron por una cerca electrificada.

- ¿Ves? Allí está tu gente - señaló hacia el otro lado de la reja. Hombres y niños trabajaban con harapos puestos (que antes habían sido sus uniformes de prisioneros) en un par de fosas enormes. La alemana sonrió, divertida - Cavando sus propias tumbas... que gran ironía, ¿no? - se mofó, sabiendo que eso haría que el otro se enojara.

Se incorporo del suelo,pese a que tenia el cuerpo demasiado débil.En cuanto estuvo de pie las piernas le temblaron,pero hizo un esfuerzo sobrehumano para que no flaqueasen y cayese de nuevo al piso.No podía darse ese lujo.
Jadeo,la correa se le apretaba al cuello,asfixiandole un poco,pero sabia perfectamente que la alemana no iba a tenerle ningún tipo de compasión.Bueno,para el las palabras "compasión" y "alemanes",no podían estar juntas en la misma oración.

Se limito a caminar,con la rubia detrás suyo gritándole toda clase de improperios.Estaba tentado,muy tentado,a devolverle los insultos pero no lo hizo,por su propio bien.

El frio le calo los huesos,provocando que se estremeciera.Aun así,camino hasta donde la germana le indicaba,temblando un poco.Vio la alambrada,y vio que lo había detrás de ella. Ahí estaba su gente,varones,porque a las mujeres se les tenia en otro lado. Había hasta niños trabajando...Aquellos malnacidos alemanes no se apiadaban de nadie.
Y no,no estaba molesto.Estaba furioso.Se mordió el labio inferior hasta romperlo, haciéndoselo sangrar.

-...-no contesto, limitándose tan solo a mirar. Volvió de nuevo aquella pregunta a su mente,la pregunta que se formulo cuando había empezado todo. ¿Porque?
Siguio sin responder,perdido en sus pensamientos.Las piernas le temblaban,amenazando con desplomarse en cualquier instante.

Volvió a mirar fijamente a los prisioneros, con una mueca seria y carente de cualquier emoción. Sin embargo, muy en el fondo de su persona, odiaba ver a aquellos niños de esa manera. ¿Sería un instinto maternal? No... ella ya no podía poseer eso. Había matado tanto hombres como niños, ella ya no podía considerarse una humana, era simplemente una... capital.

Y como capital debía de cumplir órdenes, aunque eso desgarrara lo poco que quedaba de su alma.

- Algún día tú también estarás igual. Cuando ganemos esta guerra, te juro que yo seré la primera y la única en tirar del gatillo - le dijo, con una pequeña sonrisa malvada.

Le dio otra patada para que siguiera caminando, amenazando con tirar nuevamente de su correa si se desplomaba en el suelo. Lo hizo caminar cerca de un par de fosas que aún no estaban cubiertas completamente de nieve. Claramente se podían ver los cadáveres apilados allí, y los que no alcanzaban a entrar a ese lugar, bueno... Los copos de nieve negra que comenzaban a caer sobre ellos le indicó que estaban siendo cremados.

Alzó la mirada al cielo. Y tuvo deseos de llorar, pero no lo haría frente al judío. ¿Realmente debían de hacer eso? ¿Realmente... debían de matar a toda esa gente? Se aferró a las palabras de su jefe como una niña asustada, creyendo ciegamente en que el Führer tenía razón y toda esa gente de sangre sucia merecía morir.

Miro de nuevo a su gente,como temblaban del frío,como sus piernas flaqueaban ante cada paso que daban...Pero,aun así...¿Como era posible que no se derrumbaran? Habían perdido todo,al igual que el.¿Seria eso lo que llamaban "instinto de supervivencia"?.Si,lo era.El y ellos,tan iguales...No. Había algo muy diferente entre el y los demás.Ellos se tenían a si mismos.El...El no tenia nada.Absolutamente nada.Y los alemanes lo sabían mejor que nadie.

Camino prácticamente arrastrado por la mujer, tragándose las ganas de toser.Hacia frío,demasiado frío.Escucho lo que la germana dijo,y no pudo evitar soltar una risa sarcástica.

-Claro que lo harás.Sera un honor morir por las mismas bellas manos que me han "cuidado" con tanta dedicación.- repuso, sombrío. Después de todo,se empezaba a hacer a la idea de cual seria su destino...Aunque quisiese abrigar un poco de esperanza en su alma.

Un copo de aquella ceniza le cayo en el hombro, mirándole de reojo. Sintió nauseas, repulsión,pero mas que nada,la impotencia mas profunda que jamas en su vida había padecido.¿Como se decía a si mismo representante de toda esa gente,cuando ni siquiera era capaz de protegerlos?.Quiso llorar,pero tampoco iba a hacerlo.No frente a la mujer.Se mordió el labio inferior,fuerte,aunque no con ánimos de hacerlo sangrar,por el temor de que la otra se diese cuenta en el estado en el que actualmente se encontraba.No,no podia darse ese lujo.

-...¿A donde vamos?-se atrevio a preguntar.

Sus mejillas se sonrojaron levemente ante el comentario del otro, que si bien no lo hizo con intención de hacerle un cumplido, aún así logró hacerla sentir algo... nerviosa. No estaba acostumbrada a los piropos de ningún tipo, y aquel comentario le había agarrado con la guardia baja.

Negó con la cabeza, negándose a seguir pensando en eso.

- A un lugar especial - se limitó a responderle. Siguieron caminando hasta llegar a un enorme cementerio lleno de estacas con diferentes números, los cuales indicaban que allí había una tumba y que allí se encontraban ciertos prisioneros.

Lo guió hasta una tumba en especial y lo dejó caer allí, antes de asegurarse que nadie más los había visto. Se agachó hasta quedar a la altura del judío, más sin embargo no lo miró. Su vista se encontraba fija en la estaca que tenía un número en especial.

- Su nombre era Anne*, o algo así - susurró, casi con un tono triste y arrepentido. ¿Sería cierto que aún tenía alma a pesar de todo? Había conocido a esa niña durante una semana, y sólo bastó ese corto periodo de tiempo para sentir unas terribles ganas de arrepentirse por todo lo que había hecho -. Murió hace unos días, yo fui quien pidió que la sepultaran aquí.

No entendía porque le contaba todo eso al castaño. Se supone que lo odiaba y él a ella. Pero necesitaba confesarle todo eso a una persona, y hasta ahora, él era el indicado para ello.

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Anne: Se refiere a "Ana Frank", la famosa judía alemana que narró en su diario su vida durante la WWII. Su nombre en alemán era Anne.

Miro el sitio al que habían llegado,y se le hizo un nudo en la garganta.Su vista se poso de estaca en estaca,de tumba en tumba...De numero,en numero. Números,solo números...
¿Tan difícil seria el pensar que esos números,por complicado que fuese el creerlo,significaban nombres? Nombres de gente inocente sacrificada...Sacrificada,¿porque?...Sus ojos se cristalizaron,no pudo evitarlo.Quiso pensar que era por el frío,si,era por el frío... Después de todo...¿Que era él para sentir? Ni siquiera era una nación...¿Eso le hacia no tener sentimientos?

Dejo aquellos pensamientos de lado al sentir como la otra lo dejaba caer al suelo.Trago saliva,en silencio,alzando la vista.Se topo cara a cara con una de aquellas estacas.Miro el numero marcado en ella,aunque no se reconocía con tanta facilidad,aunque hubiese pasado relativamente poco tiempo.

Escucho a la alemana, mirándole de reojo,no podía evitarlo. Creyó escuchar un dejo de tristeza en su voz.¿Tristeza? ¿Por una "sucia judía"?...No, debían ser imaginaciones suyas...

-...Ana.-repitió su nombre,solo que en hebreo.No solo lo repitió en su voz,sino también mentalmente. Quería grabarselo,aferrarse a tan solo un recuerdo de su pasado,a un recuerdo de su gente...

Ana,Ana,Ana...

Por un momento,se olvido de donde estaba.Incluso,se olvido de con quien se encontraba.
-...Yitgadal veyitkadash shemé rabá...-pronuncio,en voz baja,apenas audible,el rezo para los que se encuentran en duelo.Si a la otra le molestaba su acción,no le importaba...Pero quería demostrar su dolor,de algún modo.

Siguió mirando la tumba, recordando los días en los que había tenido oportunidad de poder hablar con la niña. No le había parecido mala, de hecho, era una niña inteligente y amigable, a pesar de todo lo que había sufrido en manos de la gente como ella. ¿Realmente estaba... bien matar a toda esa gente? ¿Realmente estaba bien culpar a los niños de todo eso que estaba ocurriendo?

La cabeza comenzó a dolerle. Una parte de ella le decía que dejara de cuestionarse todo eso y siguiera con su trabajo, pero la otra parte le pedía a gritos que se detuviera.

Soltó un suspiro y se dejó caer de sentón sobre la nieve, a un lado del otro. No lo miró, puesto que su mirada seguía fija en la tumba de Anne.

- Te odio - le dijo al otro, lo más sincera que pudo -, pero no me gusta nada de lo que está ocurriendo. Se supone que tengo que matarte, mi Führer me lo ordenó y no dudaría en hacerlo, pero... - bajó la mirada, sin saber como seguir. Y tampoco sabía porque decía todo aquello, pero debía de hacerlo, o de lo contrario terminaría explotando.

No soportaba más tener que guardar todos esos pensamientos sólo para ella.

El tampoco le volteo a ver cuando se dejo caer sobre la nieve,aunque una parte de el se sobresalto un poco por el gesto de la alemana.Pero aun asi,no le miro.Su vista también se encontraba clavada en aquella estaca,en aquel nombre que le calaba hondamente en el alma.Le repitió en su mente las veces que fueran necesarias para recordarlo.Termino su oración,soltando un suspiro, manteniéndose en silencio por unos pocos minutos,hasta que le escucho.Una mueca de sarcasmo,que aparento una sonrisa, apareció en su rostro.

-Y yo te odio a ti.-respondió de la misma sincera forma,aun con la mirada fija sobre aquella tumba.Parpadeo sorprendido al escuchar lo ultimo,pero no dijo nada.Simplemente,no podía creérselo,pero no menciono nada al respecto.Seria una trampa,quien sabe...Lo único que tenia claro era que no podía confiar en la rubia,ni mucho menos,en un alemán.

-...A mi tampoco me gusta lo que esta pasando.Para nada.-añadió luego de un rato,aun sin mirarle.-...Entonces,¿Porque no lo haces?-pregunto,refiriendose a lo ultimo.- Matame.Así de fácil.Matame y te libras de la "plaga mayor" -ahora si,volteo a verle,imperturbable.-Haz lo que tu jefe te ordena,matame y termina de una vez con todo...Termina con el sufrimiento de gente que no se lo merece,termina con esta guerra que no van a ganar,pero sobre todo...Termina con tu dolor.-

Frunció el ceño y apretó los puños con fuerza. No le entendía. Nadie lo hacía, al parecer. Si por ella fuera, terminaría esa guerra por una buena vez, sin más muertes. Desde que había tirado del gatillo por primera vez, hace ya algunos años, su vida había dejado de ser la misma. Recordaba que de niña ella siempre había querido proteger su casa y ser tan fuerte como sus hermanos, pero cuando tuvo que matar a esos rusos que invadieron su territorio, se sintió sucia, destrozada. ¿Quién era ella como para matar a un ser humano? ¿Dios? Ella sabía a la perfección lo que se sentía cuando uno de los tuyos moría. No por nada todos sus hombres se encontraban en el campo de batalla, dando su vida por su patria. Por ella. Por su Führer. Por su hermano.

Ella nunca había querido matar a nadie, pero tampoco quería que mataran a su gente. Y si para proteger lo que quería debía de asesinar a otras personas bajo órdenes sin sentido de su superior... debía de hacerlo. Para algo había nacido como la capital de Alemania.

- Aún no puedo matarte - susurró, con la mirada agachada -. No hasta que ganemos la guerra - dijo, ignorando por completo el comentario del otro. Ellos debían de ganar, o de lo contrario el resultado sería peor que el Tratado de Versalles... Negó con la cabeza y le volteó a ver, como queriendo ver en él alguien con el cual poder desahogarse -. ¿Qué harías tú... - tragó un poco, le costaba mucho decirlo - ... s-sí estuvieras e-en mi lugar?

Le miro de nuevo,y una mueca de disgusto apareció en su semblante. ¿Aun seguía de necia alegando que ellos ganarían la guerra?

- Rindete de una vez. -respondió,firme.-¿Nunca haz escuchado ese dicho: "Mientras mas grandes son,mas fuerte caen"? -añadió,en un tono de burla.No le importaba que la otra se enfadase por su comentario,tan solo quería dar su opinión del asunto.Por mucho que ellos,los alemanes,se considerasen superiores no podían,no debían ganar...O al menos,eso era lo que quería creer.

Al escuchar su pregunta,no pudo menos que parpadear, sorprendió. Se mordió el labio inferior,fuerte. ¿Que haría él si estuviera en su lugar?... Maldición. Desvió la mirada a otro sitio.

-...¿Yo que voy a saber?-respondió,y no pudo evitar que varios recuerdos se le viniesen a la mente.Recuerdos nada gratos,para su mala suerte.-...-Cerro los ojos,intentando apartar esos pensamientos de su mente.Porque en dichos pensamientos,solo aparecía una persona...

- Maldición.-atino a decir en voz baja.Volteo a ver a la rubia.-¿Q-Que pretendes al preguntarme eso? -inquirió,intentando desviar el tema.

Lo escuchó y le miró atenta, y ante su respuesta en forma de pregunta, no atinó a hacer otra cosa que no fuera suspirar, algo cansada.

- Nada - mintió. Como se había estado mintiendo desde hace ya un buen de tiempo. Se levantó y se sacudió los pantalones, quitándose los restos de la nieve y de la tierra húmeda que se habían impregnado en la tela -. Andando, regresemos a tu celda - farfulló, tirando de la correa para hacer que se volviera a poner de pie.

¿Qué pretendía al preguntarle todo eso? Quería que le dijeran que si se encontraran en su lugar, ellos ya hubieran parado todo esto. Que le dieran alguna especie de valor para poder enfrentarse a su superior y pedirle que toda esa absurda guerra terminase. Pero al parecer, nadie podía darle aquellas mínimas palabras de ánimo. Ella era sólo un perro del Führer. Un títere. Una muñeca de trapo que sólo debía de obedecer órdenes y nada más. Ella no era nadie para levantarle la voz a la persona que guiaba a su pueblo.

Antes de poder alejarse demasiado del lugar, volteó a ver sobre su hombro a la tumba de la pequeña Frank. Sonrió de manera cariñosa, y se juró a si misma que en cuanto tuviera un rato libre, le dejaría disimuladamente una rosa.