Drabbles de Nueva Granada y Venezuela

Hmn... bueno, como ya dije antes en mi presentación de mala calidad (?), me gusta mucho escribir y he escrito gran parte de la vida de Gus en drabbles o en oneshot muy cortos. Y, bueno...quisiera mostrarles esto! Lo escribí hace apróximadamente un año, es un borrador así que no está bien corregido del todo. Son 14 o 13 drabbles y los subiré conforme les gusten. Y si no a tomar por el cu... ya veré qué hago =3= en fin, sin nada más que añadir salvo que mi Nueva Granada es hombre...

Drabble 1

Erase una vez, por allá en los años 1500 D.C., varias pequeñas colonias en la casa del jefe España. Eran varios, todos muy pequeños y juguetones en su mayoría. El mayor de ellos, y el que se encargaba de cuidarlos la mayor parte del tiempo, era Nueva Granada, un país de contextura débil pero con unos ojos negros penetrantes que podían aterrar a cualquiera que lo fastidiara.

Su hermano consentido era Venezuela; era un pequeño niño con el cabello color arena rebelde y abundante, con unos suaves ojos miel traviesos y siempre, siempre, mostrando una sonrisa.

Eso sí: Era un cobarde.

-Vene… -Gimió Nueva Granada, viendo a su pequeño hermano aferrado a la rama de un árbol del preciado jardín de su padre. Seguramente había estado jugando a las escondidas con Panamá y Argentina, y había pensado que era un buen escondite la copa del árbol-. Baja de ahí; ya es de noche. Papá España nos espera en la casa.

-¡No quiero! Tengo miedo… no quiero romperme un hueso.

-No seas idiota, no te pasará nada. Baja tan sólo como subiste –Pero el pequeño Gustavo parecía no recordar como subió. Suspiró profundamente-. Llamaré a Papá Antonio…

-¡Niisan, no! –Lloriqueó el niño, aferrándose más a la pequeña rama que, era probable, en poco tiempo se dejaría caer bajo su peso.-. España me va a regañar…

El mayor lo miró con preocupación, temiendo que la rama se rompiera en cualquier instante. Sin siquiera pensarlo, gritó:

-¡Tírate!

-¿Qué? ¡No lo haré!

-¡Confía en mí!

Venezuela se mordió el labio, sin soltar la rama y observando a su hermano mayor al borde del llanto. Poco a poco se fue soltando.

-Bien…

Cerró los ojos y se lanzó al vacío, esperando el golpe contra las minúsculas pero amadas plantas de tomate de Antonio…

Sin embargo, cayó en unos cálidos y fuertes brazos, que lo abrazaron casi de inmediato. Abrió los ojos poco a poco, viendo a su hermano con cierta consternación. Francisco rió.

-¿Ves? Te dije que confiaras en mí.

Gustavo también rió y le dio un beso en la mejilla como muestra de agradecimiento. Aún cargándolo lo llevó a su casa, dónde seguro los esperaba su Mamá Italia, gruñendo con que habían llegado tarde y tenía hambre, pues a Antonio le gustaba comer cuando todos estaban reunidos.

-Niisan…

-Dime.

-No quiero tomates para la cena…