Cerveza para dos (Privado/R+18)

- ¡A-ahh~! ¡N-nya~! - gimoteó, sobre todo al sentir como el otro atrapaba su pezón y comenzaba a beber de su leche, de nuevo.

Llevó sus manos a la cabeza del danés, presionándolo más contra su seno, mientras que intentaba de aumentar tanto como podía el ritmo. Lo podía sentir tocando una y otra vez su límite, y aquello sólo le provocaban sollozos y gritos de placer. Nunca creyó estar así de "excitada", y sabía que eso se debía a su nueva "condición gatuna".

Ocultó su rostro en el cabello de su esposo, intentando hacer que sus gritos no se escucharan más allá de las paredes de la habitación, aunque sabía que aquello era algo casi inevitable. Al menos sus "vecinos" habían parado sus faenas personales al verse superados por ellos dos. De haber sido igual que Bent, ya se estaría burlando de todos ellos.

Al sentir los dedos del otro invadiendo su otra entrada, no pudo evitar abrir los ojos con fuerza y soltar un fuerte grito, tanto de placer como de dolor.

Se aferró con sus garras a los hombros de él, mientras que arqueaba la espalda de golpe. Sollozó un poco, e intentó retomar el ritmo que estaban llevando hace unos segundos. no estaba acostumbrada a que el otro le penetrara por allí, por lo que todavía le dolía cuando lo hacía.

- S-se gentil - pidió, mirándole con lágrimas en los ojos y las orejas agachadas, de una manera un tanto moe.

Dio un respingo al sentir la mano del otro colándose hacia su intimidad, pero esta vez no dijo nada y se dejó hacer. Sentía como todo el placer se acumulaba en su vientre, como hace tiempo, y que no tardaría en llegar a su orgasmo.

Pero también quería complacer a su esposo, por lo que comenzó a mover sus caderas de forma circular, sin disminuir para nada el ritmo. Buscó sus labios de manera desesperada, sólo para fundirlos nuevamente. Jugó con la lengua del danés, y sus manos se dedicaron a acariciar sus hombros y su pecho.

No recordaba la última vez que lo habían hecho de aquella manera tan "salvaje". Tal vez en su luna de miel, o antes de la boda. Pero de lo que si estaba segura es que desde que nació Skyler no lo habían vuelto a hacer de aquella manera. Debería de comenzar a plantearse el hecho de decirle al otro que deberían de escapar más seguido de casa...

Gritó con fuerza ante el cambio de posición y el nuevo ritmo que el otro impuso. No iba a resistir más de seguir así. Mordió uno de sus labios con fuerza, sacándose algo de sangre, e intentó esperar a que el otro diera "signos" de llegar pronto a su orgasmo.

Le abrazó con fuerza y rodeó sus caderas con sus piernas, queriendo darle más accesibilidad. Fue entonces que su orgasmo llegó sin que pudiera retenerlo por más tiempo, y le hizo gritar como nunca. Poco después el danés se corrió dentro de ella, haciéndole estremecer y echar las orejas hacia atrás. Comenzó a acariciarle la cabeza con cariño, mientras que respiraba de manera agitada.

- Va... vaya - fue lo único que pudo decir, entre jadeos. Soltó un par de risitas, para luego quitarse el sudor de la frente con una de sus manos.

Sonrió ante lo que dijo el otro, sin dejar de acariciarle la cabeza.

- Es era lo que te iba a decir - suspiró, acomodando mejor su cabeza en la almohada de plumas que había allí (y que era la única que no se había caído mientras que ellos lo hacían salvajemente). Se quedó pensando por un momento, mientras que miraba el techo - ¿Pero con quién dejaremos a Skyler? No sé si Maria o Gilbert puedan cuidarlo tanto tiempo, y Ludwig no es muy bueno con los niños. Además de que el bebé llorará mucho si comienza a extrañarnos... - comenzó a decir, preocupada.

Tal vez deberían de pensar en contratar a una niñera, o en llevar al niño a la guardería. Aunque ella tampoco soportaba la idea de estar tanto tiempo alejada de su pequeño...

- Humm~ - se lo pensó por un momento. Clady y Liese quedaban descartadas, no quería que le dieran mucho cariño a su pequeño (sí, era una madre celosa), y la idea de dejarlo con su cuñado no sonaba para nada mal. Hasta Skyler podría aprender cosas buenas estando con el gemelo de su esposo (cosas que no aprendía con él).

Soltó un suspiro y abrazó al otro por el cuello, pegándolo más a sus pechos pero sin ahogarlo. Su cola buscó a la de él para comenzar a jugar, y cuando intentó moverse un poco, sintió el miembro del danés dentro suyo, haciéndole estremecer. Optó por quedarse quietecita.

- No suena mal la idea - asintió -. Pero tampoco podemos ser abusivos. ¿Qué te parece si sólo lo hacemos una vez cada dos semanas? - preguntó. Vale que extrañaba los momentos románticos y de sexo salvaje con su esposo, pero tampoco quería dejar que otras personas criaran a su hijo.

Sonrió ampliamente al escucharle. Que intentara soportar tan siquiera dos semanas era un gran logro para él. Tal vez debería de premiárselo alguno de estos días... Comenzó a jugar con su cabello, entretenida, mientras que su propia cola hacia lo mismo con la del otro.

- Oh, vamos, siempre podremos encontrar otras maneras de "jugar". N-no te digo que pasemos dos semanas sin siquiera besarnos o-o algo por el estilo - balbuceó, poniéndose completamente roja.

Generalmente ella no era la que hablaba de "esos" temas. Era el danés quien proponía la mayor parte de juegos y posturas sexuales, pero una que otra vez ella también le había sorprendido. Que fuera mujer no significaba que no hubiera visto o leído porno. Era muy tímida, lo cual era algo totalmente diferente.

Su rostro pasó por todas las diferentes tonalidades de rojo existentes y por haber. Bien, admitía que el sexo oral era uno de sus preferidos, pero el hablar de el le avergonzaba más que hablar del sexo normal. Apartó la mirada, tímida, y comenzó a balbucear un montón de cosas sin sentido.

- N-no lo digas d-de esa forma t-tan... directa - farfulló, sin dejar de hacerle mimos. Su cola se enroscó con la de él, nerviosa.

Soltó un suspiro, e intentó incorporarse un poco. Se estaba haciendo tarde, y lo más seguro es que Skyler pronto comenzaría a extrañarlos. Sobre todo a ella, últimamente había acostumbrado mucho al niño con eso de dormirlo mientras que le contaba un cuento.

- Y-ya es tarde, tenemos que regresar - susurró, acariciando de manera suave el rostro de su esposo.

Después de colocarse su ropa interior, buscó su vestido. Fue entonces que se dio cuenta de que el otro se lo había desgarrado. Le miró feo, aún cuando el otro le tendió su gabardina. ¡Él no era el que iba a salir medio desnudo por las calles! Farfulló un poco y se la colocó encima, pero al momento de abrocharla, los botones no le cerraban en la parte del busto.

Medio gruñó, y se echó su capa encima para poder cubrirse mejor.

- Me debes un vestido nuevo, saukerl - farfulló, caminando hacia él y abrazándole por el brazo, mientras que echaba hacia atrás las orejas y hacía un leve puchero. Ese vestido se lo había dado su hermana, y ahora que había terminado como retazo de tela, pues tendría que buscar una excusa para que no se enojara.

Se sonrojó enormemente al notar que algunos se asomaban para verlos pasar. Varios se le quedaban viendo como si fuera un trozo de carne o algo por el estilo, por lo que se refugió bajo el brazo de su esposo, quien se encargaba de mantener a raya a los otros hombres.

¿Es que ni estando casada dejarían de verla de aquella manera? Frunció el ceño, levemente molesta ante aquel pensamiento. Soportaba que Bent la mirara así porque... bueno, era Bent. El hombre que amaba. Pero realmente le fastidiaba que los otros hombres le miraran de la misma manera.

Cuando llegaron a la planta baja, dónde estaba el bar, notó que nada había cambiado. La gente seguía tomando y riendo como tonta, mientras que festejaban sobre nada en concentro. Suspiró, mirando la puerta de salida.

- Vayamos a casa - le sonrió al pelirrojo, con cariño.