¡Café Maid!~ (Libre)

Soltó un suspiro frustrado cuando llegó a su mesa, no pudiendo localizar a sus queridas hermanas. Fue allí cuando notó por primera vez la presencia de la mini-danesa, y le sonrió como lo haría todo un hermano mayor. Podía ser un vil sádico, pero nunca le haría daño a un niño, es más, le agradaban.

- Oh, hallo, fräulein - le contestó con amabilidad, para luego mirar la carta de las maids y notar que la alemana ya no estaba disponible. Un ligero tic apareció en su ojo, y tuvo el impulso de ir a matar al infeliz que la hubiese pedido, pero se contuvo. Pensó en pedir a la prusiana, pero sabía que esta no dudaría en dejarlo en coma durante tres meses... de nuevo.

Soltó un suspiro y volvió a sonreírle a la pelirroja.

- Nein, danke. Estoy bien por el momento. Cuando me decida le diré, liebe - le palmeó con cuidado la cabeza, para luego recargarse en la mesa y mirar a su alrededor. El local era un lugar bastante bonito, la verdad. La japonesa sí que se había lucido.

Sus ojos siguieron recorriendo el lugar, hasta que su mirada se centró en una pequeña chica menudita con el cabello verde y casi igual de corto que el de un hombre. Enarcó un poco la ceja, sintiendo que se le hacía lejanamente familiar...

- ¡Oh, una hormiga! - canturreó, mientras que se ponía a jugar con el animalito.

-De acuerdo, iré por tu malteada y tú ten cuidado de que no te pillen colocando cámaras, ¿De acuerdo?-dijo antes de irse a la cocina y pedir la comida de su hermano. Mientras esperaba a que se la diesen fue a terminar de colocar la cámara que le quedaba sonriendo satisfecha al ver que to~do el reciento lo tenía vigilado y que le pagarían una buena cantidad de dinero por los videos.

Notó como la que cocinaba le llamaba la atención indicándole la malteada y fue a recogerla. Cuando volvió le puso la malteada delante a su hermano-Listo, testvér, ¿terminaste tu de pones tus cámaras?- le preguntó en un murmuro fijándose en que el lugar se estaba llenando.

-Como usted desee, amo-sonrió como la japonesa le había enseñado en largos y duros días de ensayo- En ese caso llámeme en el momento que haya decidido lo que quiera o, sírvase usted mismo con la maid que desee- le dijo antes de hacer una reberencia agarrándo de los picos su falda y después retirarse a su posición. ¿Por qué se estaban concentrando tantos países, ciudades y capitales en el local? ¿Es que querían reírse de ella al verla con ese traje? Porque sí, odiaba de sobremanera humillarse así ante los demás.

Vio como la puerta se abría de nuevo e hizo otra reberencia dandole la bienvenida al nuevo amo o ama-Bienvenido sea al café maid, amo...-murmuró sin alzar la vista y verle.

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se me quedaba demasiado pequeño, pero debía indicar que se fue(?)

Sonrio cuando vio de vuelta al chino con su vodka. Soloto una risita al ver lo nervisos que estaba. Ella no mordia, no le iba a hacer daño. En cuanto le sirvio la bebida dio un pequeño trago. La verdad es que era uno de los mejores que habia provado. Miro entretenida al local, viendo a todas las maid que iban apareciendo. De repente se acordo de que la habia traido aqui. Saco la camara de fotos y cuando estaba entretenido le saco una foto a Yao. Sabia que seria un buen chantaje, tanto para el como para su hermana.
-Yao~~ ¿Me harias un favor y le sacarias fotos a mi hermana, Pozhaluĭsta?-puso la camara delante de él. Seguro que aceptaria, por que si no tenia el contrato de matrimonio listo por si reusaba.
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Pozhaluĭsta: Por favor

Seguía de lo más entretenido jugando con aquella hormiga, hasta que de pronto, un estridente ruido le hizo girar su cabeza para ver si todo estaba bien. Las demás maids y clientes que estaban por allí ni siquiera se dedicaron a atender a la chica que se había caído, así que como buen samaritano que era(?), decidió ir a ver si ella se encontraba bien.

- Fräulein, ¿se lastimó? - preguntó preocupado, mientras que le tendía una mano para ayudarla a ponerse de pie.

La volvió a mirar fijamente, sintiendo que de verdad, ella se le hacía conocida... pero por más que trató de forzar a su cerebro para que recordara dónde la había visto antes, su mente estaba literalmente en blanco.

Jugeteaba con el mechero mientras iba direccion al cafe. El maricon me habia mandado un mensaje diciendo que iba a trabajar alli. ¿Y a mi que rayos me importaba que trabajaba como Maid? Y mas importante aun¿Por que tenia mi numero de movil? Pero despues reflexione un poco. Tal vez podria hacerle sufir un poco y enseñarle a ser un hombre de verdad. Llege a la cafeteria y heche un vistazo dentro. Solo habia alemanes y rusos. Por mi cabeza paso la idea de tirar una bomba alli, pero deberia controlarme. Vi a la chica que me recivio al entrar.
-Solo dame una mesa apartada-No tenia ganas ni de saludar a nadie. Estaba impaciente por que Feliks me atendiera.

Cuando alzó la vista y vió que no era un amo sino una ama sintió la mirada asesina de la japonesa sobre ella. Bueno, un error lo tenía cualquiera ¡¿verdad?! Intentó comportarse como le habían enseñado y asintió ante la petición de la ama- Como usted desee, ama... Ahora sino le importa sígame hasta su mesa por favor...-le pidió para después girarse y guiarla hasta la mesa más apartada de todo el local.

Por alguna extraña razón sintió que debía de coger su espada y defenderse, que esta chica era una máquina de matar andante o que tenía algo muy peligroso con ella pero intentó en lo máximo posible ser lo más discreta que pudiera.

La volvió a mirar sonriéndola en el momento que llegaron a la mesa-¿Qué maid desea, ama?

Segi a la chica, vigilando siempre que ningun aleman hiciera ningun movimiento raro. Aprovechando que nadie se fijaba en mi prendi fuego a una pequeña bomba de humo y la tire en la mesa de la alemana. Sonrei cuando vi que la mecha se acababa. Por suerte estaba en una mesa apartada y el humo no llegaba hasta donde estaba. Me sente en la mesa y puse los pies en la mesa. No estaba ahora para segir las normas de cortesia. Conmigo no se hizo eso. Empeze a abrir y cerrar la tapa del mechero mientras me pensaba a la Maid. Bueno, ya lo tenia claro, pero debia fingir que me lo pensaba. Mire entretenida la carta de Maid, pero ya lo tenia claro.
-Osea, trae a ese mariposon que se hace llamar polaco-Sonrei un poco, pero levemente. Estaba pensando en alguna tortura nueva, ya que las otras todavia no habian dado resultado. Aunque sabia que Feliks empezaria a temblar en cuanto me viera.

Se había levantado de su asiento con la excusa de "ir al baño" para poder instalar sus cámaras. Así no dejaría puntos ciegos en las cámaras de su hermana. Regresó tranquilamente, y al poco tiempo llegó su hermana con su malteada.

- Gracias nővére - le sonrió mientras que tomaba la malteada y le daba un sorbo. Estaba deliciosa, y aquello ayudó a abrirle un poco más el apetito -. Sí, terminé de poner mis cámaras - sonrió de forma algo macabra -. Ahora sólo falta esperar a que ocurra algo interesante~.

Luego de darle un par de sorbos más a su bebida, decidió que era hora de comer algo, por lo que le pidió una rebanada de pastel de chocolate a su hermana y luego se dedicó a esperar su pedido.

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Fail... Isa, perdón(?).

La patada lo tomó desprevenido, y retrocedió un poco para sobarse la cara. ¡Él sólo había tratado de ser amable! ¡Ni siquiera había tratado de hacerle nada malo! Mientras que se sobaba la cara, analizó las palabras de ella. Sólo había una persona que le llamaría "violador" y "bastardo" en la misma oración, y aunque se sintió un poco triste cuando la chica se refirió a él de esa manera, la felicidad que lo embargó fue tan grande que opacó ese sentimiento.

- ¡Fabiola~~! - canturreó mientras que se le lanzaba y la abrazaba con fuerza - ¡Creí que no volvería a verte~! - sollozó de la felicidad. Una enorme sonrisa apareció en sus labios al ver que la otra le gritaba y le pegaba para apartarlo. Realmente no había cambiado en nada(?) - ¡No sabía que trabajabas aquí! - admitió, honesto -, yo sé que Dios nos quiere juntos~ - bromeó, y fue en ese momento en el que algo parecido a una idea brilló en su cabeza... literalmente -. ¡Ohohoh~! ¡Ya sé, sé mi Maid! - pidió, esperanzado.

Sonrio cuando Yao acepto tomar las fotos. Ya tenia pensado en mandarle alguna copia al bieloruso, para disgusto de su hermana.
-Seguro que sabras ser silencioso y que no se entere¿da~?-Saco de debajo de la mesa un pico, que siempre llevaba con ella.-Ademas, si te hace algo solo dimelo da~~-sonrio macabramente. Sabia que estaba en la carrera para conseguir al chino y debia sacarle a su hermana la mayor ventaja posible. Vio a Yao partir cuando se acordo de algo
-Yao~~ ¿Cuando termines puedes traerme un blini relleno de pollo con un poco de smetana?-Dio otro trago de vodka al vaso mientras que dejaba el pico en la mesa, siempre a mano por si a Yao le pasaba algo con Ivana
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Blini=Crepa tipica de San Petersburgo
smetana=Nata argia

Enarcó una ceja al escucharle. ¿Hacerle compañía? ¡Ni que fuera una mascota! Estuvo tentada a patearlo y a decirle que por ella podía irse muy a la m*****, pero debía de demostrar que era una persona "civilizada" que no caería tan bajo como para hacer eso... por ahora.

Mientras que hacía un pequeño berrinche, tomó asiento en la silla frente a él, para luego cruzarse tanto de brazos como de piernas, sin dejar de fruncir el ceño, molesta.

No le hablaría. Si él quería pasar tiempo con ella, pues tendría que comenzar la plática por su cuenta. Ella sólo estaba allí para cumplir sus órdenes al pie de la letra, sin excepción alguna. Y en este caso, él simplemente le había pedido que se quedara con él, nunca de que comenzara a hablar o algo por el estilo.

Aburrida, comenzó a mirar sus uñas como si fuesen lo más interesante del mundo, ignorando por completo al otro.

-Como usted ordene, ama-y se retiró de allí para después empezar a buscar al polaco.

Se empezó a preguntar seriamente el dónde se había metido el polaco. ¡Había buscado por todo el Café y seguía sin encontrarle! ¡¿Pero dónde se había metido ese m**** **?!

Entonces, como si hubiese sido invocado al insultarle, paseó delante suya totalmente ajeno a las ganas que sentía de matarle en el momento que lo vio. Pero se contuvo por alguna extraña razón que ni ella misma sabía.-Felix, ve a la mesa del final y atiende a la ama, te acaban de ordenar-murmuró con un tic y una vez vió que el polaco se fue a atenderla ella se fue por su lado a la puerta por si llegaba algún cliente nuevo y preguntándose si esto era acaso una reunión mundial porque estaban aquí puros países y ciudades de todos los rincones.

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fail~

Enarcó una ceja, borrando de apoco la sonrisa de su rostro — ¿Pervertido yo? No molestes Iggy, sabes que tu eres mucho peor — Y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa burlona que tanto molestaba a todo el mundo. Después de todo, el otro había sido también bastante hiriente a decir verdad, sobre todo por su tono de voz.

— Ok — atinó a decir cuando el otro se fue a buscar su pedido. Se le hacía agua la boca.

Y se quedó pensando. El mayor se veía bastante molesto, entonces ¿Que hacía ahí? Tenía esa duda desde el momento en que leyó su nombre en la lista, y no pararía hasta averiguarlo, como que su nombre es "Alfred F. Jones"

Apoyó su cabeza en su mano, algo aburrido y continuó divagando en su mente. Releyó la lista de maids de nuevo. ¿Por qué había pedido al ingles? Habían tantas opciones, mujeres, rusas, etc. Y ¿entonces? La verdad no se arrepentía de lo que hizo, pero le gustaría saberlo. Aunque lo más probable, viniendo de él, es que como siempre haya sido mero impulso.

Se vio interrumpido nuevamente por el ojiverde.No le molestaba que lo interrumpiera, es más, mucho mejor, así no pensaba en esas cosas tan molestas.

Babeó por el plato que este dejó sobre la mesa, el helado era enorme, y todo se veía delicioso. Prestó atención a lo dicho por el rubio — Sólo una cosa ¿Qué haces aquí? — Preguntó ladeando la cabeza y antes de que el contrario contestara algo agregó — Y no me digas algo como " Eso no te incumbe" o " Que te interesa" — Sentenció. Algo más serio pero sin perder el toque infantil.

Se paseaba felizmente por todo el lugar, haciendo sonar lo más que pudiera el cascabel. Es que le encantaba ese sonido tan lindo que hacía.

Atendió a la danesa en lo que decía — Bien, osea, como que al fin hay trabajo para mi~ — Y dicho esto se retiró en busca de la persona que le había pedido como maid. Se espantó al ver quien era, sin poder controlar un leve temblor en su cuerpo, al que puso fin en cuanto se vio delante de la chica.

— Buenos días~ ¿Qué es lo que desea, ama? — Preguntó con su mejor cara de alegría. Evitando bajo cualquier circunstancia que la otra pensara que él le tenía algo de miedo.

No tenía ganas de atender al menor, era realmente patético si se analizaba.

¿Él, sirviendole a un sujeto que le abandonó? con esas palabras exactamente, abandonó, eso había hecho (según él) y ahora el otro solicita que sea su sirviente... o sirvienta, esto no tenía sentido alguno, mucho menos coherencia. No lograba entender absolutamente nada la situación y seguía maldiciendo a esa apuesta que era la culpable de todo esto.

Prestó un poco de atención al sentir la voz del más alto y se dispuso a responderle un ''No te importa, bastardo'', mas el otro se le adelantó y dijo que no aceptaría respuestas similares. Quiso matarlo, armo rápidamente una excusa creíble y no tan moe para liberarse ileso de esa pregunta. Nadie se debía enterar de que él, El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, alias Inglaterra (culpa de sus hermanos) tenía de hobbie apostar.

-Well, para empezar no puedo proporcionarle información personal a los amos, lo lamento.- Forzó una sonrisa moe y le miró con desinterés. -Ademas, no pienso ceder ante sus exigencias, amo.- Agregó algo de malicia a la última palabra que salió de su boca, definitivamente no permitiría que se enterara de las razones.

Ignorando los insultos anteriores, fue estúpidamente feliz cuando la chica le llamó "amo". La abrazó con fuerza, mientras que restregaba su mejilla contra la de ella.

- ¡Vamos a mi mesa~! - canturreó mientras que se ponía de pie y la arrastraba (literalmente) hacia el lugar indicado. Se sentó sin dejar de dar brinquitos como todo un niño emocionado con su juguete nuevo -. ¿Podrías traerme una malteada de fresa, bitte? - pidió de la mejor manera posible.

Esta era su oportunidad para ganarse la confianza de la italiana, y haría todo lo que estuviera a su alcance para lograrlo. Desde Sicilia no había dejado de pensar en ella, y ahora que tenía la oportunidad para volver a hablarle, no pensaba desperdiciarla.

Observe entretenida el local cuando la niña se fue. En verdad era un bonito sitio, si no hubiera tanto alemanes por aqui. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de un cascabel. Desvie mi vista hacia la fuente del sonido y mis labios se curvaron al ver a Feliks, aunque pronto me inudo una sensacion de odio. ¿¡Por que narices tenia que llevar vestido?! Y encima parecia que disfrutaba con ello.
-Osea, solo querio saber una cosa-Me levante y me dirigi hacia el, sonriendo. Sabia que en su interio estaba temblando, que pena que no lo mostrara exteriormente. En un rapido movimiento le cogi del pelo y empece a tirar de él hacia abajo.
-¿Por que te vistes como una chica, mariconazo?¡Eres un hombre, comprtate como tal!-Le arranque el collar del cuello, lo tire al suelo y lo pisotee, haciendo que el cascabel se rompiera. Con la mano que tenia libre encendi el mechero y le prendi el pelo.Tipo como que solo las chicas tiene derecho a llevar el pelo largo-Mi sonrisa se hizo mas amplia al ver como las llamas devoraban el pelo de Feliks. No iba a dejarle calvo, solo iba ha hacerle un buen "corte" de pelo.

Se sintió más que feliz y complacido al escuchar a la pequeña decir "amo". ¡Se veía realmente adorable~! Hubiera deseado tener una cámara para tomarle fotos como enajenado y guardarlas en su cajita especial par recordarla todos los días, mientras que esperaba a que el destino volviera a unirlos nuevamente(?).

Soltó un suspiro, poniendo su típica cara de estúpido semi-enamorado, y se puso a mirar a su alrededor en lo que esperaba a que la menor le trajera su pedido. Fue allí cuando una peculiar cabellera rubia le llamó la atención, le recordaba tanto a Louise...

... momento...

¡¿QUÉ?!

Se levantó de golpe, mirando fijamente hacia esa mesa. ¡Era ella, su querida hermanita menor! ¡Y estaba con un estúpido tipo de cabello rojo que no dejaba de mirarla como si fuera un trozo de carne en exposición! Un tic se asomó por uno de sus ojos, y estuvo a punto de ir hasta allá y moler al otro a golpes, pero si se iba, la italiana no regresaría, y podría ser la última oportunidad de hacer las pases con ella. Miró hacia la cocina, y luego hacia su hermana, debatiéndose mentalmente qué hacer.

Al final, optó por sentarse y golpear su frente repetidas veces contra la mesa de madera.